Cuentan varias cosas los libros de caballerías, entre otras que el caballero sirve a una dama, una dama a la que hace un juramento, un juramento de fidelidad, otrora el caballero se servirá de más damas, pero jamás las amará. El caballero por el honor de su dama se batirá en duelo a sus semejantes sin otro motivo que el cortejo. Por otra parte el caballero luchará por valores justos y rectos y entre gesta y gesta como símbolo de descanso esté penetrará en un bosque a buscar reposo. Está también escrito que el cabellero entrará en un triangulo amoroso en el cual él tomara un papél esencialmente trágico-romántico; la dama es esposa de un señor, y el vínculo entre la dama y su caballero será por lo tanto esencialmente ilícito y prohibido. En general, n el códice de honor del caballero le impedirá ser débil ante la amenaza de la carne de forma que su amor jamás se verá materializado.
Un relato muy ilustrativo acerca de lo que aqui se escribe, contextualizado en la de sobras conocida saga artúrica es el poema de Sir Gawain y el Caballero verde. En este un misterioso y etéreo caballero verde se presenta en la corte del rey arturo para desafiarle a un combate desigual en el que blandiendo el hacha del susodicho caballero, el rey debe intentar cortarle la cabeza. Sir Gawain acepta el desafío aceptando que pasadas las cuatro estaciones deberá este someterse a la misma prueba. Sir Gawain corta la cabeza del caballero este se incorpora, recupera su cabeza y reclama el cumplimiento de su cláusula. Al pasar el tiempo acordado Sir Gawain parte bravamente en busca de tan extraño personaje pero en su camino es retenido por una generosa corte que le ofrece honores, cobijo y algo más; la seducción de la dama del lugar. Sir Gawain llega a mostrar flaqueza al besar a la susodicha en un bonito juego que se repite durante tres dias con el señor del castillo. Finalmente el mismo Caballero verde resulta ser el propio señor y este no le ajusticia en el momento capital; al blandir el hacha y dejarla caer sobre el cuello de Gawain, este vacila en el último momento, dicha flaqueza es atribuida a la flaqueza que mostró con respecto a la dama. De esta forma Gawain regresa a la corte con el honor mancillado y recibe la moraleja de su propia historia
Y bien, M. también es un caballero. Y siempre lo ha sido, pero a él le han acontecido otras aventuras no menos dignas de tal lirismo. Y el también ha sido transformado, el también ha percibido el filo de el hacha en su cuello. Pero M. se quita el yelmo, tira su espada al suelo, suelta su escudo. M. ya no quiere ser más un caballero. Ya no. M. quiere ser el rey de un reino. Y poder cambiar su reino por un día mas. Poder cambiar su reino por un corazón. Poder quebrar un lado del triangulo del amor.
Para poder así andar entre dos vértices. Hacia una arista, hacia una única lejana y puntiaguda arista, en donde a pesar de le duela estar, al penetrarle en el corazón no se la pueda ya quitar, de la sangre que podría llegar a derramar. Sin poder cambiar su corazón por un dia más.
1 comentario:
Como decía más o menos aquel dramaturgo inglés:
Mi reino por un poco de caballo!
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