Conté un dia una ventura de M. que hacía algo como lo que sigue; estaba él en una parada de metro leyendo en el andén, sin escuchar ni mirar al mundo, M. quería con mucho aprecio su punto de libro; este era original del Gran Bazar de Istambul capital de capitales, lo había adquirido en esa ciudad 4 o 5 años atrás en un viaje que hizo a la capital Otomana, ese punto de libro, decorado con bordados en tono de alfombra, tan famosas en Anatolia, ese había acariciado las páginas de muchos libros y había sido testimonio del crecimiento literario de M., ¿Qué pasó? Lo que pasó fue sin querer: Traca-traca, traca-traca... se acercaba el gusano de hierro por ese tubo oscuro, al verle, M. cerró el libro, el punto de libro ansioso de ver mundo y con ayuda del aire se salió del libro y fue a caer, no caer no, planear hasta suavemente posarse sobre los raíles del metro, y así, como vino, se fué.
Fué culpa del azar diría yo ahora mismo, además es recurrente ya esto que voy diciendo ultimamente acerca del azar, azar por aquí azar por allí, están los juegos de cartas, o por extensión los juegos de azar (todos aquellos que se juegan con dados )... es decir casi todos los juegos.. y bien, no han oído nunca eso del ¿Juego de La Vida? Consulten un momento el siguiente enlace de este mismo Blog: Este juego tiene un principio determinista, tiene 3 reglas principales y a partir de ellas... alá la vida.... sin embargo, a la que todo crece se nos descontrola, entra en el campo del azar y de las probabilidades. Azar, azar, azar. Todos los juegos son azar y podríamos metaforizar muchos de esos como la vida misma, oh el azaroso juego de la vida.
No es entonces casualidad que al perder su querido punto de libro y con esta incertidumbre que nos brinda la vida M. decidese no poner tanto cariño a su próximo punto de libro, así que el siguiente que escogió fue una carta de una baraja Francesa, el tres de corazones. Típicamente los corazones en la baraja francesa representan a la iglesia... vaya por Diós. El motivo de M. no fue religioso, bueno sí lo fue en cierto sentido. Lo escogió pues así se sentía el en su vida amorosa, tripartido y además todo fruto del azar, lo encontró bonito y así pasó ese tres de corazones a marcarle los libros. Vaya, si yo fuera de él consideraría poner el dos de corazones. que puto el corazón humano se decía en el Amor en los Tiempos del Cólera si es que como es posible que cuando la muerte nos reparte las cartas para jugarnos la vida, raras veces nos brinda el as de corazones... será porqué todo lo mata y todo lo sobrevive, ya saben, amores que matan nunca mueren
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