El Ministerio de las almas perdidas

“La vida es sueño…”, cuántos se han permitido la ya vulgarizada licencia de parafrasear a Calderón, y ¿qué de extreño hay en ello? Acaso no nos repetimos des de hace ya varías centurias ¿acaso no está todo ya escrito? Tramas, desarrollos, desenlaces, sopresas en el guión, todo parece ya repetirse, todo parece ya emulado. Variado. Remasticado, Rumiado. Revolucionado, renacido si me permiten. Oh fíjense a lo largo del relato de toda la Ecuación Humana no he dejado de mencionarlo, varío (en gran cuantía) la idea de otro, cuya originalidad, a su vez, cuestiono. Y el resto, ¿bajo que piedra se escondía lo otro?

No obstante y sin embargo, de vez en cuando algo en nosotros se permite ser original, sea el soñador que tenemos dentro: va y levanta una piedra de la que se escapa una idea, una de esas platónicas que aún nadie había repetido, la idea liberada intenta subir hacia “el mundo de las ideas” ese qué conocíamos tan bien al final de nuestra educación secundaria, pero ¡hay! Pobre idea, la cazamos.

Si me permiten; el otro día soñé algo con un mínimo interés simbólico, fue algo reconfortante, es caro soñar en estos días aciagos, con estas vidas que tan poco tienen de vida, no queda ya mucho para uno mismo. Era una mesa y había gentes, amables, risueñas conmigo, jugábamos a las cartas, juraría que con una baraja de póker. Estabamos fuera, en un campo, era en cierto modo un ambiente un tanto claustrofóbico, como si el aire pesara más sobre nuestras espaldas. Y había una gran gracia, un gran sol, naciente y poniente se repetía: amanecía y oscurecía en un periquete, y por si fuera poco, el disco solar era gozosamente grande y redondo, se achataba y expandía al llegar al horizonte, que curiosamente parecía muy cercano a nosotros. Yo no podía dejar de mirar al sol y de hecho hacía caso omiso a la partida que ten pronto era tempranera como propia de altas horas de la madrugada. Tiempo dilatado. Otra gracia es que a pesar de todo jamás oscurecía, siempre había una halo de luz anaranjada en el cielo. Después de sucesivos amaneceres, amaneció una luna llena, poco a poco, que se posó sobre nuestras cabezas y el sol a su lado fue apagándose hasta que desperté.

El azar, tempus fugit, la vanalidad… cuantos tópicos manifestados, cuanto simbolismo, cuanta fantasía. Cuanto poco de original, ¿lo ven? “…los sueños, sueños son”.

¿Donde recae la diferencia, el matiz? Ambas cosas, lo vivido, lo soñado, los podemos recordar, los podemos anotar, los podemos pintar, los podemos recitar. El matiz está en la singularidad, “la originalidad”, un sueño es un vivir singular, no compartido, la vida es compartida des de otras ópticas, por el resto que no somos nosotros. Estará entonces la verdadera originalidad tan sólo ligada al egoísmo? Será está un espejismo que nos oculta el verdadero motor del arte: el escribir, el pintar, el sonar, el representar. ¿Será la búsqueda de originalidad, la búsqueda suprema de algo tan lascivo como es el egoísmo?
La vida es la vida y los sueños, eso, sueños son. Sean entonces egoístas, y hagan el favor de compartir sus sueños con los demás.

La Ecuación Humana, dia último: Ocaso

La gente se levantó y se fue, lentamente, en unos segundos el teatro estaba vacío y en cuestión de segundos, una ligera brisa de viento lo envejeció: el telón estaba carcomido, las butacas se caían, todo estaba gris, húmedo, mugriento. La silla de al lado, ocupada por muerte estaba vacía, se giró mirando hacia las bambalinas: habían desaparecido, se extendía un sendero en un bosque, oscuro y húmedo. Una ligera neblina cubrió entonces el suelo, se levantó de la silla que al instante, se resquebrajó y se tornó polvó.

"Le esperaremos hasta que cerremos los ojos. Eso me decía siempre el abuelo, el también vió fallecer a tú tío", "no hables así" replicó la madre "él no está muerto". Su hermano empezó entonces a hablar

"Cuando llega tu hora te das cuenta de que nuevo estas sólo. Y la espera final nos llega a todos, la vida es preciosa pero no serás tu el único que finja. Somos un segundo en el tiempo, somos los últimos de la fila. " La voz sonaba por todas partes, miró a su alrededor: ahora todo era bosque. "Esto es el final, no hay escapatoria". Tenía miedo, mucho miedo. Las voces eran graves gravísimas, se encontraba sólo en el bosque y arrancó a correr, correr tan rápido como jamás había corrido.

"cuando la hora te das cuenta que estas sólo. Y la espera final nos llega a todos, la vida es preciosa pero no serás tu el único que finja. Somos un segundo en el tiempo, somos los últimos de la fila. " y entonces echó a llorar. Seguía mirando por la ventana, siguió: "Jamás entendí el porqué...". Entró un médico de repente en la sala. Parecía agitado "Esto se acerca a su final", "¿Quiere decir que...?","No, no, siempre hay escapatoria. Sencillamente, no me han dejado hablar", el médico parecía sofocado "Lamento informarles que tenemos que trasladarles a la planta de larga estancia".

