2D


Si un día te sorprende
con un amanecer 
y un atardecer
volumétricos

Si el resto de las 
horas te parecen
planas Vacías
Sin música

Cuidado Alicia
¡Cuidado!
No mires
A través del espejo

Cuidado Alicia 
¡Cuidado!
No dejes 
que muere el mediodía

De lo contrario

Te volverás bidimensional
por capas
y tendré que buscarte
entre mapas

De una suerte 
de fín del mundo
en el País de las Maravillas

PODCAST: Je ne regrette rien



Podcast del texto "Je ne regrette rien" de Marzo de 2010, aunque el texto estuvo resguardado en una libreta desde mi última visita a París en Octubre de 2009. La canción editada que aparece es "In this light and on this evening" del álbum homónimo de Editors. El Podcast fue grabado en una tarde -la primera de lluvia en Madrid en 45 días- en que ocurrió una triple coincidencia con París. Después de ver "Dreamers" -justo al terminar de grabar el Podcast-, resultó que la película terminaba como éste, con Edith Piaf -que en el Podcast también sale en el principio-.  Es muy oscuro, demasiado, ni yo ni París merecemos tanta oscuridad. Pero salió así. El texto ha madurado así con el tiempo.

PODCAST: Castillos en el Aire



Con un estilo un tanto cinematográfico llega este podcast en el que domina la música ambiental, esta vez no hay canciones de nadie más que loops originales de Garage Band. El texto es el de "Castillos en el Aire, I", de Noviembre de 2008. Recomiendo escucharlo con el texto enfrente.

PODCAST: Los Peligros del Amor



Podcast del texto publicado en Octubre de 2010, "Los Peligros del Amor". La música que lo acompaña es un fragmento recortado y filtrado de la canción "She's Awake" del álbum "Missa Atropos" publicado en 2010 del grupo noruego de Art Rock Gazpacho.

Muerte, propagación exponencial y vida basada en el monóxido de carbono


Uno: ¡Adiós!
Otro: ¡Adiós!

Desconexión
desconexión
desconexión)
des(conexión)
des (conexión)
des( conexión )
de(s  conexión  )
d(es   conexión   )
(des    conexión    )
(  des      conexión      )
(    des        conexión        )
(        des            conexión            )
(                    des                        conexión                        )
                     des                                                                    conexión
                                                                                         Conexión
                                                                                           COnexión
                                                                                            CO-nexión  
                                                                                      CO         nex(o) (i´n)
                                                                                            CO-nex(o)
                                                                                             COnex(o
                                                                                               Conexo

                                                                                                    Otro: ¿Hola?
                                                                                                    Uno:   Hola

Arco Voltaico

Ambos sonreimos en los avatares del mundo.
Una sonrisa que curvava el plano de la realidad
y lo hacía esferas que contenían aquella alegría
tan tuya

que era el albor de la vida, tu eterna sonrisa
la luna creciente no era más que una banda
hasta que tus labios arco de ciento ochenta grados
la curvaron a tu imagen y semejanza
como el Sol hacedor
temed hombres cuando esta se apague:

 No habrá mañana.

Table Mountain

I.

Hemisferio sur
esa parte de la esfera
incógnita o remota
bajo un horizonte
dónde sigue habiendo un norte
que concibe lo esférico

LA LUNA SE INVIERTE

un espejo perfecto
refleja tu ausencia
en un mar albedado
me habla
susurrando
aquí hay fenomenología inversa

 EN LEJANÍA TE SIENTO CERCA















II.


El fín del mundo es
un lugar geométrico
de coordenadas variables
y denominadores comunes
cielos encendidos
piedras angulares
oceanos planos
y una naranja-ardiente
ausencia de tí




















Las Antenas

I. (La Teoría)

Tres veces cien millones
de metros por segundo
hacen que todo cuanto
sucede en el sistema
tierra-cosmonauta-luna
sea un relámpago.

No es entonces hasta
que nos alejamos
antipódicamente
en este geoide mágmico
el uno del otro
que no se confirma
La Teoría.

La aplicamos;
nos acerca
a escasas milésimas un
encuentro digital
de nuestra carne.


II. (La Práctica)

Kilómetreos y kilómetros
que los recuerdos no alcanzan
los lanzo, omnidireccionalmente y nada
eco sordo en un mar aereo
cavidad de resonancia
cetacea zepelínica
tan lejos y no obstante
nos queremos tan cerca
vencer casi exactamente
ocho mil seiscientos
quilómetros de añoranza
cuarenta y tres mil minutos
de carrera cuya marcha
sin duda emprendería
si en la meta simplemente
estuvieras

El Cielo

I.

Los aviones tienen horizonte
propio singular
mar de tranquilidad
almohada de nubes
se extiende estática
sus cielos sólo los surcan
leviatanes de metal remache
espinazo orgánico
rorcuales mecánicos de
trayectorias cuasi-orbitales
cuyos estomagos llena
la vida de las profundidades

amanece en el mar de tranquilidad
su fauna juguetona
traza el rastro de la vida


II.

