Castillos en el Aire, III


Y al final, castillos en el aire. No lo hice. No me acerqué. No me hice descubrir. No. Me quedé conmigo mismo. Qué fáciles se antojan las cosas en sueños, qué fácil es también despertar de ellos y no poder volver a inmersarse en ellos porque ya no se tiene sueño. Lo mismo pasa en vida, se pierde el sueño, los sueños.

La ves, la dejas pasar. La ves, la dejas de mirar. La ves, la dejas de desear. La ves, la dejas de pensar. No la ves.

Perdiste tu oportunidad: no supiste tocar la nota para emocionar, cambiarla para hacer llorar. No supiste actuar en tu última actuación; te quedaste tras las cortinas. Y ahora sólo eres una sombra, en principio reflejo de algo en vida. Hasta que pasas a ser un juego de la China; son sus finas manos las que ella usa para evocarte en su muro de las lamentaciones, hasta que un día una de tres:


La única vela que tenemos se consume.

Las finas manos se cansan de hacer vivo nuestro contorno.

Los ojos se aburren de nuestros juegos murales.

Hubo un día en el que pudiste evitar pasar por todo esto, hubo otro día (este ya más próximo) en el que pudiste cambiar el final del relato. Hoy, sólo puedes cambiarte a ti mismo. Empezando por entender porqué los perros de Goya, se hunden en el desierto. El que quiera entender que entienda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por eso hay que adoptar otra postura y tomar cartas en el asunto. Olvidar los brazos cruzados y pasar a la acción.
Si no vivimos hoy, ¿cuándo?
Por cierto, "El que queira entender, que entienda" es una de las canciones de Mägo de Oz que más me gustan. ¿La has escuchado?
¡Un abrazo!

ricardo dijo...

joder, ya hemos descubierto juguete nuevo, el tipo de letra variable. La que nos espera...
(por una vez y sin que sirva de precedente, la selección de cuadros no está mal)

Anónimo dijo...

Dicen que una verdadera oportunidad se produce sólo cuando se juntan, en un mismo instante, una casualidad y una preparación suficiente. Sin lo segundo, la casualidad sólo traerá frustración y desesperación, así que es buen propósito, en su caso, el de cambiarse uno mismo -para bien-.

C.

Felicidades, de un seguidor ¿anónimo?