"Hay, pues, un arte, en este caso la música, que es más lírico que la propia poesía lírica (...) lirismo designa cierta manera de ser (...) el poeta lírico es sólo la más ejemplar encarnación de hombre deslumbrado por su propia alma y por el deseo que sea escuchada.
Desde hace tiempo, la juventud es para mí la edad lírica, o sea la edad en la que el individuo, concentrado casi exclusivamente en si mismo, es incapaz de ver, comprender, enjuiciar lúcidamente el mundo a su alrededor. Si partimos de esta hipótesis (...), el paso de la inmadurez a la madurez es la superación de la actitud lírica (...) el novelista nace sobre las ruinas de su mundo lírico"
El hombre del traje gris, que pronto debe sacarse un sucio calendario y ver que llega el mes de abril, ha madurado. Terminó ya para él la edad lírica. Los poetas han muerto y han nacido los novelistas. Ahora que ya perdió el tren, el hombre del traje gris ve claramente los colores del mundo, ¿cómo? ¿No han oído hablar de la luz al final del tunel? Pues eso, el tren partió (sin él, con otros) y el túnel está despejado. El mundo ya no sólo tiene tonalidades grises sinó que es de colores. Otra forma de ver el mito de la caverna; si ves las sombras es que hay luz.
Oh querido lector, cuantas preguntas, ¿verdad? ¿Quién es el hombre del traje gris? ¿Realmente antes no veía colores? ¿Hácia dónde irá? demasiadas preguntas. Podría yo contarte las historias de sus amores o hacer que se topase con alguna muchacha, con algun rufián y encomendarlo a interminables y emocionantes aventuras. Podría. Pero no, el hombre del traje gris, se detiene, observa el mundo con sus colores, no en vano es primavera, ¿se maravilla? ¿se decepciona? Déjemos eso para él, sólo diré una cosa, él no lo escogió, y no debemos olvidarnos que uno no pierde trenes por voluntad.
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