¿Perseguimos al horizonte?
nos necesitamos a nosotros
y a un aeroplano
que vuele a
dos Pi seis mil quinientos
y pico entre veinticuatro
quilómetros hora
-eso siempre es-
con gafas de aviador pirelli
avistaremos un horizonte
-siempre siendo, estando
en esencia copulativa-
y buscaremos ese lugar
geométrico celeste
y lo que siempre es
dónde estaremos nosotros


Dos números de referencia


0904 2310 2011

cuando pasados cuatro minutos
aún se escuche
el eco vibrante de nueve campanas
en el plano eclíptico

pensaré que la llegada del otoño
prende definitivamente fuego
alrededor de ese escorpión
amarillo, naranja, rojo

cuando caídas las hojas
marchitas
no entiendan
que la naturaleza lo hace por ellas

pensaré que la llegada del otoño
enciende el fuego mis brasas
que han de darte calor
y dejarnos vivir el invierno

40° 26′ 13″ N, 3° 43′ 18″ W

una columna
resplandeciente a la luz del
sol venus y luna
una servidumbre aérea
al servicio de un mar
de hormigon y acero
náufrago de aguas
que colinden con tu piel y
tu geometría
Expuesto a riesgos,
por dejar que construya
ese puente
que unirá ambos lados

Tolerancia Cero

Como aquellas trazas suaves
de aviones imposibles
que acarician la esfera de un 
planeta que nos cabe en la mano
la vida empieza y termina
el pintor con pulso firme
trazo constante
entra en contacto con la tela del
espacio y tiempo,
levanta
el pincel.
La vida en dos puntos
:
tolerancia cero.

El sonido viaja lento
primero el golpe,
después el repicar,
-lo veo, oigo-
me gustaría conocer el desfase
-entonces-
del sentir
Y así
discretizar cada unidad indivisible de vida
8
tolerancia inifinita.

A veces, sucede que los aviones imposibles
penetran nubes
Ni por encima
Ni por debajo
se desvanecen
Y por un momento,
0
tolerancia discontinua.

Si se intersectan nuestras estelas
tolerancia cero partido por inifinita
Estudio detallado de la indeterminación con respuesta Vida

PODCAST: Oda a la Luna



Esta vez el texto es Oda a la Luna publicado este agosto. La música que lo acompaña es "Zaephyr Skies' Theme" del LP de Luca Turilli "Prophet of the Last Eclipse" publicado en 2002. Además la conversación por radio está extraída de "Venus Express, give me a GO/NO GO for launch..." publicado el 9 de Noviembre de 2005 por la Agencia Espacial Europea se trata de la confirmación del inicio de la secuencia de lanzamiento de la sonda Venus Express.


Latitud Sur


Dedos que en tactilizar un cuerpo
dibujan meridianos, paralelos
encuentran puntos de interés
niveles geodésicos de pendientes
inabastables por cualquier
sentimiento, dónde resbalan las
emociones. los lunares coordenados
24 grados latitud sur. sobretodo
sur. sur surcando esos mares planos que
se erizan. ese cabo verde,
tierra del fuego, oceanía, tempestades,
leviatanes, odisea, cuatro mares.
el ojo de un huracán que
arrancará las sábanas y dejará
un mapamundi con la impertinente
traza de unas nubes erráticas, fin.

Rojo Verde Azul


La farola izada cuya candela nocturna es un misterio
la enchufan, gasta, naranja atómico y los funcionarios la justifican a horas
un brillo, alguna polilla, una resistencia

La bombilla que cuelga no encierra ningún misterio
la enchufas, gastas, blanco neutrex del futuro justifica que harás a esas horas
un brillo, un calor, un resistor

El led discreto del display tampoco tiene misterio
lo enchufas, gastas, rojo verde azul, y también dá las horas
un brillo, baja temperatura, unos pico óhmnios

Un reflejo de tus ojos sí encierra cierto misterio
los abres, me miras, nudo, pálpito, emoción, gota y ahora
pirámide de diamante que polariza

la ténue luz que brilla en mi interior
Todo el espectro discretizado en 256 colores
Y aún así soy incapaz de

encontrar palabras del tono preciso, 
un matiz, como para describir el sentimiento que 
ilumina esa mirada entre las sombras que me habitan

Los pros y los contras de una ventana abierta


Vivir en complitud sería considerar el día de tu nacimiento y el de tu muerte. Cierta abstracción no es posible. Sería -probablemente- algo muy parecido a verte desde el otro lado de una ventana abierta de un cuarto piso sin repisa. La gravedad de las dos situaciones comparadas lo impide: la gravedad de la muerte nos impide la consideración en complitud y la gravedad como ley física la contemplación de nuestro interior desde fuera. Por ello hemos aprendido a contar los años, a discretizar nuestra vida. Es imposible que tengamos un recuerdo continuo de ello, por ello discretizamos: cogemos puntos, de aquí y de allá e hilamos más fino cogiendo más de aquello que sucedió en momentos más interesantes o de momentos en aquello más interesante que sucedió -que no es exactamente lo mismo-.

Vivir entones de forma discreta es vivir en una constante elección, ¿cual es el pro? ¿cual es el contra? de cada situación me refiero. Podemos llegar a discretizar tanto nuestras vidas como para recordar todo el marco tanto físico como cronológico de una acción tan simple como la de atarnos un zapato una mañana cualquiera en la que corriste una cierta cantidad de aquél más de millar de quilómetros que llevas recorridos. Entre el quilómetro 12111 y el 12120. Un recuerdo tan vivo como el de la primera vez que por tu propio pié, te ataste el primer zapato.

Así que debemos debatir cual debe ser la resolución de nuestros recuerdos, el espectro de cada uno de ellos, y de cuantos puntos debe estar coformada la malla de nuestra vida, la suerte de tablero de ajedrez con decenas de reinas sin cabezas, un rey sin reino, peones encallados, torres caídas, caballos famélicos, pues así sería el paisaje al principio de esa mesa blanca y negra discreta de una suerte de ajedrez Hescheriano vital, y que sólo al avanzar hasta el horizonte de nuestro presente, llegaríamos al páramo del rey con reino, de la reina única y de la torre de marfil, de los corceles con barda y fardo y los alfiles vivos y traicioneros, los peones trabajadores que avanzan hacia un futuro de reglas estipuladas y jugadadas aprendidas, ése precisamente, ése, es el contra de una ventana abierta.

