Llegó el otoño, octubre y otoño, tan íntimamente entrelazados, tanto cómo intimidará hoja, no seca (para secar llega el invierno), sinó húmeda, con súelo húmedo; cómo en un acto sexual terrenal, eterno, confundiran nuestras pisadas hoja con tierra. Y ese olor; ese olor a hoja quemada. Ese olor a humo natural, naturalmente.
No en vano me mira amenazante el ojo de la noche; esta luna (casi llena) que entre tres nubes, es parpadeada por los cielos y por un instante encontrando su encuadre perfecto, cuál criatura infinita, curvada hacia los horizontes, me mira; un iris crateado, tirando a amarillo, por viejo y que también por sabio; y luego esa ventisca, húmeda, pero sin punzar (para punzar llega el invierno), y luego esa luz de farol, farolillo, farola, lo que sea, que cuál escena filmográfica, ilumina parte del camino, (para llegar llega el invierno).
Gozar de estos días que día a día se hacen cortos y lúgubrean más de la cuenta.
Ver cómo todo se marchita, como todo perece, no antes sin dejarnos el mejor pastel de tonos apagados, rojizos, anaranjados, grisáceos, ese mural que lenta y parsimoniosamente se irá tornando en gris. Porqué todo se torna en gris (para blancos y negros llega el invierno).
Y lo pregunto. Porqué todo se torna en gris. Crece la melancolía y el recuerdo de días mejores, lo exhala cada hoja de árbol de bosque. Nosotros lo inhalamos.
¿Porqué te fuiste cuándo pudiste ser mía?
¿Saben porqué? Porqué llegó el invierno.
Sobre errar por el Boulevard de los Sueños rotos
Y cómo proyectándose desde alguna bovina olvidada volvió; se entrometió en mis sueños, logró sortear las trampas y los laberintos de mi subconsciente para volver a instalarse allí, tumbada desnuda encima de esa habitación de mis sueños y mi ensueño; aquella en la que dispongo y despacho mis deseos.
Así que la visita fue obligada, en mis sueños no hacen falta muchos pretextos para acariciarla, para conducir mis manos hacia el sur de sus placeceres, para acariciarla, para encenderla, para llenarla.
Fue una largamente entrada noche de octubre, o del més en el que entra el invierno, no quedaban esperanzas para disimular la oscuridad; el señor de la noche no estuvo conmigo, dispuso sobre mí tan sólo las sombras; abatido me decidí por volverme a mi madriguera; de camino, se nos encontraron los ojos, cómo las canicas de dos mocosos de la escuela, iridiscentes, fragmentando los colores y estallando entre ellas, perfectamente elásticas “clac!”. Así chocaron nuestras miradas, así aprendí durante 7 meses, 7 días y unas tantas horas, a desearla. Claro que todo esto no tendría sentido si no viniera ahora la parte en la que se satisfifieron mis deseos, y llegó.
Pero de todo eso hace ya mucho tiempo; el niño ha perdido ya todas sus canicas.
Es por ello y sin ningún otro pretexto que al levantarme de entre esa proyección de bovina extraviada me pregunto, ¿porqué? ¿porqué ahora vuelves de dónde la magia?
Fotografía "Apropos To Magritte" de Nick Darastean
Sobre un retrato de relato
No me cansaba de contemplarte, contemplándote, eras cómo un paisaje extendido desde el punto de fuga de la belleza, hasta mis iris; enfrentando nuestras esmeraldas. No me cansaba de tenerte al alcance de una caricia; no me cansaba de recorrerte con la mirada, recorrer sin brújula el sur, pero sobretodo el norte de tus extensiones; flores en su primera primavera.
Iris a iris, parpado mío; parpado tuyo. Estabas tan viva para mí, puros colores, una vida en alta definición. Yema a yema, cuando convenía. Y cuando no, la oscuridad se encargaba de hablar por nosotros.
Pero un día de tí sólo me dejaste un remitente; a mano alzada. Provocó eso que una ligera cortina, de las planas me refiero, se dibujase entre nuestros rostros; al principio nada; una leve pátina de hielo que con un poco de calor, de acercamiento, conseguíamos derretir y regalarnos si cupiera, un beso mojado.
Pero implacable pasó el tiempo; y llegaron muchos inviernos. Por ello, deshoja a deshoja esa tela de hielo se convirtió en una placa, suficiente gruesa como para que a destiempo nuestras pasiones no fueran capaces ya de fundirlo; de este modo empecé a verme reflejado; así que ya, sobre el cristal, pinté tu retrato.
Colgóle cerca de mi mesa, desde dónde te escribiría; primero algunas cartas correspondidas, más tarde ya; monólogos que no vieron luz de día. Así que tu retrato a compás de mi cabello con el tiempo se desteñía.
Así que llegaste a ser eso, un retrato en la pared del tiempo; “acompañado de muchos otros” pensarás quizá desde allá arriba. ¿Porqué será que no quieren llevarme contigo, dónde no existen ni noche ni día? Me dijeron que el cielo estaba cerrado y el infierno lleno; así que no hay otro remedio, vagar por la tierra a desgana, detrás de telón de la vida.
Soy ahora viejo y gris, no es precisamente amor lo que añoro, ni tampoco estima; pero eso sí te prometo una cosa, contemplaré los atardeceres desde tu lápida, con la esperanza de que en la hora en la que la noche encuentra el día, vengas a mi encuentro, y si no eres tú, aquél que el muy jodido, devuelve todas las cartas que me envias.
Iris a iris, parpado mío; parpado tuyo. Estabas tan viva para mí, puros colores, una vida en alta definición. Yema a yema, cuando convenía. Y cuando no, la oscuridad se encargaba de hablar por nosotros.
Pero un día de tí sólo me dejaste un remitente; a mano alzada. Provocó eso que una ligera cortina, de las planas me refiero, se dibujase entre nuestros rostros; al principio nada; una leve pátina de hielo que con un poco de calor, de acercamiento, conseguíamos derretir y regalarnos si cupiera, un beso mojado.
Pero implacable pasó el tiempo; y llegaron muchos inviernos. Por ello, deshoja a deshoja esa tela de hielo se convirtió en una placa, suficiente gruesa como para que a destiempo nuestras pasiones no fueran capaces ya de fundirlo; de este modo empecé a verme reflejado; así que ya, sobre el cristal, pinté tu retrato.
Colgóle cerca de mi mesa, desde dónde te escribiría; primero algunas cartas correspondidas, más tarde ya; monólogos que no vieron luz de día. Así que tu retrato a compás de mi cabello con el tiempo se desteñía.
Así que llegaste a ser eso, un retrato en la pared del tiempo; “acompañado de muchos otros” pensarás quizá desde allá arriba. ¿Porqué será que no quieren llevarme contigo, dónde no existen ni noche ni día? Me dijeron que el cielo estaba cerrado y el infierno lleno; así que no hay otro remedio, vagar por la tierra a desgana, detrás de telón de la vida.
Soy ahora viejo y gris, no es precisamente amor lo que añoro, ni tampoco estima; pero eso sí te prometo una cosa, contemplaré los atardeceres desde tu lápida, con la esperanza de que en la hora en la que la noche encuentra el día, vengas a mi encuentro, y si no eres tú, aquél que el muy jodido, devuelve todas las cartas que me envias.
PODCAST: Sobre el día, que nunca llega
Tercer Podcast, esta vez, sobre el útlimo texto, Sobre el día, que nunca llega, por así decirlo se trata del primer texto que escribo pensando directamente en grabar un podcast. Este pequeño poema, nació en un viaje de autobús en el que me dió un tanto de pereza hacer otra cosa que no fuera mirar por la ventana, mientras escuchaba la canción "Everything fades to gray" de Sonata Arctica, la misma que suena de fondo en el Podcast, se me ocurrió el principio del mismo. Espero que os guste.
Sobre el día, que nunca llega
Nada, un ruido.
Nada, serie de tímidas huellas en la tundra, asustadas.
Nada, delirios en la oscuridad.
Hierbas temblorosas cobijadas bajo un manto blanco.
Heladas, silbante viento, ramas resonantes.
Miedos consonantes, llano en la penumbra.
Y al fín, el rayo que no cesa.
Proyección sutil rosácea que acaricia la estepa.
Perlas cristálinas, desheladas; rocío. Indicio de mañana.
Y al fín un pájaro canta. Y otro. Otro.
Lapis lázuli dispersado cubriendo llano.
Escarcha que se desprende de telaraña;
insecto que liberado, alas baten, haces cortan.
Y llega la primera hora de Zaratrusta.
La mañana que nos da la vida; viviendóla.
Cuál cosa infinita. No hay llanto si no es por espinas.
No hay mal que por bien no venga:
persistentemente tras las nuves; rayos de esperanzas.
Quisieras que cesara ese rayo al mediodía;
zenitalmente se llega a la cima,
llegada la mala hora, se alargan las sombras de la vida.
Encurvando el paisaje de la carne;
siendo visto, verse reflejado en ojos de otros.
El rubí ya se fragmenta ya recubre hasta las emociones;
la conciencia de que no todo dura;
el saber en su conocimiento se da por repetido;
las ganas de hacer nada; el ir tallando el cobalto.
Pulir el azabache pues no se tiene otra cosa en la vida.
Retorno de las consonancias, de los silvidos, las resonancias.
Violines que violentos anunciarán ruidosamente la vuelta
hacia la nada.
Sobre un final orgánico
Hoy haré que mi vida pierda su sentido;
ya es solamente la última curva del camino;
una forma extraña y me espera sentada en el recodo;
Se levanta al aproximarme: "siempre hay algo que aprender
viene a mí al levantarme: a la repetición no tienes que temer".
Conmigo se sienta entre un cielo al óleo rojo de atardecer.
viene a mí al levantarme: a la repetición no tienes que temer".
Conmigo se sienta entre un cielo al óleo rojo de atardecer.
A acariciar los senos de la vida
A besar a la boca la columna del sino.
A tragarse todas las lenguas del mundo.
A besar a la boca la columna del sino.
A tragarse todas las lenguas del mundo.
Sobre los días raros
Nunca estuve allí (más allá de mi piel).
Nunca volveré a tí (más allá de mi piel).
Nunca diré nunca (más allá de mi piel).
Nunca volveré a tí (más allá de mi piel).
Nunca diré nunca (más allá de mi piel).
Las palabras se han podrido en algún lugar entre la yema de los dedos y la punta del corazón; tengo el antebrazo roído por todas aquellas historias que al vuelo no pudieron ser cazadas ni clavadas en un muro intangible con una aguja bien bien afilada; volver a escribir es cómo andar por un bosque a oscuras. Sin luna llena.
He dejado tanto sin contar por este camino; al andar muy rápido podía sentir cómo las palabras una a una se desprendían de mí y falseaban la llegada de un duro invierno, posándose sobre el suelo. He visto como uno a uno los espectadores de está proyección de luz oscura se levantaban y marchaban ofendidos hasta la puerta de salida. Necesito salidas. Emergentemente.
Sobre los días raros podría decir muchas cosas; si por ello encontrara las palabras. Poco a poco, antes de que llegue el frío, sudaré está tinta que enturbia mi sangre y satura mis venas. Poco a poco, haré que lo justo sea necesario y que lo injusto deje de pesar en la balanza.
Y por ello,
Haré que tus colores se vuelvan grises.
Haré que toda palabra sea última.
Haré que no vuelvan jamás días raros.
Haré que toda palabra sea última.
Haré que no vuelvan jamás días raros.
Y que jamás vuelva a decir nunca.
Señoras y señores, bienvenidos de nuevo a mi vida.
