Hay ciertos dias en los que uno se hecha en la cama y de repente antes de dormirse siente como estamos vivos; nos late fuertemente el corazón. Se nos hincha el pecho, se desincha, nos concentramos y somos capaces de sentir el fluir de nuestra sangre, el fluir de la vida que irriega nuestro cuerpo, se nos hinchan y desinchan las manos, el cuello... tuc tuc, tuc tuc.... Tuc, estamos en medio, tuc, incertidumbre, ¿seguirá latiendo? tuc, tuc.
Mucho se ha escrito y es una diana de fàciles metáforas, en concreto en el mundo de la música, al menos al que tengo más próximo, tengo frescos ejemplos. Recientemente Nightwish en sui nuevo álbum, en la magnífica "The poet and the pendulum", escuchamos ahí el latido del corazón, o en "Dream Thieves" de Sonata Arctica. Pero como no, en la balada de Helloween, "In the middle of a heartbeat"; I found out In the middle of a Heartbeat And the more I try to Be your light I cant get any closer To your heart"
Para mi esa sensación es la pura esencia de la vida, lo veo de un modo positivo, es decir, mi corazón late, estoy vivo y esta es su máxima manifestación. Sin embargo no tiene porqué ser solamente interpretado de esta manera, el ejemplo anterior acerca de la música no era en vano. Una canción tiene un tempo, un ritmo, unas pausas. y el tiempo tiene un inicio y un fin. Y en vano nunca queremos que la canción termine al final de su tempo, si es buena claro. Bien, una canción si, pero una vida no se puede rebovinar y darle de nuevo al play, almenos que sepamos. Y es que nuestro tempo no viene marcado por un pentagrama o un temporizador. Nuestro corazón está ahí para recordarnos que cada latido dado es irremplazable y que quedan menos para el latido final, un macábrico temporizador que nos recuerda que la canción concluye.
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