Podríamos preguntarle al peón que quiere ser reina, ¿cuánto valoras tu vida? Dirá que vive recorriendo un camino para ser otro, que él sí podrá vivir en complitud pensando en su primera jugada de la partida y en su muerte metamorfoseada y probablemente nos diga lo siguiente, que él disfrutó del camino, que él valoraba todo lo discreto que contenía cada segundo infinito de su vida y que vivir por vivir, encontremos una complitud entre cada minuto que nace y que muere: el pro de una ventana abierta.

Infinitésimos

Recuerdo a la perfección el día que mi padre olvidó en su despacho una de aquellas lupas de bolsillo, del tamaño de un llavero, para ampliar un tejido o una fibra. Aquél día, sin aún saberlo, mi padre me cambió la vida.

Comprender que alrededor de tí y de mi hay un espacio infinito. 

Siempre me ha parecido que la estructura de los números Reales encierra en su conjunto una doble infinitud poética y que me arrastra -inevitablemente- a querer atravesar una pared cualquiera.

Supongo que en estos términos no hay mejor forma para comprender el mundo que cogiendo un trozo de tela cualquiera y verlo a través de una de esas lupas de bolsillo.

Entre el cero y el uno hay infinitos números, o lo que es lo mismo

Comprender que entre tú y yo hay un espacio infinito. 

entre el cero y el número más grande no sólo hay números sino que también están todas las direcciones y sentidos de esta vida.

Que todo está hecho de ceros y accidentalmente lo rellenamos con un orden aleatorio. Que algo a su vez es infinitamente pequeño, un infinitésimo; inifinitamente grande, un infinito. Que el tiempo y el espacio también juegan un papel derivado en este juego. Derivado de haberme encontrado contigo gracias a tu cierta posición en un determinado instante. Juntar todos éstos y aquellos conceptos y comprender que esos infinitos e infinitésimos se transforman en un baile imperceptible porque uno logra ver que las palabras cursivas se han logrado colar en otro espacio de este texto y en otro momento de tu lectura y que

estar contigo es
contraer el espacio y expandir el tiempo

Órbita 1973

En un día como otro cualquiera la NASA lanzará GRAIL, que nada tiene que ver con el grial (pues esa es la traducción del inglés) a no ser que pensemos que la luna es un cuerpo y que en su sangre se encuentra todo lo sublime licuado, sublimizado. GRAIL es una misión con dos naves espaciales cuasi-gemelas. Ambas estudiaran a fondo el campo gravitatorio de la Luna. En particular la humanidad -a través de una futura jerarquía de artículos científicos- conocerá cien veces mejor el campo gravitatorio de su cara clara -siempre me encuentro con problemas para encontrar un antónimo de oscura- y mil veces mejor el de su cara oscura.

A veces siento -porque es obligatoriamente un sentir- que el campo gravitatorio de la luna me atrae con más fuerza que el de la Tierra. Siento que en cualquier momento, en uno de sus particulares ascensos rectos en nuestra bóveda celeste -si se puede elegir que sea con luna llena-, montaré en raíles invisibles y me transferiré con máxima potencia a una orbita lunar, polar probablemente. Digo railes porque la única manera de asemejar el movimento de un cuerpo en el espacio es con el de un tren atravesando el horizonte. Confieso Luna que sin faltar a la verdad a veces te personifico y entonces montado en un autobús cualquiera de la Empresa Madrileña de Transportes te orbito a una distancia tal que en pericentro la tecnología de mi vista -tantos píxeles por espacio cuantificado- no me permite ver las huellas de un tal Amstrong en tu superfície selenítica. Las huellas de Amstrong y aquellas dos sondas y aquellas dos caras me hacen pensar en una dicotomía par ¿cuándo llego el hombre a la Luna?


  1. En Julio de 1969 cuando Neil Amstrong saltó del Beagle. 
  2. En Marzo de 1973 cuando Pink Floyd lanzó The Dark side of the Moon


Si GRAIL nos amplia 1000 veces el eco de ese vinilo la siguiente vez que esté en tu pericentro -sin duda se encuentra en la cara oculta de la Luna-, reconoceré en tu cuerpo todo el instinto de la humanidad, todas las locuras de la razón, todas las dudas de la verdad. Toda la amplitud de tu cuerpo resonante al estrellarse a la par esas dos sondas GRAIL, pues ese será su destino final, una mañana, tarde o noche -siempre dependerá de la longitud del punto desde que lo contemplemos- de enero de 2012. Estrellarse en tí y penetrar hasta dónde tus entrañas les revelen el contenido de tu núcleo, almacén de los secretos de tu atractivo gravitatorio, con la mala suerte que toda posibilidad de comunicación con Tierra habrá cesado y frías, silenciosas, rotas permanecerán como único producto de la humanidad conocedor de tales secretos. Hasta el día en que me levante de mi asiento en el autobús, tome el control, desafíe la mecánica celeste y te penetre.

Blanqueante Mental

RECUPERA EL BLANCO NATURAL DE TU MENTE 

Proporciona una mente fresca 
                                                                                        SIN GLUTEN 

El Blanqueante mental ********, gracias a su fórmula específica, previene la formación de ideas bacterianas y reduce las emociones ayudando a mantener el blanco natural de tus pensamientos. Su tecnología MaxBlank (papaína + PVP), combate la formación de córtex bacteriano, ayudando a devolver el blanco natural a la red de pensamientos. 