PODCAST: Conjugar el verbo amar
El segundo podcast, gira entorno de un poema, Conjugar el verbo Amar, publicado hace tiempo y escrito hace aún más. Dejadme deciros que mientras tanto el diseño de Alter Ego aún no es definitivo puesto que aún me queda tocar algunas cosas y no termina de ser de mi gusto totalmente. Espero que este nuevo Podcast os guste.
Otras Destinaciones
Otras destinaciones saber es sello emastado sobre postal previo relamido cuasinutricional de empalagoso ajuste y perversamente dulce gusta. Precedido por un simulacro de sentimiento escrito, una estampa-reflejo de una blleza ajenamente retrada para una lectora sin situación en el espacio y menos en el tiempo.
Es por ella que esos buzones se ponen rojos de la risa provocada al envasar nuestros recuerdos en una fina lamina que tardará lunas desfasadas a alcanzar el remitente, a nuestra suerte. Es por ello que a veces sencillamente resulte más eficiente mandar un pensamiento por ondas hertzianas. Un beso estromboscopiado. Un saludo binario.
Y sin embargo cuán de bonita es la lectura trazada sin picar, sin proyectar, contragrafiada entre los lexodromas de las manos indudadas de tinta, ríos azules oscuros (casi negros). Espacios horizontales q los que incostumbramos. Porque no es lo mismo dormir de pié que en estirado hacia el horizonte.
Hay versos que no caben en tanto espacio. Palabra que exceden los márgenes. Pero caray no hay otra forma de saber capturar ese aire de anticuado,
de siglo pasado.
Es por ella que esos buzones se ponen rojos de la risa provocada al envasar nuestros recuerdos en una fina lamina que tardará lunas desfasadas a alcanzar el remitente, a nuestra suerte. Es por ello que a veces sencillamente resulte más eficiente mandar un pensamiento por ondas hertzianas. Un beso estromboscopiado. Un saludo binario.
Y sin embargo cuán de bonita es la lectura trazada sin picar, sin proyectar, contragrafiada entre los lexodromas de las manos indudadas de tinta, ríos azules oscuros (casi negros). Espacios horizontales q los que incostumbramos. Porque no es lo mismo dormir de pié que en estirado hacia el horizonte.
Hay versos que no caben en tanto espacio. Palabra que exceden los márgenes. Pero caray no hay otra forma de saber capturar ese aire de anticuado,
de siglo pasado.
Eres un Norte
He andado muchas sendas,
con ojos vendados.
*
He cruzado muchos ríos,
con aguas angustiadas.
*
He encumbrado montañas,
con pies atados.
*
En todos esos haceres,
un punto cardinal había:
tu mano en la mía.
**
Ahora me he perdido;
ando aturdido,
nado hundido,
subo caído.
*
Te he perdido.
***
con ojos vendados.
*
He cruzado muchos ríos,
con aguas angustiadas.
*
He encumbrado montañas,
con pies atados.
*
En todos esos haceres,
un punto cardinal había:
tu mano en la mía.
**
Ahora me he perdido;
ando aturdido,
nado hundido,
subo caído.
*
Te he perdido.
***
PODCAST: Polígonos Estrellados
Esta es una nueva sección de Alter Ego, nace de la necesidad de darle una nueva dimensión a lo que aquí se ha publicado. La palabra es la forma más barata y fundamental de comunicarse, cosa que a nadie le pasa desapercibida, escrita, es cruda, masticable, puede cocinarse de infinitas maneras. Hablada ya es otra cosa, el autor, llega un poco más allá, pudiéndo además vestirla, darle forma; acompañada de imágenes en movimiento ya es otro nivel al cuyo salto es cómo pasar de un mundo bidimensional a uno tridimensional, algo que aún no está a mi alcance.
Con una periodicidad aproximada de uno a la semana, iré publicando PODCAST de distintos textos escritos a lo largo de estos últimos 3 años en Alter Ego. No es que tenga a unos en particular en mente así que si queréis participar en la elección de los mismos estaré encantadísimo, es más, me encantará. Sólo tenéis que comentar en el PODCAST recién publicado y para el siguiente de seguro que os haré caso.
Cómo PODCAST, podéis suscribiros a ellos vía iTunes y automáticamente si tenéis vuestro iPOD sincronizado se os descargarán y podréis escucharlos dónde mejor os vaya, si no por supuesto podéis escucharlos de la forma tradicional en el Blog.
Espero que la idea os resulte atractiva. Además de esto he decidido depurar Alter Ego, filtrando los textos por etiquetas que poco a poco iré introduciendo en los textos antiguos, planeo también un lavado de cara del blog así que no tardaré mucho en cambiarlo de imagen.
El primer PODCAST, se trata nada más ni nada menos que del texto Polígonos Estrellados, publicado el 18 de marzo de 2009.
Vacante
Parado delante del papél, la tinta se extendía debajo del peso de su pluma, absorviendo la celulosa se hacía más y más pesada, un acaudalado río de palabras que jamás serían inteligibles.
Ha perdido el control. Se ha perdido.
No es capaz de matarle. Así es cómo quería terminar la historia. Un accidente. Del todo inocente. Muerto por la inocencia de una mirada perdida, de unos ojos que te miran para que te mires. Mirarse al interior mientras montas en bicicleta no es una buena idea. Y lo que debía pasarle es que un coche le arrollara. Lo que debía pasarle es que una niña sentada encima de un muro, fijara su vista en él, una mirada del todo inocente, del todo desintencionada, tan higiénica que él no podría apartar la suya de esos ojos infantiles, hasta desviarse a la mitad de la carretera y ser brutalmente arrollado.
Pero no siempre se le puede pedir prestado a la vida. Puesto que eso precisamente, óbviamente sin la parte en la que es arrollado, es lo que le había pasado a él esa misma tarde mientras volvía de la piscina. Cómo si él se hubiera convertido por un momento en el personaje de su ficción, inmediatamente después de fijar su vista a la de esa niña se había dado cuenta de lo peligroso era aquello y de lo fácil que era despistarse y sufrir las consecuencias.
Pero ha perdido el control. ¿Qué puede hacer?
Hoy ha vuelto a ver a la niña, de nuevo sentada en ese muro, de nuevo en la misma postura, de nuevo la misma mirada. De nuevo la misma muerte de ficción. Esta vez se ha arriesgado más fijando durante más instantes, su mirada en la de ella. Crash.
Y ahora he perdido el control. Encontrarse,
delante de un papél, las teclas se repiten debajo el peso de mi índice, la pantalla se hace más y más pesada, un acaudalado río de palabras que jamás serán inteligibles.
Lo mejor de los días
Cuando no hay Tour Eiffel a contemplar,
absente el vin rouge en el paladar.
Cuando poco más que imagenes
puedo recordar
*
Lo mejor de los días,
los días que no podrían mejorar,
la mejor de las noches,
las noches para nunca olvidar.
*
Llegada la hora cuando las noches encuentran los días,
crepusculos en llamas vacíos de sombras
de tu rostro por perfilar.
*
La mejor de las sonrisas,
sonrisas que me hiciste pintar.
El mejor de los besos,
el beso que nos aprendimos a dar.
*
Y de todas las vidas por vivir
de las vividas me quedo con la que
pase contigo en el umbral
**
Cuando poco más que imagenes
puedo recordar
*
Lo mejor de los días,
los días que no podrían mejorar,
la mejor de las noches,
las noches para nunca olvidar.
*
Llegada la hora cuando las noches encuentran los días,
crepusculos en llamas vacíos de sombras
de tu rostro por perfilar.
*
La mejor de las sonrisas,
sonrisas que me hiciste pintar.
El mejor de los besos,
el beso que nos aprendimos a dar.
*
Y de todas las vidas por vivir
de las vividas me quedo con la que
pase contigo en el umbral
**
Tortuga que mira Reflejo
Revista que mira Turista, Turista que mira Carrito, Carrito que mira Cabina, Cabina que mira Piloto, Piloto que mira Tormenta, Tormenta que mira Nube, Nube que mira Gota, Gota que mira Paraguas, Paraguas que mira Farola, Farola que mira Ventana que mira Persiana, Persiana que mira Antena, Antena que mira Paloma, Palmoa que vuela.
Vuelo que llega a Fulana, Fulana que espanta a Paloma, Mengana que mira Naranja, Naranja que mira a Libro, Libro que mira a Tapa, Tapa que mira a Foto, Foto que es cubierta por Mano, Mano que es Articulada, Articulada que es Cañita, Cañita que mira hielito, hielito que mira refresco, refresco que mira Cigarrillo, Cigarrillo que mira Reloj, Reloj que mira Gafas, Gafas que vuelven a Casa, Casa que mira a Umbral, Umbral que mira Zapatilla.
Zapatilla que sube escalera, y mira Puerta, Puerta que mira Pecera, Pecera que mira Tortuga, Tortuga que se relfeja en Ventana, Ventana que refleja lector, lector que se duerme sobre teclado, teclas que miran pantalla, pantalla que muestra lecturas, lecturas que en sueños resuenan.
Tenemos una Situación
Se ha gastado el reflejo. Lo que una vez fue un espejo hoy es ópalo opaco, un lago cubierto de lotos negros, un cristal ahumado. Ya no me reflejo en tus ojos. Pero eso no es lo peor; peor es haber descubierto la situación. Pero es ser consciente de que sólo andaba yo buscándome, buscome y encontrome. Encotré tus ojos y pensando que estaba ante una simetría invertida de mí mismo, resultó que era yo mismo el que se reflejaba.
Sí ya lo has destrozado ¿Qué más quieres de mí?
Mis labios se mueven pero pareces no cruzar el puente entre ellos y tus oidos. Es posible que no se me descubra un hilo de voz, se me huelan las palabras. Es posible que roto el espejo.
El sueño haya terminado.
Muerto el reflejo; vida inaniciada, despesperanzas extendidas por toda la espina dorsal; de yema de dedo a química en el cerebro, conscientes que no deja de acercarse el día que nunca llegará, que las líneas terminan en el infinito dónde la-noche-encuentra-el-día-que-llega y mi camino es recto. Que me esperan allí en un arbol Vladimir y Estragón, que sí, que yo también formo parte del juego, en el que las-reglas-están-para-morir. En el que vivo en la vía Revolucionaria, número 123.
Suena el timbre de la puerte "voy yo querida", abro la puerta
Sí ya lo has destrozado ¿Qué más quieres de mí?
Mis labios se mueven pero pareces no cruzar el puente entre ellos y tus oidos. Es posible que no se me descubra un hilo de voz, se me huelan las palabras. Es posible que roto el espejo.
El sueño haya terminado.
Muerto el reflejo; vida inaniciada, despesperanzas extendidas por toda la espina dorsal; de yema de dedo a química en el cerebro, conscientes que no deja de acercarse el día que nunca llegará, que las líneas terminan en el infinito dónde la-noche-encuentra-el-día-que-llega y mi camino es recto. Que me esperan allí en un arbol Vladimir y Estragón, que sí, que yo también formo parte del juego, en el que las-reglas-están-para-morir. En el que vivo en la vía Revolucionaria, número 123.
Suena el timbre de la puerte "voy yo querida", abro la puerta
"buenas tardes amigo.
Adelante
Aquí te sentirás cómo en casa"
Adelante
Aquí te sentirás cómo en casa"
Cuadratura del Círculo
1.
desnudome, desnudote
2.
Enseñome lo que sos, mujer
3.
Deshojando todas las margaritas
4.
Condenados fuimos por homicidio, al Deseo
5.
Entendiendo de nuevo el significado de palábras estáticas: odio-te, celos-de, quiere-me
6.
Salvámonos por la noche si dar cabida al susurro, a la palabra, sin dar cabida a una mota de vida
7.
Nos perdimos en las compicaciones de la localización de los muebles de tu cabeza. Hubo bajas en el traslado; viniendo a demostrar que el destino existe.
