Subiendo las escaleras me encontré con una cucaracha. Estaba confinada en un espacio rectangular de menos de veinte centímetros de ancho y treinta de largo: un peldaño. Pasé rápidamente lamentándome de los motivos que habían llevado a esa cucaracha a estar allí, motivos que probablemente estaban estrechamente relacionados con la higiene del lugar. Más lamentable resulta si ese lugar son las escaleras que suben a tu hogar. La verdad es que ante mi sorpresa ignoré la presencia del insecto y seguí mi camino escaleras arriba.
Unas horas más tardé me encontré de nuevo subiendo las mismas escaleras y me encontré de nuevo a la cucaracha confinada en ese pequeño espacio. Al haber pasado unas horas mi curiosidad se incrementó y me detuve. La pobre cucaracha no esperaba mi reacción así que ésta se puso nerviosa torpemente; se movía errante de un lado al otro del peldaño. Pero la pobre estaba tristemente confinada: incapaz de bajar un peldaño, incapaz de escalar otro. A nuestros ojos, un abismo infranqueable y un castillo inexpugnable respectivamente. De nuevo negando por segunda vez en el día mi naturaleza ignoré a la cucaracha y decidí dejar que siguiera viviendo su vida de cucaracha, puesto que en este caso el destino más probable de la cucaracha al cruzarse con cualquier otra persona del vecindario hubiera sido la de muerte por aplastamiento y esparcimiento masivo de sus vísceras.
Pero gracias a Kafka la cucaracha confinada ese día se mantuvo con vida. Gracias a la toma de conciencia que resulta suponer que en un mundo dónde las palabras fueran más pesadas esa cucaracha podría encerrar el cuerpo de una persona olvidada por su família y por sus amigos alguién que porqué no, hubiera intentado sumergirse en un mar de sí mismo y en las profunidades de un abismo insondable hubiera quedado preso de su escafandra.
Pero gracias a Kafka la cucaracha confinada ese día se mantuvo con vida. Gracias a la toma de conciencia que resulta suponer que en un mundo dónde las palabras fueran más pesadas esa cucaracha podría encerrar el cuerpo de una persona olvidada por su família y por sus amigos alguién que porqué no, hubiera intentado sumergirse en un mar de sí mismo y en las profunidades de un abismo insondable hubiera quedado preso de su escafandra.