Indicaciones: Después de la consolidación neuronal realizar un blanqueado mental con 25ml sin diluir, dejando que el líquido se distribuya por todo el cerebro durante 1 minuto. Para obtener el máximo beneficio es aconsejable no hablar ni escuchar durante unos 10 minutos después de usar el blanqueado mental. Este producto contiene ingredientes derivados del encéfalo y/o hipotálamo. 

NO INGERIR 

TELÉFONO DE ATENCIÓN AL CLIENTE DE MERCADONA 
*** *** ***

Complemento Cirunstancial

¡Sucede que eres como la Luna!
te encuentro
tienes una piel lisa pálida marmórea
te encuentro
un poco fría desenfocada esculpida en selenita
Eres una idea y eterna Una sustancia completa
todos los tiempos y lugares

¿Qué sucedería si tuvieras condición humana?
te encontraría
tendrías una piel fina morena perecedera
te encontraría
un poco caliente palpable radiante de carne
Serías una realidad y finita Complemento Circunstancial
un sólo lugar y tiempo:

                                                                     aquí y ahora
                                                                     dame un beso.

PODCAST: Un Templo



Este podcast tiene su qué -mucho de hecho- de especial. El texto no es mío, es de @aleceiaga y de su poema Un Templo, el poema está inspirado en un texto mío que no verá la luz y que está verticalizado, así que véase esto una colaboración triple. Y vease la real autoría en aleceiaga. Y disfrútese por favor.

La canción que le acompaña es "Lisbon" del álbum de "Bon Iver" "Bon Iver" de 2011.

CANCIÓN: Otras Destinaciones



Tercera entrega de CANCIÓN. En este caso, se trata de la adaptación del texto "Otras Destinaciones" publicado originalmente en Julio de 2009. La base de la canción que acompaña mi voz es un fragmento de las canciones "Orion I" y "Orion II" del compacto "Firebird" de "Gazpacho" publicado en 2005. Recomiendo escuchar la canción original. A continuación adjunto el texto lírico adaptado para la canción:
Otras destinaciones saber es sello emastado sobre postal previo relamido cuasinutricional de empalagoso ajuste y perversamente dulce gusta. 
Precedido por un simulacro de sentimiento escrito, una estampa-reflejo de una belleza ajenamente retrada para una lectora sin situación en el espacio y menos en el tiempo. 
Es por ella que esos buzones se ponen rojos de la risa provocada al envasar nuestros recuerdos en una fina lamina que tardará lunas desfasadas a alcanzar el remitente, a nuestra suerte.  
Es por ello que a veces sencillamente resulte más eficiente mandar un pensamiento por ondas hertzianas. Un beso estromboscopiado. Un saludo binario. 
Y sin embargo cuán de bonita es la lectura trazada sin picar, sin proyectar, contragrafiada entre doslexodromas de las manos indudadas de tinta, ríos azules oscuros. 
Espacios horizontales que los que incostumbramos. Porque no es lo mismo dormir de pié que en estirado hacia el horizonte. 
Hay versos que no caben en tanto espacio. Palabra que exceden los márgenes. 
Pero caray no hay otra forma de saber capturar ese aire de anticuado, de siglo pasado.

Lirilizándote

Yo creo que no tenemos ni idea
bueno dicho de otra forma, mejor
yo creo que no tengo ni idea.

La mayor parte de los días,
lo consigo reconstruyendo escenas
de una memoria
es decir acelerando las partículas del sueño.

Dicho para que nos entendamos
no tengo ni idea de la magnitud del fenómeno astronómico que ha supuesto nuestro encuentro.

Travesía a través del interior

más
más Diós quiere: más
más vacío, más espacio más
más azul, verde más, más cráteres, más
más helio, más isóbaras más y más truenos más
más y neón alquitrán más, lumbre y alumbre más
más, Diós quiere más que quiera más de mi mismo: más
más cuerpo, carne más y más párpado más iris más
más sangre más rojo blanco plasma más
más mitosis más procariota más
más Diós quiere: más
más

Oda a la Luna

Sin que este texto deje de tener validez en tantos años, que sean los que sean, serán unos cuantos, puedo
decir
estamentar
sentenciar
que la gente cree saber que sólo doce personas han pisado la Luna. Sin que eso deje de ser cierto
amplio
extiendo
desparramo
el argumento y digo que doce personas han visto probablemente la estampa más
alta
sublime
imposible
que puede concebir la alquimia humana: el amanecer de la Tierra en otro mundo. Me atrevo a
decir
estamentar
sentenciar
que eso en cierto es una falsedad.
Yo en tus ojos he visto amanecer a toda la humanidad.
Yo en tu mirada he visto reflejado el deseo de todos los hombres.
Yo en tus ojos he visto

dos astros concéntricos,
dos núcleos oráculeos,
dos orbes infinitos
dentro de los cuales se esconde la esencia de todas las cosas. Es por ello que aquellos que vieron que estaban tan lejos de sus casas como humano ninguno había estado no han estado en realidad tan cerca como estuve yo de lo entrópico e infinito -el fuego primero- cuando tu mirada amaneció sobre mi pasiaje e hizo diamantes del rocío. Aquellos que llegaron en una cápsula con nombre de diós no gozaron de la misma atracción gravitatoria que sintió mi cápsula con nombre de hombre al llegar a tí,
oh, Luna.
Que esos hombres cuando volvieron a la Tierra no sintieron como la siente el mar tu lejanía y tu cercanía,
oh, Luna
y sin embargo lo sienten
mis vísceras
mi vientre
mis venas.
Sólo sueño en adquirir unas dimensiones próximas a las tuyas,
oh, Luna
-quizás con la cercanía- para poder hacer del nuestro el problema de los dos cuerpos: encontrar un centro de gravedad compartido y entonces bailar, bailar, bailar, toda la eternidad al son de una musica grabada en una pista, ésa de baile que no conoce límites. Sobreviviremos enconces a esa docena de hombres y a todo lo que por un día vieron amanecer.

