El Reflejo de la Prisión de Cristal

Tercer Movimiento

¿Estás justificado? ¿Estás justificando? ¿Te estás justificando? ¿Justificando? Justificando que cuando oígo una llave girarse en un pestillo. Que cuando veo una llave girarse en un pestillo. Que cuando giro la mano y llevo en ella una llave en un pestillo. Que cuando cierro una puerta nunca sabré si en alguno de los dos lados no estoy encerrado. Si tiene sentido salir de la prisión de cristal cuando la relación de volumenes puede ser inversa; pesar más el aire que el agua. El Horizonte es una discontinuidad a la vista y por ello no deja de ser bello. Pero estás fuera. Y veo una luz blanca que brillaba antes de que yo estuviera allí; una visión que promete salvación.

cuarto movimiento

Pero no. Porque no hay historias que se cuenten sin que el mal devenir se apodere de ellas, sólo la desgracia la contra-fortuna tiene el poder de la narración. Sin que esa luz blanca que brillaba antes de que nosotros escribiéramos sobre ella desapareza. Decepcionantes obsesiones, a veces no parecen más que un juego de niños. No parecéis más que un juego de niños. Si sigo así te destruiré.

Quiero sentir tu cuerpo temblar.

Quiero sentir tu cuerpo agitarse.

Quiero sentir tu cuerpo rompiéndose.


Una oportunidad para arreglar esta pluma que muere.

quinto movimiento y Último


Cuándo escribo sólo lo hago por una cosa,

que lo tomes todo de mí,
los deseos que queman muy adentro
que lo saques todo de mí,
el orgullo para ser arrogante,
que lo sanes todo en mí,
el todo para querer sólo una parte.

Sentir mi cuerpo temblar,

sentir mi cuerpo agitarse,

sentir mi cuerpo romperse.

La posición es corbada, encima de mismo. Uno. Dos. Tres. Si esto fuera un piano, me saldrían sonatas contemporáneas. Es un jodido teclado. Y la ese, esa maldita tecla está gastada; se acabaron los plurales. Estoy sólo.

La Prisión de Cristal

Primer movimiento

La posición es corbada, encima de mismo. Uno. Dos. Tres. Si esto fuera un piano, me saldrían sonatas contemporáneas. Es un jodido teclado. Y la ese, esa maldita tecla está gastada; se acabaron los plurales. Estoy sólo. Ya no me das miedo ventana, ya no me das miedo oscuridad; sólo me doy miedo a mí mismo. Soy mi peor enemigo y en presencia de mis enemigos estoy, no me hacen falta espejos para ver mi relflejo; estoy encerrado en una prisión de cristal.

No puedo escapar.

No puedo sinó rendirme.

Perdida la voluntad de escapar.

Un hombre totalmente vencido.

No bastan ochenta pulsaciones minuto, no bastan ciento sesenta letras minuto. No bastan diez líneas por cara. No bastan tres hojas por día. Bienvenidos a mi prisión de cristal, un lugar que nadie conoce, la vida aquí en mi prisión de cristal, un sitio al que un día le llamé hogar. Esperando que esta falta de esperanza termine.

¿Detenerme en la mitad del camino?
¿Terminar con esta locura?
¿Trascender el dolor?

Nunca. Nunca. Nunca.

Ayúdame, no puedo romper está prisión sólo.
Sálvame, no puedo buscar entre la despesperanza de mi mismo.
Cúrame, no puedo recuperar la cordura sólo.

segundo Movimiento

Pero allí en la distancia ví una puerta. La puerta estaba cerrada. La forzé y aún así. La puerta estaba cerrada. Qué frágil es todoa aquello cuanto me acompaña, qué delicados son los cristales soplados que cuelgan de mi cabeza, mis recuerdos, mis historias. Mi número tres. No sé puede seguir andando hacia delante mirando atrás. No sé puede dejar de tener fé. Uno tiene que fijarse que la puerta tiene pestillo, girarlo y la puerta se abre. Se sale de la prisión y te das cuenta de que no es una prisión; parece un palacio. Pero fuera suenan las campanas y ese viejo disco que sigue tocando esa música que jamás dejó de repetirse: El sonido de mil cristáles rompiéndose.

Entendidos

Maté a M. y eso me está matando.

Escritorios

Y cuando sueña no quiere escribir, no tiene el poder de soñar que quiere escribir; y cuando sueña quiere escribir, no tiene el poder de soñar cuando no puede escribir. Spinoza

Esfuerzos

Hay algo que palideze, languideze, se marchita.

Un tren se ha ido. Un lago se ha secado. Habrá llegado una mañana. Qué se yo. Qué sé que ya no escribo. Qué sé yo de porqués de esta vida. ¿Dónde tendré que tocar?

Para dejar de escribir sandeces, pensar nada. Y sacar un poco de estímulo de las uñas de los dedos. Yo no se qué será que me haya bloqueado de esta manera, ni en dos años. Debería bastarme con cualquier cosa; una hoja que cae, un gusano que repta, una Torre Eiffel cualquiera, una caricia ajena. Pero no. No. No. No y no.

Ya no me sangra la pluma. Desdichosado de mi.

Yo no sé qué pasa pero algo ha dejado de pasar.

Será algo así como que de ahora en adelante deberé esforzarme