Enfrentarse no forma parte de la naturaleza de todo el mundo; el conflicto, el eterno choque entre los que se creen buenos a su manera y malos "sólo lo son los otros", ambos buenos, ambos malos. El eterno choque entre el bien y el mal, la vida en blanco y negro. ¡Y zas! Alguien dió el paso, Más allá del bien y del mal. Punto de fuga: todo concurre. Todo viene de un absoluto que al dividirse entra en conflicto. Frío y calor, no se escapan, la naturaleza no se escapa; No me gusta el frío. Pero a veces puede ser bello, y las cosas bellas sí que me gustan.
Esta mañana, gris mañana, me he levantado temprano como de costumbre y me he vestido según las costumbres que mandan nuestros tiempos, una ducha, para mantener el mito europeo de que nos duchamos una vez al día,y para la calle; abrigo, bufanda, guantes, ¡bah! Lo habitual.
Y entonces lo inhabitual; París cubierta de nieve, cubierta de una consistente y creciente pátina blanca.
Hay un lago, cerca de donde vivo, se llama el lago de Picpus, allí es normalmente dónde suelo correr. Aclaro: para mi correr es como un ritual sacro, religioso, no corro en cualquier sitio y cuando lo hago, lo hago como un feligrés verdadero; voy a misa todos los días que tocan las campanas. Y ojo mis misas suelen rezarse al atarceder, dónde el día se encuentra con la noche y todo es más bello; el crepúsculo. No sólo el domingo, o a la misa del gallo. En mi natal Tona, el pelegrinaje cíclico era al monte del Castillo, en Madrid, era el Templo de Debod, en casa de mis padres es el monte de Sant Marc, en Bruselas el Fôret des soignes y en París ni los Jardines de las Tullerías, ni Trocadero, ni los Jardines de Luxemburgo ni nada por el estilo: El Lago de Picpus.
Situado en los límites de la ciudad, està en el 12ème Arrondisement, le da nombre a toda una zona y es un sitio habitual de perenigraje dominguero en toda su expresión, y allñi doy vueltas. Recuerdo un día de diciembre, antes de volver a casa, en el que vi colgados unos carteles en los árboles limítrofes con el agua, "¡Atención! No acercarse al hielo" y rodearon el lago con una cinta policial, eso fué objeto de mi más aspero escepticismo y por consiguiente de mi predecible ignorancia. Cuando volví hace unos días, el lago estaba helado por completo, tan sólo una pequeña parte, me imagino que a propósito, no estaba helada, y en ella, estaban todas las pobres criaturas del lago; patos, cisnes y algún otro que mi corto conocimiento de ornitología (si es que se llama así) no reconoce. Pero ah hoy, hoy había nevado.
Y todo, todo, estaba blanco, la luz que se reflejaba en el manto gris que cubre el cielo, el lago cubierto de nieve, la nieve sobre la nieve de sobre la tierra, gggggr, ggggr, cada paso es un acariciar grácilmente la belleza del invierno, todo blanco, los árboles negros y yo corriendo, corriendo vestido completamente de negro:
El Cisne negro que vuela sobre la blancura, oh ¡Vaya! creo que ya lo tengo...
1 comentario:
A ver si te haces con una cámara y nos enseñas la capital del amor vestida de novia...
¡Un abrazo!
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