última noche en la tierra

un cielo ensaetado
un aire ionizado
un mar en punto de ebullición
un suelo entretectónico

todo llevado al límite de lo soportable
todo dispuesto para que pasemos
nuestra última noche en la Tierra

dos miradas anegadas
dos bocas secas
dos manos nerviosas
dos vientres enredados

todo llevado al límite de lo soportable
todo dispuesto para que pasemos
nuestra última noche en la Tierra.




las nubes serán más bajas y nublaran nuestra mirada
el viento rozará y rizará nuestros paisajes
y los mares crecerán e inundarán la Tierra y nuestra sed
y todo penetrará todos y cada uno de los confines de nuestro único vientre


todo llevado al límite de lo soportable
todo dispuesto para que nos fundamos
en nuestra última noche en la Tierra.

Un giro de trama inesperado

Recuerdo el día, ese viernes no cualquiera. Todo anduvo por un camino en el que la sensualidad tomó el protagonismo. Tan apagada, tan cansada, tan pálida, tan tanto pero tan poco a la vez. Por eso pasaste por delante y ni siquiera sentiste mi presencia, transparentabas tanto, que pasaste de largo. "¡Eh!" exclamé, seguramente de forma más sutil, suave, no recuerdo ya, ya fue hace demasiado. Tu camisa también era transparente y blanco el sujetador que contenía un algo y un aire tan denso como ese algo, ese aire que ni siquiera compartimos.

Yo te respiraba pero tu ya respirabas otra cosa, tu olor era un preludio. Qué preludio. Lo que te de-gustaba. Canela. Sexo. Palabras, sólo palabras. Eso fueron: palabras transparentes. Como he dicho ni el aire compartimos: como íbamos a salirnos del papel. Seguramente el orígen de tu transparencia - cansancio -, esa que te cubría el rostro, se intuía debajo de tus ojeras, de la transparencia de tu esbeltez inusual de aquella tarde, tan delgada, quizás ilusiones mías.

Pero los preservativos que se deslizaron entre tu bolso te delataron. De nada sirvió que encendieras el cigarrillo con cierto estilo y deslizaras la cajetilla encima de ellos. El humo te resguardó de tu transparencia y esfumó los olores y las sutilezas.


Nos despedimos en una esquina, recuerdo, de forma discreta, sin pronunciar una palabra desmedida, desbordante, que sobrara, ya supiste. El octavo pasajero esperaba en tu portal y yo manos en el bolsillo, pisé con cierta indiferencia el suelo de aquella tarde de viernes no cualquiera.

CANCIÓN: Write me



Segunda CANCIÓN, casi un año después de la publicación del mismo. Se trata de una ligera reinterpretación del tema "Draw Me" de Sonata Arctica, tan sólo hay ligeras modificaciones en la letra así que no se me debe reconocer prácticamente nada en la parte esrita y por supuesto tampoco en la melódica. Está grabado de forma casera en Bruselas, la primavera de 2009.

Ascención de nosotros

Paseábamos juntos y te dije
                                                      mira ahí
un pájaro impactaba violentamente sus alas
contra el asfalto ardiente de una hora cenital
en la mitad de la carretera el azar le sorteaba
montado en automóbiles y motocicletas
y el azar actuaba sin intención entiendo

Paseábamos juntos y te dije
                                                     vayámonos
porque no había esperanza, si no podía levantar el vuelo
contra un asfalto ardiente de una hora cenital
no lo levantaría nunca y nadie se cercioraría
ni siquiera la rueda azarosa que le pasaría por encima
juntando su frágil y caliente cuerpo con el asfalto cenital

Paséabamos juntos y te dije
                                                    cuando volvamos,
                                                    ya quizás nada exista.

Viscosidad Dinámica

Los ingredientes para pasar una eternidad son sencillos,
mesurables, tangibles, finitos y cerrados en contornos.

Pero debes cuidar tu partida; si la Luna está llena y cenital,
entonces tu sangre y tus lágrimas; serán muy fluidas.

Si la Luna es nueva y se atreve a mostrarte su cara oscura,
entonces tu sangre y tus lágrimas; serán muy densas.

Pues ella lo puede todo, hacer pesados o ligeros tus pensamientos,
decidir si es momento, o no, de ponerte en órbita interplanetaria,
y pasar allí una eternidad mesurable, tangible finita y cerrada.

Un cartucho de sueños



Dentro de un espacio gris monocolor de pocos centímetros por pocos centímetros se encierra un mundo. De éstos mundos monolíticos y pétreos los hay a centenares incluso miles. Y si por si esos números no fueran ya apabullantes, al tratarse de mundos, podemos afirmar que de cada uno de estos centenares inculso miles de mundos hay otras decenas de miles, de algunos incluso millones de copias; mundos paralelos. Cada uno de ellos en su única circumstància temporal, su única cirumstància espacial; un único binomio azaroso. Mundos con reglas distintas que les distinguen, en unos la vida crece del derecho, en otros del revés. En unos dos más dos son uno y en otros uno más uno dos.

[Son mundos que estaban disponibles a unos pocos miles de pesetas y por ello tenías que tener una maquinilla, la Game Boy era la guinda del pastel, aunque las hubo mejores. La mayor parte de estos ejecutores de mundos digitales están hoy en día recubiertos de polvo, olvidados en cajas olvidadas dentro de otras cajas. Un olvido cúbico. Sin embargo de vez en cuanto hay situaciones que propician la puesta en marcha de estas mundo-ejecutoras. Por poner un ejemplo; una mudanza.]

