Fragmento de "Los testamentos traicionados" de Milan Kundera:
"¿Qué es el éxtasis? El niño aporreando el teclado siente un entusiasmo (una pena, una alegria) y la emoción se eleva a tal grado de intensidad que se vuelve insoportable: el niño se escapa a un estado de ceguera y sordera en el que todo queda olvidado, en el que todo queda olvidado, en el que se olvida incluso de sí mismo. Mediante el éxtasis, la emoción alcanza su paroxismo, y así, simultáneamente, su negación (su olvido).
El éxtasis significa estar "fuera de sí", como la etimología griega: acción de salirse de su posición (stasis). Estar fuera de sí no significa que esté fuera del momento presente como lo está un soñador que se escapa hacia el pasado o hacia el porvenir: Exactamente lo contrario: el éxtasis es una identificación absoluta con el instante presente, un olvido total del pasado y del porvenir. Si se borra tanto el porvenir como el pasado, el segundo presente se encuentra en el espacio vacío, fuera de la vida y de su cronología, fuera del tiempo e independiente de él (por eso puede comparársele con la eternidad, que es también la negació del tiempo).
(...) El ejemplo clásico del éxtasis es el momento del orgasmo. Trasladémolos al tiempo en que las mujeres no conocían los beneficios de la píldora. Ocurría con frecuencia que un amante, en el momento del máximo gozo, olvidara deslizarse a tiempo fuera del cuerpo de su amada y la hiciera madre, inlcuso aunque, momento antes, tuviera la firme intención de ser extremadamente prudente. El segundo del éxtasis le ha hecho olvidar tanto su decisión (su pasado inmediato) como sus intereses (su porvenir). En el instante del éxtasis, colocado en una balanza, pesa más que el niño no deseado; y como el niño no deseado llenará, probablemente, con su no deseada presencia toda la vida del amante, puede decirse que un instante de éxtasis ha pesado más que toda una vida. La vida del amante se encontraba frente al instante de éxtasis más o menos en el mismo estado de inferioridad que lo finito frente a la eternidad, pero no puede no puede tener más que su sucedáneo: el instsante del éxtasis"
"Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios" Santa Teresa y el éxtasis, en la foto, lo eterno, es decir una estátua, con la expresión de lo finito, el éxtasis.
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