8.
Por no decir que la vida es injusta, nos declaramos culpabes y por ello nos abandonamos al frío humedo de los recuerdos terminando con todo aquello que pudo-no-ser.
9.
Cuál Maggrite nos cubrimos las cabezas de esparto y nos besamos, nos desnudamos e intentamos que nuestros cuerpos lo intentaran yo hablando griego y tu latín, rosa, rosae, rosa, maleta, equipaje, roja.
10.
más que nada más que a nadie más que al dia más que a la noche más que al mar más que a a la tierra más que al cielo más que al abismo mas que a la cumbre más que al amanecer más que al rocío más que al mediodía más que al ocaso más que a la vida. Más que a todo; es a tí a quién espero.
2.
Enseñome lo que sos, mujer
3.
Deshojando todas las margaritas
4.
Condenados fuimos por homicidio, al Deseo
5.
Entendiendo de nuevo el significado de palábras estáticas: odio-te, celos-de, quiere-me
6.
Salvámonos por la noche si dar cabida al susurro, a la palabra, sin dar cabida a una mota de vida
7.
Nos perdimos en las compicaciones de la localización de los muebles de tu cabeza. Hubo bajas en el traslado; viniendo a demostrar que el destino existe.
8.
Por no decir que la vida es injusta, nos declaramos culpabes y por ello nos abandonamos al frío humedo de los recuerdos terminando con todo aquello que pudo-no-ser.
9.
Cuál Maggrite nos cubrimos las cabezas de esparto y nos besamos, nos desnudamos e intentamos que nuestros cuerpos lo intentaran yo hablando griego y tu latín, rosa, rosae, rosa, maleta, equipaje, roja.
10.
más que nada más que a nadie más que al dia más que a la noche más que al mar más que a a la tierra más que al cielo más que al abismo mas que a la cumbre más que al amanecer más que al rocío más que al mediodía más que al ocaso más que a la vida. Más que a todo; es a tí a quién espero.
Tensión Líquida
Hola, ¿hay alguien ahí dentro?
Fundamentalmente atrapado, atrapado de fundamento. Conservado en formol, formalmente en conserva. Encefalograma plano, planície encefálica. Mirada desenfocada, focalizado sin miramentos. Tan sólo capaz de buscar la coherencia entre tecla-y-tecla, buscando el enlace-significado para argumentar a lo largo de los puntos. las comas, que no todo está perdido. Que nunca se ha ganado nada y que si juego hubiere, las reglas son claras:
al final vas y te mueres.
Adiós,
no hay nadie ahí fuera.
Principio de Licantropía
Penetra en la habitación el claro de luna. Luna llena a la que estoy llamado a no poder mirar nunca más directo luna a ojo. Mis gafas de miope estigmatizado, me la desenfocan con su propia luminosidad. La ausencia de ellas me la tornan una vulgar mancha.
Ninguna lente es capaz de sustituir al ojo desnudo, a un ojo que se desnuda ante los encantos, ante la éterea mirada de la Luna. Es inevitable, por si alguna de esas noches en vela se me olvida girar mi párpado invisible hacia ella, la luna me la recuerda. Quizá su rostro estñe grabado en la cara oculta de la Luna. Quizá su rostro se ilumine con la Luna nueva.
Todo empezó en un eclipse.
Hay Luna llena, me dices.
No es así, estaba eclipsada.
Y des de ese día yo, por tí.
Principio de Licantropía.
Empuño entonces algo con lo que escribir, algo sobre lo que escribir, alumbrado por la oscuridad eyaculo un tren de pensamientos sin dejar de mirar el negro entre mis ojos y el papél, oscuridad. Corrida de palabras. Papel mojado. Letras rabiosas, palabras peludas, frases con garras, párrafos con fauces, pàginas aullantes, un texto feroz.
A la mañana siguiente precpitadas contra el suelo, recién secadas de su baba rabiosa, las palabras una tras otra yacen, desalman, indefensan. Incapaces de entenderse, la luz del día las devuelve a su forma primordial, palabras, sólo palabras. Palabra humana.
Ninguna lente es capaz de sustituir al ojo desnudo, a un ojo que se desnuda ante los encantos, ante la éterea mirada de la Luna. Es inevitable, por si alguna de esas noches en vela se me olvida girar mi párpado invisible hacia ella, la luna me la recuerda. Quizá su rostro estñe grabado en la cara oculta de la Luna. Quizá su rostro se ilumine con la Luna nueva.
Todo empezó en un eclipse.
Hay Luna llena, me dices.
No es así, estaba eclipsada.
Y des de ese día yo, por tí.
Principio de Licantropía.
Empuño entonces algo con lo que escribir, algo sobre lo que escribir, alumbrado por la oscuridad eyaculo un tren de pensamientos sin dejar de mirar el negro entre mis ojos y el papél, oscuridad. Corrida de palabras. Papel mojado. Letras rabiosas, palabras peludas, frases con garras, párrafos con fauces, pàginas aullantes, un texto feroz.
A la mañana siguiente precpitadas contra el suelo, recién secadas de su baba rabiosa, las palabras una tras otra yacen, desalman, indefensan. Incapaces de entenderse, la luz del día las devuelve a su forma primordial, palabras, sólo palabras. Palabra humana.
Deus ex machina
Se dice de cuando el ambiente es cálido, la noche entrada. Se dice de cuando el cielo está nublado, el aire en calma. Se dice de la calma antes de la tormenta. Se dice de alguien que escribe, por hacerle pesar en el papél un conjunto de palabras importantes, ordenadas para producir un efecto no trivial sobre un lector especial. Se dice de quién mira por esa ventana que descarga en el mundo, de unas luces que parpadeántes una tras otra cada vez más ¡incesantes! pueblan el horizonte. Se dice de cómo se ioniza el aire, de cómo a modo de giro en el guión meteorológico una corriente. Se dice de cómo sacude el mundo interior abierto a través de cualquier ventana. Acariciando atrapasueños imaginarios tintineantes. Se dice que la tormenta se acerca, se dice de la lluvia que cae, toc-toqueando, llamando ahora tímida otrora atrevida a través de la ventana, del tejado, de las paredes, se dice sin gritar como sacude los árboles, cómo remoja el viento, cómo se ilumina pasmósicamente la noche, cómo se hace obvio el secreto de la oscuridad: que no existe cómo tal sinó como ausencia de dicese luz. Se dice de la mano que sacude las hojas que a modo de velas bailan errantes entre meteoros acuosos, se dice del caos climático, de la corrida en la cara de la naturaleza. Se dice de la tormenta, aquella de la que
se dice de cuando un elemento ajeno resuelve la situación. Deus ex machina.
se dice de cuando un elemento ajeno resuelve la situación. Deus ex machina.
Homo Bulla
Interfase entre dos medios, semitransparente, esfèrica, perfecta, milagroso equilibrio entre la presión del mundo exterior y la presión de un mundo interior, ayudada por la tensión interna que le permite prevalecer por sí misma. Multicolor, reflejantemente transparente, un poco hacia fuera, otro poco hacia dentro. Frágilmuy frágil, basta con la punta de cualquier cosa redundantemente punzante para terminar con ella. Así es la vida misma; como una burbuja.
Homo Bulla, el hombre es una burbuja, la vida es efímera, la vida es fràgil, delicada.
Homo Bulla, el hombre es una burbuja, la vida es efímera, la vida es fràgil, delicada.
"¿qué provecho tiene toda la labor bajo el sol de un hombre bajo? ...No hay recuerdos para lo temprano ... y más allà, todo es vanidad y vejación del espíritu"
Humana vana, las cosas humanas son inutiles, las dos figuras en lo alto son dos filosofos griegos, Democrito y Heraclito, el primero siempre dibujado riendo y el segundo llorando: los dos por el mismo motivo, la futilidad de la humanidad. Apuntan la burbuja que tambien representa al mundo. Se trata del simbolo de la vanidad.
Instrumentos de musica que nos recuerdan la musica que se desvanece, las flores que nos recuerdan que un dia pereceran, la vida que un dia se terminara, el niño crecera, envejecera y perecerá también.
Vanitas, vanitum et omnia vanitas,
vanidad de vanidades, todo es vanidad
Instrumentos de musica que nos recuerdan la musica que se desvanece, las flores que nos recuerdan que un dia pereceran, la vida que un dia se terminara, el niño crecera, envejecera y perecerá también.
Vanitas, vanitum et omnia vanitas,
vanidad de vanidades, todo es vanidad
Autorretrato con un hermano imaginario: Tren de pensamientos.
I.
No sé cuánto va a durar, ni siquera si son estas las palabras para empezar esta historia. Pero toda historia debe empezar de alguna forma, y esta en el fondo no es más que otra de las infintas que se presentan. Tampoco podriamos encontrar nada distinto en una habitación cualquiera, las hay en todas las casas, que tienen todas las personas. Quienquiera que concebiera no se esforzó.
Una habitación, cuatro paredes, suelo y techo. Las cortinas están bajadas, y son grises, las ventanas son grandes pero cerradas. El suelo es también de una madera grisácea; las paredes de color ocre apagado. Hay un escritorio, vacío. Dos armarios cubren toda una pared, de madera de roble, altos como un hombre, apoyados como dos ataúdes; también hay una estantería, hay algunos libros. No es de menospreciar el hecho de que todo está muy limpio, ascépticamente limpio. Hay una cama también, en una esquina, una cama ridícula en comparación con la habitación. Que ridicula a una figura que duerme en ella. Hasta ahora.
El hombre se despierta, no hay alarma que lo provoque ni sueño que lo preludie, es un despertar por estar cansado de dormir, y así es, se siente completamente destrozado. La cabeza le oprime ondulatoriamente, abre los ojos. Sin saber si ha dormido mucho o poco: Allí está la habitación descrita. Allí está la confusión por describir.
¿Dónde está? ¿Qué hora es? ¿Qué día es? ¿Qué hizo ayer?, todo un seguido de preguntas cristalizan en su cabeza y terminan oprimiéndole el pecho; punzantes palabras solidificadas ¿Quién es?
A pesar de que deberíamos ser nosotros los que invocaran esas preguntas no es así. No sabe. No recuerda. No entiende, sobretodo no entiende. Este tren de pensamientos provocan en el que se levante repentinamente, espasmósicamente. Pero sólo una ténue luz baña la habitación. No tiene la más remota idea de qué hace, cuál es este sitio en el que está y para él no existe cualquier cosa parecida a un ayer o a un recuerdo. Sin embargo se siente vacíos de ellos, cómo si alguna vez los hubiera tenido, su ansia crece aún más. A tienas encuentra el interruptor, y se ilumina la descripción. Lo vacía que se encuetra su mente le provoca una terrible ansediad, que no entiende, lo más real que siente en este momento. Y precisamente esa ansiedad es lo primero que se instala en su mente, en su memoria; una ansiedad totalmente hueca, totalmente esencial, esencialmente ansiedad pura. Cierra los ojos y busca en su mente; oscuridad.
Lleva puesto lo que parece un pijama, él mismo parece entenderlo, esto es un pijama, se lleva para dormir. No puede ser tan grave entonces su situación. Lo primero es localizar la puerta intentar abrirla. Se dirige descalzo hacia ella. Y ella no ofrece resistencia. Se abre.
II.
Un bosque. Algún momento de una tarde avanzada, de primavera parece. La hierba debajo de sus pies está humeda, es verde, frondosa y recubre un rectángulo acotado alrededor de la cabaña, delimitada por una verja de arbustos. La pequeña cabaña es un claro en un bosque al parecer muy frondoso, se gira. Descubre que la habitación es a su vez todo cuánto esta cabaña posee. Un pequeño camino conduce de la entrada de la cabaña al sendero del bosque. En la entrada hay un buzón, un buzón rojo como ese común en las películas americanas. Se acerca a este. Pero al acercar sus manos a la pequeña obertura para desmenuzar su contenido se detiene; hay un cartel al otro lado del sendero del bosque.