Se sentía triste por tener las manos cargadas del polvo de cosas olvidadas que ahora caerían en un olvido más profundo; eran días grises de un mes de Julio llenos de polvo de estanterías, el peor de los polvos, porque los levanta uno mismo. Lo tenía casi todo listo, hasta que por caprichoso azar encontró su vieja maquinilla en amarillo y verde oliva junto con algunos cartuchos de aquellos juegos que de niño le parecían imposibles. Y la decidió poner en ON. El Led rojo que le indicaba “¡Adelante juega, que tengo pilas!” le sorprendió menos de lo que debería haberle sorprendido, sobretodo después de tantos años en ese olvido cúbico, se le pasó por alto la rareza que se encendiera, dando paso a la pantalla principal del juego a la que extrañamente no recordaba tan bien elaborada. También eso se le pasó por alto.

Empezó el primer nivel con su personaje preferido, y la pantalla pareció adquirir uno a uno los 254 colores que le faltaban a esa pantalla cuyas líneas de píxeles parecían aumentar por momentos y expandirse delante de su vista. Se dió cuenta incluso que la silla sobre la que se había sentado cada vez se parecía más a otra cosa, otra cosa en la que sin lugar a dudas cada vez estaba más y más tumbado, hasta que le pareció, mientras avanzaba por el primer nivel, que ya estaba tumbado en algo que parecía una hamaca y que jamás había tenido en aquella casa de la que se estaba a punto de mudar. Pero parecía que todo aquello se le pasaba por alto y por lo tanto su concentración para con el ya entrado segundo Nivel del Juego seguía in crescendo. La pantalla antes de apenas alguna pulgada, se expandía más allà de la vista y los colores se hacían más vivos y matizables por momentos. Empezó a sentirse el personaje principal, sin que eso le dejara de pasar por alto y se encontró a sí mismo ante un paisaje infinito por los cuatro costados. Una planicie inclinada de hierba baja, seca. Ascendente, siempre ascendente con un camino en medio y que dejaba ver la intuición de un horizonte de azul invernal, acercándose al atarcedcer. Él ahora volaba, ahora caminaba en este paisaje que se repetía y que requería de un avance sólido pero dudoso a la vez. Empezaron a aparecer, primero algunas y al rato más, pequeños cantos rodados y piedras grises que adquirieron cierto patrón haciéndo de ellas unos antiguos e incluso primordiales vestijios de una antigua civilización. Los patrones de ruinas que construían sutiles formas se repetían, empezaron a recordar casas, huesos que contuvieron a ninguna criatura en concreto, criaturas de esa estepa túndria en plano inclinado, infinita por ambos lados y gélida de cielo azul pálido haciéndose oscuro, pendiente de encenderse en crepúsculo. A medida que él avanzaba las piedras empezaron a avanzar con el paisaje, se hacían vivas pétreras, golémicas, máquinas de esas civilizaciones antiguas, movidas por un ímpetu interior extracorpóreo, una voluntad de máquina sin finalidad alguna. Se preguntó qué hacía allí y detuvo su paso y ante él un granito antropomórfico se dirigió a él, por supuesto a estas alturas del juego, del mundo, del Nivel, se le pasó por alto que algo de tacto parecido al granito le respondiera sin articular palabra, también le pasó por alto que mientras hablaba sin decir palabra con aquél granito antropomórfico cayó la fría noche y del cielo oscuro colgó una única y pálida y tíbia estrella colgó de él, justo encima de su cabeza en un polo norte magnético imaginario. Señaló la estrella con la punta de una mano pétrera, ese es el último Nivel, llegar hasta allí, allí arriba. Pregunto que qué había allí. Y respondióle que allí, allí estaba él.

Dado un soporte raso, blanco, una nada bidimensional y de dimensiones infintas le acotamos unas magnitudes físicas de longitud y le proporcionamos de algunas reglas fundamentales podemos obtener de ellas patrones, una vida que descodificaremos en binario, llamémosle bida. Una bida capaz de empezar en si misma y terminar sobre si misma, unas condiciones iniciales que a través de algo bivo que no es causalidad se hacen condiciones finales hasta que en algún momento un ente superior lo pone en posición OFF.

Ante las puertas del Infierno

Quisiera que fuera tan fácil como llenarme de voluntad y andar hacia la terraza, correr la puerta, no sin antes haber subido la persiana de mimbre y contemplar un cielo azul. Muy azul. Azul como la idea de azul que todos tenemos. Y si entonces se cumpliera que el azul es azul, el rojo es rojo, el verde es verde, el amarillo; amarillo. Todos los colores fueran realmente lo que son y no matices, entonces quizás habría llegado el momento de ir en tu búsqueda.

Pero ¡desdichado sea! las cosas no son tan fáciles. No es por quejarme: he construido un mundo imposible a mi alrededor. Un mundo en el que temo a no poder escribir como pienso. Tanto miedo a que las palabras nunca roten sobre si mismas y salgan del plano del papel, que nunca bailen delante de los reflejos de tus ojos y una a una con un timbre y un tono parecido al mío, se proyecten en los cristales de tus ojos. Una a una. Nada más.

Empezaré cerrando los ojos y saldrán las palabras: rostro alegre, mirada perdida, sonrisa inconfusible; estallido de pelos, ahora rubios otrora castaños ¿Belleza? Sin duda alguna, belleza y además antisimétrica, labios tiernos pero imperfectos. Y qué mirada, dulce, dulcísima, de miel dulce dulce, dulce. Siempre viscosa entre una sonrisa. Ojos de otro estallido; verdes, azules, ámbar. Nariz afilada, hasta cierto punto, mejillas ahora rosáceas, ahora si te hubieras reído. No recuerdo lágrima alguna que los cubriera.

