Tenía el rostro grave y se oían murmullos al otro lado del telón. Por primera vez des de hacia ratos, momentos, no había pensado en ello. Los días habían desaparecido para él todo se limitaba a escenas, inconexas, deshiladas, todas terminaban con un estado de inconsciencia, un apagado y encendido de focos, y zas. Ahora se encontraba allí sentado al lado de aquella extraña figura. Lo ello en lo que no había pensado era el porqué de todo aquello. El accidente, su vida, se le hacían ajeno y ajena. Algo vago, lejano. Se había olvidado de todo cuanto y todo quién le había importado en vida y se había centrado en ella. En encontrarla de nuevo. ¿Cómo era aquéllo posible? De repente se sentía lejos, muy lejos de sus queridos: queridos padres, querido hermano, querida família, queridos amigos, queridas personas. querida gente que formaban la matriz de su vida. En cuanto tomaba consciencia de aquella dimensión, ella, esa chica, se le hacían algo ajeno. No obstante y sin embargo, había anduvido a través de todo aquello buscándola. Así había vivido su vida, buscando y sin encontrar, aprendiendo y sin ejecutar, persiguiendo pero sin correr. Recordándose cosas que no vivirá y olvidándose de vivir. Olvidándose de que la vida no es un fin, un sinfín de fines, sinó un medio, un gran medio, en el que cada momento cuenta, sí. Pero cuenta para ser vivido. Sintió vergüenza, desagradecimiento, traición y algo ya olvidado: dolor de corazón. De repente y sin dilación: se abrió el telón.
Rostros y manos que los cubren, un llanto apagado. El medico lo había especificado: los músculos del abdomen flojean, la respiración és irregular, "algunos siguen adelante, uno nunca sabe" dijo el médico. Manos entre mandíbulas, mandíbulas estampadas en la carne. Llantos, generalizados. Y una voz ahogada "apenas hemos podido conocerlo". Así era, la gente vive tanto o más los volátiles años de la juventud, la universidad, que todos los años que forman infancia y pubertad, y el se había ido por aquél entonces, a hacer carrera.
"DIME, ¿QUÉ VAS A QUERER COMER EN TU ÚLTIMA CENA?" Pero él no estaba consternado, paralizado, estaba agarrado a la silla. El teatro era grandioso, tantas tribunas que la vista no alcanzaba a distinguirlas. El color rojo dominaba, el escenario estaba perfectamente iluminado, un foco encima de él que le impedía ver con claridad el rostro de los espectadores. La primera fila estaba vacía, en cada uno de los asientos había un cartel de "Reservado", el resto de las butacas: llenas. Amigos, parientes, conocidos. Todos estaban callados y le miraban. Una porfunda y apagada sonrisa, luego palabras: "LA VIDA ES COMO LA CAÍDA DE UN PÉNDULO, LA GENTE VIENE Y VA, LOS SENTIMIENTOS, TE SIENTES FUERTE, ESTAS LEJOS DE ELLO. TOMAS AIRE, RUEGAS A DIOS QUE TODO TERMINE Y LUEGO TOMAS EL AIRE SUFICIENTE PARA COMERTE LA VIDA. LAS COSAS BUENAS, LAS MALAS, NO TE PREOCUPUES, VOLVERÁN. PREGUNTATELO AHORA: ¿VALE LA PENA LA CAÍDA? Y RESPONDE, PUESTO QUE AQUELLOS DE ALLÍ AQUELLOS QUE NOS MIRAN, QUIEREN UNA RESPUESTA", "quiero madalenas, leche con madalenas". Aplauso generalizado, la gente se levanta, cae una rosa sobre el escenario, Muerte se levanta, le coge del brazo y se lo alza. Tímidamente, esboza una leve sonrisa, repite "leche con madalenas". Y estalla de nuevo el júbilo.
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Human_Equation
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