Sneppenweg
Crecen las llamas oscuras que queman en su interior; no entiende. No comprende. No hay segnificado en ese seguido de letras. Pero están las letras, las entiende, cada una de ellas le resuenan en la cabeza y lentamente cómo fuegos fatuos bailan en su cabeza; pero se desvanecen. Abre el buzón, hay una carta. Un sobre rectangular, está húmedo. Lo examina, no tiene dirección: ha sido entregado directamente en el buzón, gira el sobre.
Linkebeekseedref, 42
1640-B
3
No estoy ciego
sólo puedo verte
en mi mente
prende el cielo
cuando la noche
encuentra el día
vivir los sueños
soñar que vivo
blanco y negro
Profundamente Desconocido
Hacia lo.
Tengo una pesadilla recurrente. Y no es una cualquiera, está catalogada. Pesadilla recurrente catalogada: onironauta mandado al abismo. Dicen que no se obtuvo la fotografía de un cachalote hasta mitades de los años setenta, esto es: una década después de llegar a la luna. De la misma forma yo no descubriré el porqué de esta recurrencia en mi vida; a pesar de que no parezca obvio la conexión es íntima; encontraron una ballena con dientes. En mi pesadilla uno a uno, se me caen los dientes.
Me los arranco presionando con la lengua. Uno a uno se caen, sin ofrecer resistencia. Uno a uno los guardo en la palma de mi mano. Cito:
"Soñar que se les caen los dientes representa su temor de hacer el ridículo en la vida real. Le falta la seguridad necesaria para realizar una tarea específica y le preocupa que los demás se rían de usted."
Pero luego uno se levanta y todo está en su sitio. Juro que perder todos los dientes no sería un mal precio si de esta forma pudiera conseguir lo que tanto ansío: levantarme y ser una persona nueva, deconectando los problemas de ayer con los primeros compases de hoy. Abrir los ojos y descubrir que por fín he encontrado la forma.
De devolverme a mi mismo, de sonreírme en el espejo.
Tengo una pesadilla recurrente. Y no es una cualquiera, está catalogada. Pesadilla recurrente catalogada: onironauta mandado al abismo. Dicen que no se obtuvo la fotografía de un cachalote hasta mitades de los años setenta, esto es: una década después de llegar a la luna. De la misma forma yo no descubriré el porqué de esta recurrencia en mi vida; a pesar de que no parezca obvio la conexión es íntima; encontraron una ballena con dientes. En mi pesadilla uno a uno, se me caen los dientes.
Me los arranco presionando con la lengua. Uno a uno se caen, sin ofrecer resistencia. Uno a uno los guardo en la palma de mi mano. Cito:
"Soñar que se les caen los dientes representa su temor de hacer el ridículo en la vida real. Le falta la seguridad necesaria para realizar una tarea específica y le preocupa que los demás se rían de usted."
Pero luego uno se levanta y todo está en su sitio. Juro que perder todos los dientes no sería un mal precio si de esta forma pudiera conseguir lo que tanto ansío: levantarme y ser una persona nueva, deconectando los problemas de ayer con los primeros compases de hoy. Abrir los ojos y descubrir que por fín he encontrado la forma.
De devolverme a mi mismo, de sonreírme en el espejo.
El estado del Arte
Tengo 22 años, soy universitario, llegando ya al final de mi tan sonsos-llamada carrera, tengo pareja, más o menos estable, tanto cómo me permite mi vida. Nos conocimos ahora hace 8 meses en París. Como se cambia en 8 meses. ¿Cómo se cambia en 8 meses? Me conozco al dedillo los mecanismos. Como cuánto se cambia. Escribo estas líneas montado en un tren de alta velocidad que por primera vez en mi vida, siempre hay tiempo para primeras veces, me lleva por debajo del Canal de la Mancha en vez de por encima. Voy de espaldas y el tren se desliza a unos 280 quilómetros por hora calculo. Miro a través de mi ventana, y lo que veo no podría ser de otra forma; son las 7h00 AM de una mañana gris, muy gris, verde muy verde, en los alrededores de Bruselas, pero más que eso, lo que veo en mi ventana es mi propio reflejo.
¿En qué me he convertido?
¿Estoy dónde quiero estar?
¿Me dirijo hacia donde quiero ir?
¿Me gusta la letra que suena en mi propia canción?
¿Me reconozco semi transparente en una fría mañana de mayo camino hacia Londres? Si pudiera mandar estas lineas al pasado, pongamos (¿para qué más?) 5 años atrás, supongo, supongo que estaría encantado, encantadísimo, orgulloso, orgullosísimo de mi mismo. Pero eso no importa.
Da igual.
Da igual porque está ese sentimiento. Mente puesta en otra parte, incapaz de disfrutar, de asediar el día, mejor dicho; incapaz de sentir el momento, SER consciente del momento. SER en el momento. El momento. Momento. Memento. En latín viene a ser algo así como "recuerdo". Qué cosas, momento como un recuerdo, un recuerdo del presente; condenado irrevocablemente a ser pasado. Suele usarse eso que me gusta tanto, lo del "vanitas", el "Memento Mori", "recuerda, morirás"; tenlo en mente. No olvides. Olvida su nombre.
Olvida su rostro.Olvida su olor.Olvida su vientre.Olvida su calor.Pero a la muerte, a esa no la olvides. Expresión que por cierto ya no está en el state of the art, más bien se utilizaba en el siglo XIII, tampoco me convence ni me conviene el "carpe diem", tan vulgarizado. Me parece sin embargo imperativo algo nuevo, una especie de
Recuerda el momento. Cuán dolorsamente va de rápida la vida, el tren, los árboles; lentas sin embargo las nubes (y es ahora cuando siento el hinchazón en el pecho al escribir, ese momento orgásmico que llega al final del acto de escribir) las que no tendrán que dejar que brille el Sol, puesto que debajo de este nada nuevo hay. Sufrimiento por sufrimiento. Instantes
sin momento.
¿En qué me he convertido?
¿Estoy dónde quiero estar?
¿Me dirijo hacia donde quiero ir?
¿Me gusta la letra que suena en mi propia canción?
¿Me reconozco semi transparente en una fría mañana de mayo camino hacia Londres? Si pudiera mandar estas lineas al pasado, pongamos (¿para qué más?) 5 años atrás, supongo, supongo que estaría encantado, encantadísimo, orgulloso, orgullosísimo de mi mismo. Pero eso no importa.
Da igual.
Da igual porque está ese sentimiento. Mente puesta en otra parte, incapaz de disfrutar, de asediar el día, mejor dicho; incapaz de sentir el momento, SER consciente del momento. SER en el momento. El momento. Momento. Memento. En latín viene a ser algo así como "recuerdo". Qué cosas, momento como un recuerdo, un recuerdo del presente; condenado irrevocablemente a ser pasado. Suele usarse eso que me gusta tanto, lo del "vanitas", el "Memento Mori", "recuerda, morirás"; tenlo en mente. No olvides. Olvida su nombre.
Olvida su rostro.Olvida su olor.Olvida su vientre.Olvida su calor.Pero a la muerte, a esa no la olvides. Expresión que por cierto ya no está en el state of the art, más bien se utilizaba en el siglo XIII, tampoco me convence ni me conviene el "carpe diem", tan vulgarizado. Me parece sin embargo imperativo algo nuevo, una especie de
MEMENTO MOMENTO.
Recuerda el momento. Cuán dolorsamente va de rápida la vida, el tren, los árboles; lentas sin embargo las nubes (y es ahora cuando siento el hinchazón en el pecho al escribir, ese momento orgásmico que llega al final del acto de escribir) las que no tendrán que dejar que brille el Sol, puesto que debajo de este nada nuevo hay. Sufrimiento por sufrimiento. Instantes
sin momento.
Una pesadilla para recordar
Dos orillas y un río de pensamientos entre ella y yo. Ella, ¿cómo no podría ser ella? Veo unos labios fulgurantes, incandescentes, rojos, rojos rubí, rojos carmín. Las aguas bajan agitadas, y en ellas distingo memorias viscosas, mundos escurridizos, personas espinadas, papeles mojados, palabras ahogadas, cantos de sirenas, poemas de ballenas.
Aguas que no puedo cruzar, sin ahogarme. Aguas sobre las que no se puede construir un puente, sin que se hunda. Aguas por las que no puedo navegar, sin irme a la deriva. Aguas en las que si osara introducir un pié, me arrastrarían hasta el fondo: manos de sobra conocidas.
Entonces ¿què hacer? Sé que tus labios no brillarán para siempre. Sé que ese rojo se marchitará, y que poco a poco, derramados sobre tu piel, que se teñirá de rojo, lentamente. Tu pasión se escurrirá entre tus senos, hasta tu centro. Y llegarán al río, dónde las manos descansarán, dónde los mundos se secarán, las memorias se torarán polvo, las personas flacidecerán, los papeles se secarán, las palabras respirarán, porqué si tu pierdes el color, ellos pierden todo. El río del destino es cruel.
Y mientras tanto en la otra orilla, me desgarran las vestiduras, me dan todos los placeres, otrora me provocan todos los males, pero sobretodo me susurran al oído; nunca, nunca i nunca. Y esos susurros, que apenas cesan me impiden escuchar tus lamentos:
Bésame,
bésame
mientras
mis labios aún sean rojos.
¿Duermes aún?
Aguas que no puedo cruzar, sin ahogarme. Aguas sobre las que no se puede construir un puente, sin que se hunda. Aguas por las que no puedo navegar, sin irme a la deriva. Aguas en las que si osara introducir un pié, me arrastrarían hasta el fondo: manos de sobra conocidas.
Entonces ¿què hacer? Sé que tus labios no brillarán para siempre. Sé que ese rojo se marchitará, y que poco a poco, derramados sobre tu piel, que se teñirá de rojo, lentamente. Tu pasión se escurrirá entre tus senos, hasta tu centro. Y llegarán al río, dónde las manos descansarán, dónde los mundos se secarán, las memorias se torarán polvo, las personas flacidecerán, los papeles se secarán, las palabras respirarán, porqué si tu pierdes el color, ellos pierden todo. El río del destino es cruel.
Y mientras tanto en la otra orilla, me desgarran las vestiduras, me dan todos los placeres, otrora me provocan todos los males, pero sobretodo me susurran al oído; nunca, nunca i nunca. Y esos susurros, que apenas cesan me impiden escuchar tus lamentos:
Bésame,
bésame
mientras
mis labios aún sean rojos.
¿Duermes aún?
El Reflejo de la Prisión de Cristal
¿Estás justificado? ¿Estás justificando? ¿Te estás justificando? ¿Justificando? Justificando que cuando oígo una llave girarse en un pestillo. Que cuando veo una llave girarse en un pestillo. Que cuando giro la mano y llevo en ella una llave en un pestillo. Que cuando cierro una puerta nunca sabré si en alguno de los dos lados no estoy encerrado. Si tiene sentido salir de la prisión de cristal cuando la relación de volumenes puede ser inversa; pesar más el aire que el agua. El Horizonte es una discontinuidad a la vista y por ello no deja de ser bello. Pero estás fuera. Y veo una luz blanca que brillaba antes de que yo estuviera allí; una visión que promete salvación.
cuarto movimiento
Pero no. Porque no hay historias que se cuenten sin que el mal devenir se apodere de ellas, sólo la desgracia la contra-fortuna tiene el poder de la narración. Sin que esa luz blanca que brillaba antes de que nosotros escribiéramos sobre ella desapareza. Decepcionantes obsesiones, a veces no parecen más que un juego de niños. No parecéis más que un juego de niños. Si sigo así te destruiré.
