Nunca estuve allí (más allá de mi piel).
Nunca volveré a tí (más allá de mi piel).
Nunca diré nunca (más allá de mi piel).
Nunca volveré a tí (más allá de mi piel).
Nunca diré nunca (más allá de mi piel).
Las palabras se han podrido en algún lugar entre la yema de los dedos y la punta del corazón; tengo el antebrazo roído por todas aquellas historias que al vuelo no pudieron ser cazadas ni clavadas en un muro intangible con una aguja bien bien afilada; volver a escribir es cómo andar por un bosque a oscuras. Sin luna llena.
He dejado tanto sin contar por este camino; al andar muy rápido podía sentir cómo las palabras una a una se desprendían de mí y falseaban la llegada de un duro invierno, posándose sobre el suelo. He visto como uno a uno los espectadores de está proyección de luz oscura se levantaban y marchaban ofendidos hasta la puerta de salida. Necesito salidas. Emergentemente.
Sobre los días raros podría decir muchas cosas; si por ello encontrara las palabras. Poco a poco, antes de que llegue el frío, sudaré está tinta que enturbia mi sangre y satura mis venas. Poco a poco, haré que lo justo sea necesario y que lo injusto deje de pesar en la balanza.
Y por ello,
Haré que tus colores se vuelvan grises.
Haré que toda palabra sea última.
Haré que no vuelvan jamás días raros.
Haré que toda palabra sea última.
Haré que no vuelvan jamás días raros.
Y que jamás vuelva a decir nunca.
Señoras y señores, bienvenidos de nuevo a mi vida.
4 comentarios:
Es un placer volver a leerte Marc, ahora es a mi a la que le toca empezar a quitar las telarañas, buscar las ganas de escribir aunque sea debajo de la cama y... volver.
Muchas gracias @Rebeca, no lo digo por decir pero realmente sería muy bueno que quitaras telaraña; y si no es debajo de la camba búscalo dentro que también se encuentran allí cosas sorprendentes!
Uy ahí es precisamente donde más telarañas hay! jejeje.
:) Pues eso seguramente entre ellas encuentres ideas atrapadas que bien seguro tienes muchas, ¡muchísimas!
Publicar un comentario