Una vez dudé pero ahora ya lo sé; fui una distracción más en el juego de tu vida, una casilla a la que llegaste entre dos tiradas de dados: porque decidiste tirar otra vez. Algunos deciden quedarse y no vuelven a jugar a los dados, pero no fuiste tu. Una vez traducí esas dudas en silencios, expectativas y expectaciones, en ser espectador, en respuestas que siempre llegaban ligeramente tarde. O demasiado, según se mire, demasiado tarde.

Es demasiado tarde. Los verbos copulativos son demasiado graves, pero hay que arriesgarse a utilizarlos. Si un tribunal me acusa por violarla con verbos copulativos entonces no tendré miedo, porque el jurado está de mi parte y además tengo testimonios de que en realidad nunca fue así, de que en realidad las palabras del mundo que he construido no han rotado sobre si mismas y no han salido del plano del papel porque pesan, el peso de las palabras, las palabras no pesan; se las lleva el viento, las palabras en boca son ligeras, privadas ellas mismas de su propio peso, de un atributo que jamás tendrán; ondas de presión que perturban las partículas que forma el aire y así se transmiten hasta que llegan a nuestro oido y por procesos físicos, electroquímicos y culturales nos dicen algo, que inmediatamente y en mayor o menor medida se convierten en un fenómeno fisiológico, no han tardado en sudarme las manos, porqué la palabra escrita pesa, sobre el papel, unos pocos gramos, son ligeras pero pesan y pocas palabras pesan tanto como las que plasmo ahora encima de esta pantalla, su peso les da múltiples significados pues quedan escritas, dan pié a la interpretación y a la inmortalidada la griega; puedes leer entre las juntas de las letras, una fuente que emana palabra, una lluvia de recuerdos en una tarde de cielo azul, azul, un momento amarillo, amarillo, para extender, tirar líneas y para dibujar, de una forma u otra, la historia de mi casilla.

He intentado durante demasiado tiempo violarte con mis palabras; te he escrito sin tu consentimiento. El silencio es la más ensordecedora de las respuestas de entre las que podías escoger. Y ya no hay nada más allá de este cielo azul, azul, azul y azul, que las puertas del Infierno.

Mira; te escribí un poema

Y menos mal que
de tanto en tanto
por tí pero sin contigo
las cosas se vuelven locas.

Y digo locas por no decir
que el mundo se centrifuga,
es decir yo sigo en el centro,
tú irremediablemente te alejas

Y la brújula da vueltas y vueltas
siguiendo el surco de un vinilo
con una vieja canción impresa.

Y claro, siempre me mareaba
hasta que dí con el remedio y
mira; te escribí un poema.

Capitán, armando rampas I

“Ventana, por favor”. {Siempre ventana. Para poder ver la más ligera de las curvaturas en el horizonte, si las nubes altas lo permiten.} [La chica joven de mirada atenta siempre dispensa los billetes con una sonrisa crepuscular, su piel es suave pero tensa, su pelo recogido en tensión bajo un gorro con los colores de la compañía.]

“Cinturón, llaves, monedas, ¡Todo fuera por favor!” [La cola es larga la gente sostiene en su mirada, en su mayoría un hastío provocado por un proceso absurdo que no se cansan de pasar, ordenador fuera, líquidos milimetrados, cinturones fuera y manos arriba] {Siempre es lo mismo y nunca consigo convencerlos de que no llevo nada encima, ni de que un iogur no es un líquido}. [Hay que tener sumo cuidado de no olvidarse de la tarjeta de embarque en una de esas bandejas]. {Puerta B-15, Fila 12, Asiento A, puerta b-15, fila 12, asiento a, puertab15 fila12 asientoa, pb12 f15 aa.} [Echa un vistazo a la tarjeta] {¡Maldita dislexia!}

[No hablará con nadie más, ni en la espera para embarcar, rodeado de cosas en la falda de la gente, portátiles, libros electrónicos, tabletas, bolsas duty-free, y si acaso, algún niño. Tampoco hablará con nadie haciendo cola, estará escuchando su reproductor de música:]

{leavin’ on a jet plane don't know when I’ll be back again}

[Y entonces se empezará la carga del pasaje al avión, primero entre las filas 14 y 25 (no hay fila 13) y después ya le tocará entrar, buscar un espacio para dejar su equipaje de mano previo saludo tan aprendido como cándido de una azafata, lo dejará, el equipaje, y se sentará en la fila 12, abrirá la ventanilla, que estará bajada cuando se sienta, con el espectáculo para la vista que supone la vista de halcón desde las alturas, ¿Quién querría privarse de tal espectáculo? El anterior ocupante del asiento A de la fila 12. Unos 15  minutos después de haberse sentado en su asiento se escuchará por la megafonía:]

“Capitán, armando rampas”