Quiero sentir tu cuerpo temblar.
Quiero sentir tu cuerpo agitarse.
Quiero sentir tu cuerpo rompiéndose.
Una oportunidad para arreglar esta pluma que muere.
quinto movimiento y Último
Cuándo escribo sólo lo hago por una cosa,
que lo tomes todo de mí,
los deseos que queman muy adentro
que lo saques todo de mí,
el orgullo para ser arrogante,
que lo sanes todo en mí,
el todo para querer sólo una parte.
Sentir mi cuerpo temblar,
sentir mi cuerpo agitarse,
sentir mi cuerpo romperse.
La posición es corbada, encima de mismo. Uno. Dos. Tres. Si esto fuera un piano, me saldrían sonatas contemporáneas. Es un jodido teclado. Y la ese, esa maldita tecla está gastada; se acabaron los plurales. Estoy sólo.
que lo tomes todo de mí,
los deseos que queman muy adentro
que lo saques todo de mí,
el orgullo para ser arrogante,
que lo sanes todo en mí,
el todo para querer sólo una parte.
Sentir mi cuerpo temblar,
sentir mi cuerpo agitarse,
sentir mi cuerpo romperse.
La posición es corbada, encima de mismo. Uno. Dos. Tres. Si esto fuera un piano, me saldrían sonatas contemporáneas. Es un jodido teclado. Y la ese, esa maldita tecla está gastada; se acabaron los plurales. Estoy sólo.
La Prisión de Cristal
La posición es corbada, encima de mismo. Uno. Dos. Tres. Si esto fuera un piano, me saldrían sonatas contemporáneas. Es un jodido teclado. Y la ese, esa maldita tecla está gastada; se acabaron los plurales. Estoy sólo. Ya no me das miedo ventana, ya no me das miedo oscuridad; sólo me doy miedo a mí mismo. Soy mi peor enemigo y en presencia de mis enemigos estoy, no me hacen falta espejos para ver mi relflejo; estoy encerrado en una prisión de cristal.
No puedo escapar.
No puedo sinó rendirme.
Perdida la voluntad de escapar.
Un hombre totalmente vencido.
No bastan ochenta pulsaciones minuto, no bastan ciento sesenta letras minuto. No bastan diez líneas por cara. No bastan tres hojas por día. Bienvenidos a mi prisión de cristal, un lugar que nadie conoce, la vida aquí en mi prisión de cristal, un sitio al que un día le llamé hogar. Esperando que esta falta de esperanza termine.
¿Detenerme en la mitad del camino?
¿Terminar con esta locura?
¿Trascender el dolor?
Nunca. Nunca. Nunca.
Ayúdame, no puedo romper está prisión sólo.
Sálvame, no puedo buscar entre la despesperanza de mi mismo.
Cúrame, no puedo recuperar la cordura sólo.
segundo Movimiento
Pero allí en la distancia ví una puerta. La puerta estaba cerrada. La forzé y aún así. La puerta estaba cerrada. Qué frágil es todoa aquello cuanto me acompaña, qué delicados son los cristales soplados que cuelgan de mi cabeza, mis recuerdos, mis historias. Mi número tres. No sé puede seguir andando hacia delante mirando atrás. No sé puede dejar de tener fé. Uno tiene que fijarse que la puerta tiene pestillo, girarlo y la puerta se abre. Se sale de la prisión y te das cuenta de que no es una prisión; parece un palacio. Pero fuera suenan las campanas y ese viejo disco que sigue tocando esa música que jamás dejó de repetirse: El sonido de mil cristáles rompiéndose.
Escritorios
Y cuando sueña no quiere escribir, no tiene el poder de soñar que quiere escribir; y cuando sueña quiere escribir, no tiene el poder de soñar cuando no puede escribir. Spinoza
Esfuerzos
Hay algo que palideze, languideze, se marchita.
Un tren se ha ido. Un lago se ha secado. Habrá llegado una mañana. Qué se yo. Qué sé que ya no escribo. Qué sé yo de porqués de esta vida. ¿Dónde tendré que tocar?
Para dejar de escribir sandeces, pensar nada. Y sacar un poco de estímulo de las uñas de los dedos. Yo no se qué será que me haya bloqueado de esta manera, ni en dos años. Debería bastarme con cualquier cosa; una hoja que cae, un gusano que repta, una Torre Eiffel cualquiera, una caricia ajena. Pero no. No. No. No y no.
Ya no me sangra la pluma. Desdichosado de mi.
Yo no sé qué pasa pero algo ha dejado de pasar.
Será algo así como que de ahora en adelante deberé esforzarme
Un tren se ha ido. Un lago se ha secado. Habrá llegado una mañana. Qué se yo. Qué sé que ya no escribo. Qué sé yo de porqués de esta vida. ¿Dónde tendré que tocar?
Para dejar de escribir sandeces, pensar nada. Y sacar un poco de estímulo de las uñas de los dedos. Yo no se qué será que me haya bloqueado de esta manera, ni en dos años. Debería bastarme con cualquier cosa; una hoja que cae, un gusano que repta, una Torre Eiffel cualquiera, una caricia ajena. Pero no. No. No. No y no.
Ya no me sangra la pluma. Desdichosado de mi.
Yo no sé qué pasa pero algo ha dejado de pasar.
Será algo así como que de ahora en adelante deberé esforzarme
La pregunta sigue siendo la misma:
Al amanecer;
Pronto, en la mañana;
A media mañana;
¿Qué harías si fuera tu último día en la tierra?
Al amanecer;
Pronto, en la mañana;
A media mañana;
polígonos Estrellados
Pared con techo estrellado, cal-car-com-ida, blanca. Lisa. Seca. Apoyo mis manos ¿Quién anda en el otro lado? Toc, toc. Clac, clac. Gemidos.
Techo con pared poligonal, mar-mol-mol-ido, negra. Lisa. Seca. Apoyo mis piés ¿Quién palpa en el otro lado? coT, cot. calC, calc. sodimeG.
Uno en un lado, el otro en el el otro, así estamos; sin entendernos, sin comunicarnos. Sabiendo lo que somos y lo que significamos y sin embargo... Y sin embargo. ¿Sabes cuánto te necesito? Te lo pregunto porqué ni yo lo sé. Es como itentar explicar qué es el universo, su infinidad se escapa de nuestra mente finita entre una pared convexa. Miro hacia el cielo y no sé porque será que no veo estrellas; el horizonte estará nublado ¿o quizá sean esas lágrimas que no quieren salir de mis ojos?
Techo con pared poligonal, mar-mol-mol-ido, negra. Lisa. Seca. Apoyo mis piés ¿Quién palpa en el otro lado? coT, cot. calC, calc. sodimeG.
Uno en un lado, el otro en el el otro, así estamos; sin entendernos, sin comunicarnos. Sabiendo lo que somos y lo que significamos y sin embargo... Y sin embargo. ¿Sabes cuánto te necesito? Te lo pregunto porqué ni yo lo sé. Es como itentar explicar qué es el universo, su infinidad se escapa de nuestra mente finita entre una pared convexa. Miro hacia el cielo y no sé porque será que no veo estrellas; el horizonte estará nublado ¿o quizá sean esas lágrimas que no quieren salir de mis ojos?
Focalizando
Sucede que una vez al día, sin que eso sea objeto de gran interés, anochece. Se encrepuscla el cielo. Sucede también que siempre hay una longitud en la que sucede; siempre anochece. Sucede menos a menudo y ya a nivel particular que uno contempla (verdaderamente) uno de esos crepúsculos, lejos de una gran ciudad; el Seine ha sido cambiado por un río cualquiera, cerca de un monte cualquiera. Sucede que uno se planta;
esa estrella es Venus. Y miro hacia arriba, el rojo se torna en un rosado que se convierte en azuloscuro y es casi negro cuando llego al zénit. Levanto la cabeza hasta que en mi vista veo media esfera de punta azul oscura y contornos rosáceos. Sucede que miro hacia un punto, fijo mi vista en una dirección del paisaje.
Allí estás, en alguna de esas casas, te estoy mirando.
Pero no me devuelven la mirada.
Nos vemos en el espejo como mínimo un par de veces al día. Pero ¿cuántos días penetramos por nuestros ojos hacia el abismo que esconden nuestras entrañas? ¿Cuántos días vemos a Venus? ¿Cuántas noches le lloramos a Marte sin que de reojo nos mire la Luna?
¿Cuándo me devolveran la mirada las estrellas?
esa estrella es Venus. Y miro hacia arriba, el rojo se torna en un rosado que se convierte en azuloscuro y es casi negro cuando llego al zénit. Levanto la cabeza hasta que en mi vista veo media esfera de punta azul oscura y contornos rosáceos. Sucede que miro hacia un punto, fijo mi vista en una dirección del paisaje.
Allí estás, en alguna de esas casas, te estoy mirando.
Pero no me devuelven la mirada.
Nos vemos en el espejo como mínimo un par de veces al día. Pero ¿cuántos días penetramos por nuestros ojos hacia el abismo que esconden nuestras entrañas? ¿Cuántos días vemos a Venus? ¿Cuántas noches le lloramos a Marte sin que de reojo nos mire la Luna?
¿Cuándo me devolveran la mirada las estrellas?
C'est la vie
El formato de nuestras vidas ha cambiado y los símbolos ya no son, lo que eran. La muerte ya no existe. La muerte ya no existe. Antes llegaba cuál espectro empuñando una guadañana y se sentaba en un tabuerte en el umral rellano, fijandonos su vista mientras, acostados balbucéabamos las útlimas palabras a quiénes eran de trascendencia, a quiénes queríamos. Pero morir ya no es lo que era. Ahora una maleta nos aguarda en el umbral del rellano, una maleta con la etiqueta de alguna compañía low cost a poder ser. La escena en la cama es la misma.
Ahora que ya no existe el Reino de los Cielos, ahora que ya no hay reposo eterno, ahora que sabemos que el universo se expande y que eventualmente moriremos abrasados por el Sol sin excepción. Ahora ya sabemos que no vale la pena que nos despidamos de algo que perece con la esperanza de volver a verlo. Ya-no-más. Sin embargo cuando sentidos mueren, sentidos nacen.
Turistas no ha habido siempre, por ello no es lo mismo vivir en Greendwich que en trópico de Cáncer o Capricornio; una forma de llegar a ello es ver que le gente que se-quería vivía a menos de tres pueblos. Pero el mundo cambió. Se esfumaron las fronteras. Dando esto por hecho es hora de volcarse hacia dentro de uno mismo.
La muerte de ahora se compra por internet, un correo es responsable de decirnos lo que antes el doctor: "Será como muy tarde el mes que viene". Él seguramente añadiría lo de "lo siento". La muerte nos lleva juntos a centenares por los aires. La muerte nos mata una vida. La muerte nos la hacemos nosotros plegando camisas y encajándolas, menos de veinte quilos por favor en una maleta. Aquella que luego nos aguarda en el umbral. Y lágrimas y lamentos. Me muero. Pero ahora la gente somos cómo los gatos, tenemos otras vidas (aunque no tantas). La muerte ya no nos espera; vamos hacia ella. Y esta muerte de la que hablo es una muerte hecha a la antigua: es aquella muerte con la que sabes de que a pesar de que esa persona se vaya, en un tiempo, en otro sitio, vovlerás a encontrarte con ella. La muerte se ha reinventado. El funeral ya no se oficia en la catedral; por ello vamos al aeropuerto. Y de allí al cielo. Pañuelo en mano, llanto llorado, pensamos: volveremos a vernos. Y esta vez, no cómo antes, si lo sabemos: es cierto.
