El tió, "toda la vida se ha hecho", pero poco tiene ya que ver con lo que recopiló Francesc Mistral en su Memòri e raconte del siglo XIX. Aquél día los laboradores terminaban antes para poder el leño al fuego en sus hogares. Muchos lo hacían juntos, a modo de celebración y este leño tenía que ser de un arbol frutal. En el caserío se debía dar tres vueltas alrededor del leño, hecharle al fuego, hecharle vino y exclamar algo así como "¡Alegría! ¡Alegría!" En la nochebuena llegaba todo el bien, "¡Brote el fuego, arda el leño!" .
Este rito altamente pagano, (el que se conserva está altamente crisitanizado) no es único y exclusivo de tierras catalanas, y se metamorfosea según consideremos; en catalán es el tió, pero en Taüll es la tronca de nadal, en la Ribagorça la rabassa, el conco del foc en el Pallars y la soca de Nadau a la Vall d'Aran. En las vascongadas es el personaje del Olentzero, en Andalucía el tronco de Nochebuena y ern la provenza el lou cachorfio, en Francia le tréfoir en la alemania Westfalia der Christbrand... Flandes, Inglaterra y hasta los pueblos eslavos.
Pero sólo en Catalunya se conserva ¡y de que manera! Absolutamente infantilizado, banalizado, vendido en el mercado medieval de Vic si hace falta o en el de Santa Llúcia con una ridícula barretina y una sonrisa pintada... Caga, es decir, defeca, extreta, hace popó con regalos al son de: "tio tio caga turró pel naixement de nostre senyor, si no cagues turró et donarem un bon cop de bastó" y no sin antes haber rezado un padrenuestro. Costumbre de la Catalunya rural que llegó a Barcelona a eso del siglo XIX con las migraciones. Pero esa costumbre rural no era exactamente la que se cuenta en este párrafo, sinó la del siguiente.
El tió centraba el ritual del Fuego Nuevo, la fiesta solsticial (totalmente pagana). Casa en sombras y hogar apagado. Se bendecía, se colocaba en el hogar y se prendía. Mesa de nochebuena cubierta y lista para la cena. Sobre la mesa el pan Nuevo amasado con harina de la primera gavilla de la siega anterior y el vino nuevo de la vendimia reciente. Se ponía el tiempo a cero y el mundo y la vida empezaban de nuevo: era la liturgia del Sol Nuevo.
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