Una idea que no es original, como no lo es ninguna, es la de las múltiples dualidades del infinito, o mejor dicho, de "lo infinito". Primero tenemos la dualidad cromàtica del infinito, el infinito blanco, el infinito negro, con sus variaciones claro, como el infinito azul símptoma de largos oteos al horizonte marino. Segundo tenemos la dualidad contingente del infinito, es decir la discusión de lo que contiene: Todo o nada. Tercero, y motivo de este post, la dualidad direccional: el infinito hacia afuera o el infinito hacia adentro. Me explico con un ejemplo, hoy en el avión de vuelta a Bruselas en mi ventanilla tenía las nuves blancas, el cielo azul claro que con un ligero esfuerzo que puede provocar tortículis se torna oscuro y huele a espacio exterior, ergo el infinito "hacia afuera". El otro, el infinito "hacia adentro", es el que se ocultaba en ese momento en mis entrañas, dentro de mí, el que cada uno de nosotros, y no sólo cada uno de nosotros sinó cada cosa material de este mundo tiene en sí, y en cuyo centro (de estos universos infinitos hacia adentro) se encuentra el alma de todas las cosas, siempre en sentido figurativo. Dado por bueno el ejemplo ahora lo doy también por definido. Extendiéndome en este pensar, veo en esta inadvertida dualidad del infinito la misma dualidad del mundo, visto desde lo humano. Me explico, esta vez no con un ejemplo, sinó con una construcción: Descartes escribibió "El hombre como el controlador de la máquina naturaleza", y al leer esto el hombre occidental se tornó en científico y se puso a estudiar el infinito "hacia afuera" y se olvidó del infinito "hacia adentro", el infinito "hacia adentro" fué conservado por esa otra cara del hombre la artísitco-cultural, y a través de la novela por ejemplo, escudriñó aún este otro infinito. Pero ay, ¿y que pasa con el hombre de hoy? Este hombre que ya no necesita poesía, que es espectador de la história,
que cambia el arte por la imagologia, por la imagen por imagen. Ese fué quizá el error de nuestra civilización occidental y quizá a través de ello podrían explicarse muchas cosas incomprensibles, como por ejemplo el trato que "nuestro dios" nos ha dado a través de los siglos, siempre tan hacia afuera y nunca hacia adentro. No ocurre esto por ejemplo en las culturas orientales, en donde bastantes de sus preocupaciones se centran en ese infinito hacia dentro.
Pasa que para él, para el hombre occidental, sólo existe un infinito, y no digo que sea más grande que el otro, però eso sí: no está acotado, no tiene paredes y por eso sí, por eso nos ahogaremos en ese mar con horizonte que antaño oteamos.
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