Au revoire, Paris.
Ahora que ya no existe el Reino de los Cielos, ahora que ya no hay reposo eterno, ahora que sabemos que el universo se expande y que eventualmente moriremos abrasados por el Sol sin excepción. Ahora ya sabemos que no vale la pena que nos despidamos de algo que perece con la esperanza de volver a verlo. Ya-no-más. Sin embargo cuando sentidos mueren, sentidos nacen.
Turistas no ha habido siempre, por ello no es lo mismo vivir en Greendwich que en trópico de Cáncer o Capricornio; una forma de llegar a ello es ver que le gente que se-quería vivía a menos de tres pueblos. Pero el mundo cambió. Se esfumaron las fronteras. Dando esto por hecho es hora de volcarse hacia dentro de uno mismo.
La muerte de ahora se compra por internet, un correo es responsable de decirnos lo que antes el doctor: "Será como muy tarde el mes que viene". Él seguramente añadiría lo de "lo siento". La muerte nos lleva juntos a centenares por los aires. La muerte nos mata una vida. La muerte nos la hacemos nosotros plegando camisas y encajándolas, menos de veinte quilos por favor en una maleta. Aquella que luego nos aguarda en el umbral. Y lágrimas y lamentos. Me muero. Pero ahora la gente somos cómo los gatos, tenemos otras vidas (aunque no tantas). La muerte ya no nos espera; vamos hacia ella. Y esta muerte de la que hablo es una muerte hecha a la antigua: es aquella muerte con la que sabes de que a pesar de que esa persona se vaya, en un tiempo, en otro sitio, vovlerás a encontrarte con ella. La muerte se ha reinventado. El funeral ya no se oficia en la catedral; por ello vamos al aeropuerto. Y de allí al cielo. Pañuelo en mano, llanto llorado, pensamos: volveremos a vernos. Y esta vez, no cómo antes, si lo sabemos: es cierto.
Au revoire, Paris.
Versus Terminus
Tengo miedo de los máximos, las cosas absoultas; lo definitivo. Buscando grabarme en piedra me doy cuenta de que apenas tengo hagallas para echar una firma. Cualquier día de estos me guardarán en un armario. Alcanzar un abosulto es algo desolador; ya jamás volveremos a estar en lo alto de esa montaña; es lo de siempre, del camino, de eso se disfruta. La cima no es más que un instante, un orgasmo, una corrida. Dejar de vivir la vida cómo un camino, dejemos eso a los dioses.
Cuando te de la mano (ya jamás podre sostener otra mano)
Cuando te abrace (ya jamás habrá otro abrazo igual)
Cuando te acaricie una mejilla (ya jamás habrá una yema en una mejilla)
Cuando te bese (ya jamás vibrará igual el metro, ya jamás se derritarán igual las velas)
Cuando vengan los cuantos, estaré ante lo absoulto y...
Amor dejará de ser una palabra caída, y ya jamás habrá puntos sobre las íes, tildes sobre las esdrújulas, cercedillas sobre las enes. Ya no habrá qué escribir, qué ser leído. Ya no habrá más que vivir. Ya no querré volver a ver (otro rostro), tocar (otro rostro), acariciar (otro rostro) besar (otro rostro).
Amor estar amor en amor pie amor y amor enfrentarme amor a amor mis amor miedos.
Cuando te de la mano (ya jamás podre sostener otra mano)
Cuando te abrace (ya jamás habrá otro abrazo igual)
Cuando te acaricie una mejilla (ya jamás habrá una yema en una mejilla)
Cuando te bese (ya jamás vibrará igual el metro, ya jamás se derritarán igual las velas)
Cuando vengan los cuantos, estaré ante lo absoulto y...
Amor dejará de ser una palabra caída, y ya jamás habrá puntos sobre las íes, tildes sobre las esdrújulas, cercedillas sobre las enes. Ya no habrá qué escribir, qué ser leído. Ya no habrá más que vivir. Ya no querré volver a ver (otro rostro), tocar (otro rostro), acariciar (otro rostro) besar (otro rostro).
Amor estar amor en amor pie amor y amor enfrentarme amor a amor mis amor miedos.
Tomado a la ligera
Los días pasan, cada día me doy cuenta de que no te equivocabas, cuando te sentías incapaz de hacerme llegar esa carta que habías escrito con sangre, con lágrimas, o simplemente con la quintaesencia líquida de la añoranza. Yo no debería haberte escrito todo aquello. Las cosas escritas pierden el sentido facilmente, con el tiempo, dan pie a demasiadas interpretaciones que se nos escapan de las manos, dices algo y ni siquiera la memoria es capaz de registrarlo, hay palabras que aunque pesen, es necesario que se las lleve el viento; cualquier palabra, aunque sea ligera gana peso escrita, una cosa intangible que se la tiene que llevar el viento, un puslo, una onda, una excitación de partículas que debido a una particular electroquímica son. Escritas toman un valor másico: unos gramos de más en un folio, unas megas de más en una memoria.
Somos nosotros los que a día de hoy, estando en las situaciones en las que estamos, los que tenemos la respondabilidad de medir, y no equivocarnos, el peso de las palabras.
Somos nosotros los que a día de hoy, estando en las situaciones en las que estamos, los que tenemos la respondabilidad de medir, y no equivocarnos, el peso de las palabras.
Te prometo el final
Empieza con un suspiro, ahora intenta ahogar su gruñido. Hay que terminar con el patrón Luc, hemos vagado meses en círculos. Puedes asemejar París a un círculo; el sena no es más que una cuerda tendida a ninguna parte ¿te acuerdas de la definición de cuerda? Pero al final, llega el final; con suerte un mausuleo roto.
Estos y otros por así decirlo son los pensamientos que le vienen a uno por vagar por Père-Lachise, el cementerio de París que sale en las películas. No deja indiferente a uno el hecho de que París ciudad de luces contrastadas tiene mucho lugar para muerto; agarra un mapa y en verde-leyenda veremos cómo está sembrado de verde mortal.
Cul-de-sac, en esas estamos Luc, demos la vuelta ¿Hay algo más metafórico que un cul-de-sac en un cementerio? Des de aquí no hay pers-pectiva ¿No te parece patéticamente trágico? Vagar perdidos en un cementerio buscando la tumba de alguien que nos importa uno de esos rábanos caros al quilo. ¿Cómo nos hemos dejado engañar de esta forma? La pregunta es; cuándo empieza todo, el mundo, el sentido de todas las cosas, el querer dejarse de la cuerda biológica colgados de ese abismo en nuestros ojos del que jamás dejaríamos de caer. A ir más allá de cualquier cosa que meramente sirva para asegurarnos la supervivencia. ¿Quién nos salió con eso de que hay que vivir para contarlo? ¿Quién fué el que dijo que en la vida hay algún otro sin-sentido placentero que nos ea la risa y la sonrisa? ¿Quién nos plantó la mentira de amor? Amor es una palabra caída Luc, ya no creo en él. Fíjate A-Mor, en catalan suena A-morir. Así es a-morir-vamos-todos, ya ves, si nos prometieron algo fue el final. El que escribió nuestra historia nose estrujó demasiado los sesos sabes; al final mueres. Ese es el guión. Es como esas buenas películas cuyo guión es excelente, cuyos personajes son complejos y cuya duración es a veces absurdamente exagerada y en cambio cuando llega el final de esas películas, parece que no hay tiempo, que todo se precipita y en un abrir y cerrar de ojos, ¡zas! se baja la cortina. Fin de la pantomima.
Nunca la he querido Luc, para qué te voy a engañar. Vaya fíjate; ya hemos llegado, tírale esa rosa que le trajimos, y que se vaya al carajo.
Estos y otros por así decirlo son los pensamientos que le vienen a uno por vagar por Père-Lachise, el cementerio de París que sale en las películas. No deja indiferente a uno el hecho de que París ciudad de luces contrastadas tiene mucho lugar para muerto; agarra un mapa y en verde-leyenda veremos cómo está sembrado de verde mortal.
Cul-de-sac, en esas estamos Luc, demos la vuelta ¿Hay algo más metafórico que un cul-de-sac en un cementerio? Des de aquí no hay pers-pectiva ¿No te parece patéticamente trágico? Vagar perdidos en un cementerio buscando la tumba de alguien que nos importa uno de esos rábanos caros al quilo. ¿Cómo nos hemos dejado engañar de esta forma? La pregunta es; cuándo empieza todo, el mundo, el sentido de todas las cosas, el querer dejarse de la cuerda biológica colgados de ese abismo en nuestros ojos del que jamás dejaríamos de caer. A ir más allá de cualquier cosa que meramente sirva para asegurarnos la supervivencia. ¿Quién nos salió con eso de que hay que vivir para contarlo? ¿Quién fué el que dijo que en la vida hay algún otro sin-sentido placentero que nos ea la risa y la sonrisa? ¿Quién nos plantó la mentira de amor? Amor es una palabra caída Luc, ya no creo en él. Fíjate A-Mor, en catalan suena A-morir. Así es a-morir-vamos-todos, ya ves, si nos prometieron algo fue el final. El que escribió nuestra historia nose estrujó demasiado los sesos sabes; al final mueres. Ese es el guión. Es como esas buenas películas cuyo guión es excelente, cuyos personajes son complejos y cuya duración es a veces absurdamente exagerada y en cambio cuando llega el final de esas películas, parece que no hay tiempo, que todo se precipita y en un abrir y cerrar de ojos, ¡zas! se baja la cortina. Fin de la pantomima.
Nunca la he querido Luc, para qué te voy a engañar. Vaya fíjate; ya hemos llegado, tírale esa rosa que le trajimos, y que se vaya al carajo.
Strange Love
Hay algo fatal en que se salpique el café por las mañanas, hay algo fatal en esa mancha de agua manchada. Hay algo trágico en tener que usar guantes para que no se sequen las manos de uno. Hay algo penoso en la amargura del café sin azúcar, parecido a una vida con un verano, uno sólo, sin playa. Hay algo risible en despertarse un nuevo día. Y hecharse a la calle.
Modulando las emociones con una canción, enfilando la ruta sin salirse, cómo si el resto del escenario sencillamente no estuviera preparado para nosotros. Buscar jirones de felicidad arrancados de sonrisas ajenas, intentando pasar del rey de nada al heroe del día. Baguettes aguillotinadas. Malditos franceses. Disculpe simpática panadera, así sea, bien pronunciado: une baghette, cuatro veces veinte más cinco. Eso es lo que vale una mañana. Hechada a la calle.
¿Quién merece ser el heroe del día? ¿La simpática panadera de cuatro veces y pico?, ¿el venedor de boletos del carroussel imposible de la Rue la Roquette?, ¿la sonrisa etrusca en el chiquillo cualquiera? ¿un clochard ruidoso?
Un sentimiento modulado, cambio de frecuencia; pobre torcido de mí.
Troisième Arrondissement
Idea para acabar una novela con esperanza de seguirla algún día:
Girando y girando, vueltas y vueltas, cír-culo, culo-cír. De colores, luces rojas, verdes y amarillas y azules. Enciendo un cigarrillo. Frunzo el ceño, hecho un tiro, lo lanzo al suelo, se acabó, lo piso, esta es un buen lunes de tarde y hay que vivirlo, me digo a mi mismo. Voy detrás de ella.