[Y a pesar de haber viajado varias decenas de veces en avión en toda su vida, por primera vez se preguntará:] {¿Capitán Armando Rampas? Qué nombre más ridículo.} [Pero entonces reflexionará durante unos instantes, y con la mirada perdida hacia un punto de fuga a través de la ventanilla, quizá situado entre un hangar de carga y la colina más próxima del aeropuerto, tendrá una pequeña revelación:] {Ah... Capitán armando rampas, claro, listos para salir a volar. Curiosa expresión.} [Tendrá ganas de búscar su significado con su smartphone pero no habrá tiempo porque una mujer con forma de de sonrisa cándida y aprendida le recordará eso de:] “Caballero le recordamos que a partir de este momento debe desconectar todos sus aparatos electrónicos”. [Él siempre se lo toma al pié de la letra; siempre se duerme antes del despegue, eterno es la rodadura hacia la pista de despegue, profundo es el sueño en el que se duerme y violento el despertar. Una violenta sacudida del aparato le despierta justo en el momento en el que el avión levanta el morro, así que por unos instantes le da tiempo de ver como alza el vuelo y todo se miniaturiza a una velocidad endiablada], {siempre como las maquetas de tren de la tienda de juguetes}. [Él siempre tiene esa imagen en la cabeza cuando despega y asciende, asciende hacia las alturas. La imagen que no tiene es la que dibuja está fase del vuelo como, junto al aterrizaje, la más peligrosa de todas. Sigue contemplando las vistas desde la ventanilla cuando de pronto:]

[Redoblan unos tambores imaginarios]
[Se empiezan a apreciar ciertas sacudidas]
[Entra un cuarteto de violines imaginarios]
[Se amplian las sacudiadas]
{Siento cosquillas en el estómago}
[El avión se precipita al vacío por una décima de segundo]
{Cosquillas de las malas}

[La música imaginaria se ha convertido en el acompañamiento perfecto de la tragedia que puede producirse, en potencia, a continuación. ¿No lo han pensado nunca? Montarse en un avión es lo más parecido a la lotería de la muerte: hay muy pocas posibilidades de que nos toque (ínfimas) tan pocas como las que tenemos que nos toque la lotería (la de ganar dinero) y sin embargo si nos toca no tenemos nada, nada que hacer, tan sólo esperar que la muerte sea rápida e indolora, pero ¿como serán esos instantes previos a esa muerte? Una muerte que va precedida de una precipitación al vacio, hacia un vacío con un fondo que mata no puede ser una buena muerte. Pero mejor no nos anticipemos ante los hechos, veamos como se aproxima a ello el protagonista de esta historia].

Fín de la parte I


El Fuego del Mundo está en otra parte

Suena el crepitar de una piedras y arena bajo las ruedas de un coche que aparca, se abre una puerta con su familiar sonido y aparece un pie que con firmeza pisa el suelo, aparece un segundo, se hacen a un lado, y se cierra la puerta, con su particular sonido.

En un barrido horizontal vemos dos rostros. Uno de ellos es masculino y fija su mirada en un punto y tiene la boca entreabierta, una expresión de sorpresa se mezcla con la gravedad de un ceño fruncido. El otro, a la derecha de la panorámica, es femenino y sobre unos labios cerrados hay unas gafas de sol, que al fijarse nuestra vista en ellas son retiradas por una mano suave, dejando tras de sí un gesto grave (también).


El plano se situa en la espalda de las dos figuras que acaban de descender de un coche alquilado y frente a ellas se extiende un particular paisaje. La luz ivernal de la tarde, naranjosa bruñe toda el terreno en su extensión y proporciona un tono rosáceo a un cielio extrañamente azulado. A la derecha y mediante una suave pendiente se yerguen tres colinas sin apenas vegetación alguna, el terreno es rocoso, con motas de hierba seca aqui y allá. Algunos postes de tendido eléctrico de madera se reparten aleatoriamente por la escena así como cercados de piedra y caminos rurales. A la izquierda discurre una carretera y se perfilan también montes pero de menor interés. Sabemos que más allá de estos se encuentra el oceano. Un oceano que no vemos desde el ancho valle en el que estamos.

De varias decenas de puntos en los montes a la derecha de la panorámica se levantan humaredas arrastradas hacia la izquierda por un suave viento septentional. El aire huele a vegetación carbonizada.

“Con esta luz y en esta tarde, parece que estemos en el fín del mundo”, dice el rostro masculino con su mirada fija (aún) en un punto (en el mismo) y con la boca entreabierta, (después de articular las palabras) y el ceño fruncido.

El fín del mundo.

El fín del mundo es una isla. El fín del mundo es estar en la punta de una isla de un mar infinito y un horizonte de más de ciento ochenta grados. La gente que vive en el fín del mundo tiene una mirada pálida y húmeda que refleja el fín del mundo. La gente que vive en el fín del mundo y tiene esa mirada hacen fuegos en las colinas que están cerca de esa punta de más de ciento ochenta grados. Los fuegos del fín del mundo son arrastrados por suaves vientos septentrionales y huelen a vegetación carbonizada y cubren todo el cielo con esa luz y en esas tardes que hacen que parezca que están en el fín del mundo. El fín del mundo es contemplado por dos rostros graves y el fín del mundo son colinas que arden y arden mientras islas de ciento ochenta grados se hunden en un oceano de un mar infinito y aire carbonizado, ceño fruncido, tendido eléctrico, madera extrañamente azulada, derecha, monte, luz rocosa, también que crepita un tono invernal de motas erguidas.

Se abre una puerta con un familiar sonido y aparecen dos piés pisando con firmeza el suelo, uno desaparece y le precede el otro. Se cierta una puerta. Al encendido de un coche le sigue crepitar de unas piedras y arena bajo las ruedas de un coche que se aleja.

Amanecería


Si un día no saliera el Sol,
amanecería, aún así.

Bastaría sólo con que
levantaras un párpado

y un iris verdoso reflejara un brillo,

por ejemplo el que emite mi sentir hacia tí.

Se me antoja no obstante más difícil tener yo suficientes fuerzas gés
que te atraigan hasta hacerte despertar a mi lado,

que un día no salga el Sol y no valga ni el albeldo lunar
ni Venus en una mañana de verano.