Ambos sonreimos en los avatares del mundo.
Una sonrisa que curvava el plano de la realidad
y lo hacía esferas que contenían aquella alegría
tan tuya
que era el albor de la vida, tu eterna sonrisa
la luna creciente no era más que una banda
hasta que tus labios arco de ciento ochenta grados
la curvaron a tu imagen y semejanza
como el Sol hacedor
temed hombres cuando esta se apague:
No habrá mañana.
1 comentario:
Precioso
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