Aquí debo detenerme un momento y hacer una precisión; nunca verán una punta de pan en París, todo es culpa de los hornos. A diferencia de la mayoría de las capitales del mundo occidental o occidentalizado París no goza de un denominador común; el fín de los pequeños comercios, así es, a esas horas de la tarde, París hace cola en las boulangeries, por quatre-ving céntim s'il vouz plâit. Y te lo dan caliente, y todos los parisinos auténticos (denominador común), se comen la punta. Yo no he dejado de ser menos. La atrape saliendo de una boulangerie, con su media barra con punta; ni parisina ni emparejada. Uno se pasa la vida cogiendo el rotativo gratuito del metro en ese puesto lejano de la boca del metro, con cariño dobla el periódico y se lo pone debajo el brazo, con cuidado, cuida de no doblarlo con las esquinas, con solapas, chulapas o sombreros; tan sólo para darse cuenta que en la boca del metro a la que híbamos, habría muchos otros periódicos para ser recogidos. De eso se trata en el fondo la vida; prepararse a conciencia y tomar por avanzado las lecciones de la vida, para un día de una vez por todas vivirla y a posteriori darse cuenta que no sólo no hacia falta sinó que hemos perdido nuestro tren.
Harto yo de perder trenes, aprovechando el semáforo carmín, agarré el brazo de la que después podría llamar por el nombre al menos durante una noche. Se cayó la media baghette en un charco y "Vaya, se te ha caído el pan". El resto, son líneas de relleno que conducen a cenamos en mi piso, vevemos en mi sofá, yacemos en mi alcoba. Es mejor contemplar el poso de un vaso de vino mientras intentamos imaginar todo esto.
Maldito sea el cuerpo separado del alma, cuánto poco dura la vida eterna entre el túnel de tus piernas y allí estás, valió la pena abrazarte, chica de ojos-miel, pues agarrando de tí sólo el cuerpo, sólo y sólo, me llevaste un poco más cerca, pero ¿porqué engañarnos? De qué me sirve tu cuerpo, niña-miel, si no contiene mi melmelada de fresa. A mi las tostadas me gustan con crema de cacao. De qué me sirve dormir cabeza contra cabeza, si en una sueño con otras en lugares distintos y en otra sueñas, sólo eso, de otras cosas. ¿De que me sirve? Ver cómo no eres más que miel aura viscosa que te colaste entre mis dedos cuando pensaba que veía reflejada aquella por la cuál intento hacer de lo particular un absoulto. Maldito sea tu reflejo que se ve en el espejo al otro lado de la orilla.
Motor de mi cuerpo, gasolina de mi alma, glucosa de mi cerebro, a París pongo por testigo qué, barrere del primer al último arrondissement. Y si hace falta me montaré en un cohete de feria, para buscarte entre el copo, la gota, el rayo, la lágrima de la dama de blanco.
Girando y girando, vueltas y vueltas, cír-culo, culo-cír. De colores, luces rojas, verdes y amarillas y azules. Enciendo un cigarrillo. Frunzo el ceño, hecho un tiro, lo lanzo al suelo, se acabó, lo piso, esta es un buen lunes de tarde y hay que vivirlo, me digo a mi mismo. Voy detrás de ella.
Aquí debo detenerme un momento y hacer una precisión; nunca verán una punta de pan en París, todo es culpa de los hornos. A diferencia de la mayoría de las capitales del mundo occidental o occidentalizado París no goza de un denominador común; el fín de los pequeños comercios, así es, a esas horas de la tarde, París hace cola en las boulangeries, por quatre-ving céntim s'il vouz plâit. Y te lo dan caliente, y todos los parisinos auténticos (denominador común), se comen la punta. Yo no he dejado de ser menos. La atrape saliendo de una boulangerie, con su media barra con punta; ni parisina ni emparejada. Uno se pasa la vida cogiendo el rotativo gratuito del metro en ese puesto lejano de la boca del metro, con cariño dobla el periódico y se lo pone debajo el brazo, con cuidado, cuida de no doblarlo con las esquinas, con solapas, chulapas o sombreros; tan sólo para darse cuenta que en la boca del metro a la que híbamos, habría muchos otros periódicos para ser recogidos. De eso se trata en el fondo la vida; prepararse a conciencia y tomar por avanzado las lecciones de la vida, para un día de una vez por todas vivirla y a posteriori darse cuenta que no sólo no hacia falta sinó que hemos perdido nuestro tren.
Harto yo de perder trenes, aprovechando el semáforo carmín, agarré el brazo de la que después podría llamar por el nombre al menos durante una noche. Se cayó la media baghette en un charco y "Vaya, se te ha caído el pan". El resto, son líneas de relleno que conducen a cenamos en mi piso, vevemos en mi sofá, yacemos en mi alcoba. Es mejor contemplar el poso de un vaso de vino mientras intentamos imaginar todo esto.
Maldito sea el cuerpo separado del alma, cuánto poco dura la vida eterna entre el túnel de tus piernas y allí estás, valió la pena abrazarte, chica de ojos-miel, pues agarrando de tí sólo el cuerpo, sólo y sólo, me llevaste un poco más cerca, pero ¿porqué engañarnos? De qué me sirve tu cuerpo, niña-miel, si no contiene mi melmelada de fresa. A mi las tostadas me gustan con crema de cacao. De qué me sirve dormir cabeza contra cabeza, si en una sueño con otras en lugares distintos y en otra sueñas, sólo eso, de otras cosas. ¿De que me sirve? Ver cómo no eres más que miel aura viscosa que te colaste entre mis dedos cuando pensaba que veía reflejada aquella por la cuál intento hacer de lo particular un absoulto. Maldito sea tu reflejo que se ve en el espejo al otro lado de la orilla.
Motor de mi cuerpo, gasolina de mi alma, glucosa de mi cerebro, a París pongo por testigo qué, barrere del primer al último arrondissement. Y si hace falta me montaré en un cohete de feria, para buscarte entre el copo, la gota, el rayo, la lágrima de la dama de blanco.
Deuxième Arrondissement
Idea para continuar una novela:
Es absudro buscar el absoulto en lo particular cuando lo absoluto nació de un particular. No podemos particularizar la belleza en alguien porqué sólo lo conseguimos a trozos, a pedazos y no podemos coser el amor, la belleza, la pasión, la costumbre, las palabras, la vida, las casualidades, los ratos, las esperas, las tensiones y pretender obtener una muñeca de trapo que no queme en las brasas. Los pensamientos después del sexo nunca son buenos. Una muñeca de trapo. Me jodiste bien, me jodiste bien para toda la vida, y jodiendo no voy a arreglarlo. Nunca fue bueno pensar después del sexo.
Volví de mis quehaceres que me dan de comer a eso de pasada la hora antes del anochecer; la dama se quedaría de blanco unos días al parecer esta vez, siguiendo el camino de siempre me detuve de nuevo dónde antes; esos hombres arañados por los inviernos habían montado en unas horas un carroussel, era humildemente pequeño, sin carpa, pero infantilmente hermoso. La curiosdad mató al gato que se va por los tejados en las noches de Sabina sin perejil en la comida. Una vez más y sólo una: bendita ca-sua-li-dad. Me acerqué a uno de los mecánicos y le pregunté qué de cuando era eso, solto una voz carraspeada a su compañero, pasaron del sesenta al cuarenta y cinco. Entonces me dí cuenta de que probablemente fuera un carroussel para los niños ricos de Berlín (algo en mí mira de reojo a mi izquierda), un carroussel nazi, no puede ser otra cosa, ¿qué explicaría sinó que los caballitos fueran substituidos por pequeños misiles? Sí claro (una chica, un misterio), había que enseñarlos al futuro del IIIr Reich lo que debían meterse entre las piernas para governar (Miel en los ojos, tinte rubio en el pelo, pecas caídas entorno la nariz, y qué nariz. Ligeras mejillas redondeadas, empolvadas de une vergüenza entre rojiza y carnosa, más bien baja, cuerpo fino, esbelto, manos de pianista, bufanda, gorro, abrigo, negro, negro, negro y el resto era blanco. Estaba el blanco y luego estaba ella. Tanto el blanco y el negro pueden ser la combinación de todos los colores dependiendo de la naturaleza de estos; pero esataba equivocado. Sólo era ella en semejanza, así como el hombre a Diós) al mundo.
Se giró. Se fué.
Es absudro buscar el absoulto en lo particular cuando lo absoluto nació de un particular. No podemos particularizar la belleza en alguien porqué sólo lo conseguimos a trozos, a pedazos y no podemos coser el amor, la belleza, la pasión, la costumbre, las palabras, la vida, las casualidades, los ratos, las esperas, las tensiones y pretender obtener una muñeca de trapo que no queme en las brasas. Los pensamientos después del sexo nunca son buenos. Una muñeca de trapo. Me jodiste bien, me jodiste bien para toda la vida, y jodiendo no voy a arreglarlo. Nunca fue bueno pensar después del sexo.
Volví de mis quehaceres que me dan de comer a eso de pasada la hora antes del anochecer; la dama se quedaría de blanco unos días al parecer esta vez, siguiendo el camino de siempre me detuve de nuevo dónde antes; esos hombres arañados por los inviernos habían montado en unas horas un carroussel, era humildemente pequeño, sin carpa, pero infantilmente hermoso. La curiosdad mató al gato que se va por los tejados en las noches de Sabina sin perejil en la comida. Una vez más y sólo una: bendita ca-sua-li-dad. Me acerqué a uno de los mecánicos y le pregunté qué de cuando era eso, solto una voz carraspeada a su compañero, pasaron del sesenta al cuarenta y cinco. Entonces me dí cuenta de que probablemente fuera un carroussel para los niños ricos de Berlín (algo en mí mira de reojo a mi izquierda), un carroussel nazi, no puede ser otra cosa, ¿qué explicaría sinó que los caballitos fueran substituidos por pequeños misiles? Sí claro (una chica, un misterio), había que enseñarlos al futuro del IIIr Reich lo que debían meterse entre las piernas para governar (Miel en los ojos, tinte rubio en el pelo, pecas caídas entorno la nariz, y qué nariz. Ligeras mejillas redondeadas, empolvadas de une vergüenza entre rojiza y carnosa, más bien baja, cuerpo fino, esbelto, manos de pianista, bufanda, gorro, abrigo, negro, negro, negro y el resto era blanco. Estaba el blanco y luego estaba ella. Tanto el blanco y el negro pueden ser la combinación de todos los colores dependiendo de la naturaleza de estos; pero esataba equivocado. Sólo era ella en semejanza, así como el hombre a Diós) al mundo.
Se giró. Se fué.
Première Arrondissement
Idea para empezar una novela:
No había gozado haciendo el amor con ella. Por suerte el sexo no es lo más importante de la vida. Algo extraño ocurría, en el momento en el que muere el lenguaje de las palabras y nace el idioma de las caricias, del tacto, de la punta de los dedos, de la punta de la lengua, de la punta de los pelos erizados; la hora de todas las puntas. Algo extraño ocurría. Pero más tarde volveré a ello, ahora vayamos a lo que importa.
Más importante había sido lo ocurrido esa y muchas otras tardes; París puede ser una olla hirviente de casualidades, de vidas cruzadas, de golpes infranqueables, de literatura mojada ya sea por lluvia, nieve, saliva, lágrimas, orina o semen; el precio es caro: al final lo que uno más recuerda es esa horrible peste que desprende constantemente el metro. Salir de mi pieza se había convertido esos días en una odisea; enredado entre las sábanas, pegados los ojos a las legañas, ahogado por el olor a vicio sin alcohol, sin humo. Parecía imposible salir a rescatarse hacia la luz del sol, que poco abundaba en esas rues de diciembre. Pero los lunes eran otra historia; pasaban la salida del sol y de nuevo, la madamme se había vuelto a vestir de novia. ¿Cuántas veces más nevaría en París? ¿Cuántas veces menos se derritiría de amor o de lujuría este burdel? La gente corría a sus oficinas a coletazos, paraguas en mano, sombreros en testa y yo, en fín sin blanca pero con blanco; todo de blanco encima, una vez tuve un paraguas, ¡bah! se le torció un alambre y siempre he pensado que era más ridículo un tipo con un paraguas roto que un tipo mojado, y sin lugar a dudas mucho menos romántico.
