¿Qué harías si fuera tu última noche en la Tierra?

Ante esa pregunta nos haremos los gallegos y responderemos con otra pregunta, ¿Adónde nos iremos? Surgen otras por supuesto ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Con quién? Pero la que más estragos causa es la de ¿Adónde nos iremos? No importa eso, nos responderan. La esencia de lo que busca el que pregunta se encuentra en otros sitios, sitios que están mucho más abajo, sitios que responden preguntas mucho más sencillas. ¿Cómo estás? seguro que preferimos que nos pregunten este tipo de cosas, nosotros decimos; bien tirando.

Sexo, seguramente se nos ocurría eso. En mi última noche en la tierra bien tendré que follar ¿no? Mira que llevo noches sin hacerlo, joder pero en la última... ¡Faltaría más! Respuesta incorrecta; está falta de emotividad, epicismo, sí el momento requiere de una respuesta épica, una respuesta trascendente, el sexo como todo el mundo sabe es algo muy bajo; hay que hacerlo en la cama, que suele ser baja e incluso puede prácticarse en el suelo, y todo el mundo sabe qué no hay nada más bajo que eso. El suelo. Drogas, alguno pensaría; alchol, algo más duro. Una fiesta. De despedida claro. Algo dionisíaco, para exaltar los sentidos, quién sabe lo que se puede disfrutar allí fuera, si es que llegamos después de la cogorza. Otros atribuirían el consumo de tales sustancias al que hace la pregunta. Hace bien. Es mejor ir pensando en lo que haremos, no fuera caso que el fin del mundo nos pillara rascándonos la cabeza.


Sea lo que fuere, seguramente si tuviésemos una pizca de idea acerca del cuadro de Dalí que ilustra este relatillo, entenderíamos mucho mejor la naturaleza de la pregunta y seguramente también de la respuesta, así como el temperamento de quien nos la pregunta.

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