Enfilé la roquette y me detuve en la plaza de la mairie. Un par de tipos rudos, de esos curtidos con el tiempo y el viento, golpeados por el peso de los años, la avanzada madurez y probablemente el alcohol, montaban unas piezas mecánicas, debajo el castigo del arroz fundiente de esta boda urbana. Mucho frío. Yo retorcía mis manos en el abrigo de pana y ellos las estrechaban en grasientos tornillos. No supe en ese momento que hacían allí ni si lo hacían bien o para hacer el mal.
Pero el mal estuvo hecho, y el bicho de la curiosidad, ya había picado.
No había gozado haciendo el amor con ella. Por suerte el sexo no es lo más importante de la vida. Algo extraño ocurría, en el momento en el que muere el lenguaje de las palabras y nace el idioma de las caricias, del tacto, de la punta de los dedos, de la punta de la lengua, de la punta de los pelos erizados; la hora de todas las puntas. Algo extraño ocurría. Pero más tarde volveré a ello, ahora vayamos a lo que importa.
Más importante había sido lo ocurrido esa y muchas otras tardes; París puede ser una olla hirviente de casualidades, de vidas cruzadas, de golpes infranqueables, de literatura mojada ya sea por lluvia, nieve, saliva, lágrimas, orina o semen; el precio es caro: al final lo que uno más recuerda es esa horrible peste que desprende constantemente el metro. Salir de mi pieza se había convertido esos días en una odisea; enredado entre las sábanas, pegados los ojos a las legañas, ahogado por el olor a vicio sin alcohol, sin humo. Parecía imposible salir a rescatarse hacia la luz del sol, que poco abundaba en esas rues de diciembre. Pero los lunes eran otra historia; pasaban la salida del sol y de nuevo, la madamme se había vuelto a vestir de novia. ¿Cuántas veces más nevaría en París? ¿Cuántas veces menos se derritiría de amor o de lujuría este burdel? La gente corría a sus oficinas a coletazos, paraguas en mano, sombreros en testa y yo, en fín sin blanca pero con blanco; todo de blanco encima, una vez tuve un paraguas, ¡bah! se le torció un alambre y siempre he pensado que era más ridículo un tipo con un paraguas roto que un tipo mojado, y sin lugar a dudas mucho menos romántico.
Enfilé la roquette y me detuve en la plaza de la mairie. Un par de tipos rudos, de esos curtidos con el tiempo y el viento, golpeados por el peso de los años, la avanzada madurez y probablemente el alcohol, montaban unas piezas mecánicas, debajo el castigo del arroz fundiente de esta boda urbana. Mucho frío. Yo retorcía mis manos en el abrigo de pana y ellos las estrechaban en grasientos tornillos. No supe en ese momento que hacían allí ni si lo hacían bien o para hacer el mal.
Pero el mal estuvo hecho, y el bicho de la curiosidad, ya había picado.
La Raíz de todos los Males
Muchas veces me encuentro preguntándome el porqué de tanto ir a los museos. "¿Y esa cara?", "Estoy cansado","yo también". "Es el museo, son los museos", "cierto, me canso sin motivo en ellos", "va a ser eso", "pues eso va a ser", "Eso será". Tenfo un deja vú-recurrente cuando vago perdido y encontrado en un museo.
Pero hay algo más interesante en ellos que el inminente cansancio (a nivel físico) que producen; la focalización. Foca-lización. Por ello cabe introducirse un poco a eso dle mundo de las lentes, la óptica. Uno mismo en particular, es un miope estigmatizado, figurativamente eso me placería mucho teniendo en cuenta las líneas que van a ser tiradas en unos momentos. Aún así, me gustan las gafas, hacen de uno algo-que-no-es, supongo.
Paseo por la sala de los grandes artistas franceses del Louvre "Regarde ça,
es un pasaje de la Divina Comedia", "Ah, cierto y ese debe ser Dante ¿no?" replico. "Voilà y ese es Caronte. Están curzando el rio que lleva al infierno", "de acuerdo, ah entonces, ese de ahí" señalo la lejanía "también es sobre la Divina Comedia", "Si pero no llego focalizo cual es el pasaje", "es muy bello".
E ahí condensadas las dos digresiones ópticas que sufrimos. La bisectriz de la focalización: Miopía e Hipermetropía. Somos hantropomorfológicamente hipermétropos históricos. ace. ache. Hache. Sólo vemos de lejos lo que nos queda delante, no vemos de cerca lo que nos queda delante, mal lo que cubre nuestras manos, bien el horizonte. Distorsionamos de la misma forma el plano del tiempo. Nuestra óptica a menudo tiene un alcance muy grande tanto hacia lo devenido, el pasado cómo hacia el devenir, el futuro, aquello que fuimos, aquello que seremos. Qué bella la irregularidar de ser, sólo conserva la m y la s. Ser es m´s. Pero nos quedamos cortos de vista, no vemos quienes somos, adónde vamos, dónde estamos y menos aún donde los puños de Chronos nos han dejado. Los días pasan, por no decir ya las horas, y el presente nos sucede en nosotros como algo incierto y no vivido entre el ayer y el mañana, y cuanto más ayer o más mañana, más clara la vista. "El mañana tan sólo es un futuro ayer" ¿Porqué tomae el ahora cómo importante? Este es precisamente el diagnóstico del hipérmetrope.
El míope es algo menos común y por lo general más sano. Es el que ve de cerca. Y no (ni siquiera) mira hacia lo lejos. Así de simple, nada que añadir excepto.
Los museos, por decirlo de algún modo característicamente poco comprensible son una especie de lentes -vergentes, sin el di- o sin el con-.
Oh, espera.... No hay
Pero hay algo más interesante en ellos que el inminente cansancio (a nivel físico) que producen; la focalización. Foca-lización. Por ello cabe introducirse un poco a eso dle mundo de las lentes, la óptica. Uno mismo en particular, es un miope estigmatizado, figurativamente eso me placería mucho teniendo en cuenta las líneas que van a ser tiradas en unos momentos. Aún así, me gustan las gafas, hacen de uno algo-que-no-es, supongo.
Paseo por la sala de los grandes artistas franceses del Louvre "Regarde ça,
es un pasaje de la Divina Comedia", "Ah, cierto y ese debe ser Dante ¿no?" replico. "Voilà y ese es Caronte. Están curzando el rio que lleva al infierno", "de acuerdo, ah entonces, ese de ahí" señalo la lejanía "también es sobre la Divina Comedia", "Si pero no llego focalizo cual es el pasaje", "es muy bello".
E ahí condensadas las dos digresiones ópticas que sufrimos. La bisectriz de la focalización: Miopía e Hipermetropía. Somos hantropomorfológicamente hipermétropos históricos. ace. ache. Hache. Sólo vemos de lejos lo que nos queda delante, no vemos de cerca lo que nos queda delante, mal lo que cubre nuestras manos, bien el horizonte. Distorsionamos de la misma forma el plano del tiempo. Nuestra óptica a menudo tiene un alcance muy grande tanto hacia lo devenido, el pasado cómo hacia el devenir, el futuro, aquello que fuimos, aquello que seremos. Qué bella la irregularidar de ser, sólo conserva la m y la s. Ser es m´s. Pero nos quedamos cortos de vista, no vemos quienes somos, adónde vamos, dónde estamos y menos aún donde los puños de Chronos nos han dejado. Los días pasan, por no decir ya las horas, y el presente nos sucede en nosotros como algo incierto y no vivido entre el ayer y el mañana, y cuanto más ayer o más mañana, más clara la vista. "El mañana tan sólo es un futuro ayer" ¿Porqué tomae el ahora cómo importante? Este es precisamente el diagnóstico del hipérmetrope.
El míope es algo menos común y por lo general más sano. Es el que ve de cerca. Y no (ni siquiera) mira hacia lo lejos. Así de simple, nada que añadir excepto.
Los museos, por decirlo de algún modo característicamente poco comprensible son una especie de lentes -vergentes, sin el di- o sin el con-.
Si eres miope te alejas de la Obra. Del centro.
Si eres hipérmetrope te acercas a la Obra. El centro.
Oh, espera.... No hay
centro.
MalEntendido
¿Cúanto pesa una palabra? No, no voy a entrar en la fácil diálectica del peso y la ligereza, de eso que lo que es ligero pesa o viceversa. Las lenguas tienen algo de economía. (¿Quién soy yo para decirlo?). La gente quiere ahorrar con ellas; cómo locos destruyendo una estética que no nos conduceaningunaparteparaeconomizarellenguaje y ahorrarnos saliva que si no nos sobra nos falta.
Pero la economía linguística va más allá, más allá de la letra al quilo o parecido. Está incluso en terrenos financieros; las divisas. Del euro al dolar o al meravedín que se yo. La cuestión es que hay palabras que son más caras en ciertos idiomas.
T'estimo, te quiero vamos. Son palabras muy caras, de esas que las hay que buscar con un cerdo entrenado entre las hojas hotoñales de un bosque de horquídeas o rosas. Son palabras que pocas veces nos atrevimos a pronunciar, y si no es así, en fín, entonces es que bebemos agua de dos pozos muy distintos. Sin embargo esas mismas palabras cuando les cambiamos el idioma se abaratan considerablemente, todos dicen I love you y que le vamos a decir a la hampa; qué de fácil es decir je t'aime en la cité del amour. Y sin embargo no me lo hagas decir en mi lengua, en mis lenguas, por mi lengua, aunque sea para la tuya en la tuya o viceversa. Parece cómo si guardara esas palabras en el corazón de un acorazado, o en la coraza de un acorazonado.
Pero la economía linguística va más allá, más allá de la letra al quilo o parecido. Está incluso en terrenos financieros; las divisas. Del euro al dolar o al meravedín que se yo. La cuestión es que hay palabras que son más caras en ciertos idiomas.
T'estimo, te quiero vamos. Son palabras muy caras, de esas que las hay que buscar con un cerdo entrenado entre las hojas hotoñales de un bosque de horquídeas o rosas. Son palabras que pocas veces nos atrevimos a pronunciar, y si no es así, en fín, entonces es que bebemos agua de dos pozos muy distintos. Sin embargo esas mismas palabras cuando les cambiamos el idioma se abaratan considerablemente, todos dicen I love you y que le vamos a decir a la hampa; qué de fácil es decir je t'aime en la cité del amour. Y sin embargo no me lo hagas decir en mi lengua, en mis lenguas, por mi lengua, aunque sea para la tuya en la tuya o viceversa. Parece cómo si guardara esas palabras en el corazón de un acorazado, o en la coraza de un acorazonado.
¿Es que acaso son palabras de un sólo uso (usar-y-tirar), y ya las mal-gasté?
Quizá sean una contraseña. Quizá Caronte me espere en una orilla del río, presuroso de escuchar la contraseña de mis palabras, para cruzar el río Acheron, en la otra orilla del cuál me espera Ella, en mayúsculas, lo que no sé es si es para dirigirme al infierno o para volver de él. "La quiero", susurraré en el oído de Caronte, y entonces él, entre un mar de almas perdidas, amores, iras, uvas, sangre y semen, remará y me conducirá hastá encontrarme en la otra orilla, con ella, aquella a la que le salve la vida tantas noches, y le diré: "Soy ese, el que nunca te abandonará".
Santo y
seña.
Ejercicio Nº2
"Un ojo sensible descubre el hueco entre los ladrillos, a luz que pasa."
Julio Cortázar
en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay
Julio Cortázar
en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay en el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay
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