Corría y corría, no miraba atrás, el bosque se hacía más oscuro. Podía distinguirse el cielo, parecía nublado. Empezó a fatigarse, le gustaba esa sensación y siguió corriendo. Olvidó su condición. Olvidó su situación. Y en el fondo del sendero dónde llegaba su vista, un rayo de sol penetró en el bosque, dos, tres, eran de oro, amarillo anaranjado.

"Jamás entendí el porqué de correr tanto" dijo su hermano y entonces río abrutamente. " Supongo que huya de algo. Solía correr a menudo, era como una terapia". Respondió su padre. Susurró algo en el oído de su mujer, y se llevó a su hermano del hombro, fuera de la habitación. Su madre se acercó a la cama, se sentó al lado de su hijo "Relájate M., parece que has llegado al final de tu viaje, descansa un poco, para por una vez en tu vida, descansa. Sueña con los que han pasado por tu vida. Deshazte de tus miedos ¿Porqué lloras?". En verdad estaba llorando. Su madre le tomó en brazos. "¿Me ves? ¡¿Me ves hijo mío?!"

Llego a los rayos, miró hacia el sol, y de repente vió el final del bosque, llevaba a una playa. Se sentó en la arena, había una barca, un pequeño velero blanco. Miró hacia el horizonte, sintió en verdad la llamada del mar, el canto de las sirenas. Aquellas por las que había vivido. Entonces como de alegría, como de pena; se humedeció el rostro con algunas lágrimas. Estaba relajado. Se sentía descansado. Recordó con alegría toda la gente que había estado en el teatro de su vida. Sus miedos como si se trataran de una pesada cota de malla, se los quitó de encima y levantando levantando povlo los lanzó a la arena. Se levantó, ligero. Se sentó en el velero y poco a poco, la marea empezó a subir. La barca flotó entonces.

Su madre se fué corriendo, abrió la puerta de la habitación con violencía, histérica, en busca de los médicos.

Como si de repente lo hubiera comprendido todo, no vaciló entonces. Debía partir hacia el este. Antes que las nubes de tormenta que divisó en el oeste se acercaran. ¿Pero dónde estaba el este? Al este se iba por mar. Y como si no le quedara otra opción, como si fuera el único rumbo fijado, partió.

Dos médicos llegaron corriendo, efectivamente, "El paciente de la 243 ingresado en el hopital una semana y un día antes de su fallecimiento. Se desconocen los motivos de la defunción, probable traumatismo encefálico. El paciente presentaba en el ingreso, múltiples costillas rotas, un brazo roto y múltiples heridas superficiales. Se encontraba en coma al ingresar al hostital y éste evolucionó al segundo día a coma profundo, del que no se esperaba, a corto plazo recuperación. Su estado era vegetativo: actividad motora y función cerebral ambas las dos nulas. El médico confirmó la defunción y se procedió a la baja en el hospital. Durante varios días siguieron algunas visitas "despistadas" a las que se informó debidamente. Por último se registró una llamada, meses después en el hospital. Preguntaron por su estado de salud". Y ya el restó que se oyó en el teléfono fueron llantos.

Cuánto nos perdemos por no estar, en el sitio preciso, en el momento conciso, con las personas permitentes, no equivocadas. Cuánto nos perdemos, por dejarnos fascinar por la casualidad y no por la causalidad. Cuán maravillosamente azarosa es toda nuestra existencia. Cuánto de irreversible es todo cuanto hacemos. Cuánto de importantes son cada uno de nuestros movimientos, que poco a poco crean nuestro destino. Cuánto poco nos cuesta huir de todo y sentirnos deseperanzados, aislados. Sin darnos cuenta de que el córrer nos aleja de quien nos tiene que dar alborada, mediodía y ocaso. Nadie quiere resolver la ecuación humana, aquí no se ha pretendido nada de eso. No obstante y sin embargo, nótese algo de forma clara. Caeteris paribus: Si hacemos que todo lo demás sea constante, nuestras vidas se asemejarían a cualquier fenómeno maravilloso cuya única variable es aleatoria y ese mismo nombre lleva.

FIN.

La Ecuación Humana, dia último: Mediodía

Tenía el rostro grave y se oían murmullos al otro lado del telón. Por primera vez des de hacia ratos, momentos, no había pensado en ello. Los días habían desaparecido para él todo se limitaba a escenas, inconexas, deshiladas, todas terminaban con un estado de inconsciencia, un apagado y encendido de focos, y zas. Ahora se encontraba allí sentado al lado de aquella extraña figura. Lo ello en lo que no había pensado era el porqué de todo aquello. El accidente, su vida, se le hacían ajeno y ajena. Algo vago, lejano. Se había olvidado de todo cuanto y todo quién le había importado en vida y se había centrado en ella. En encontrarla de nuevo. ¿Cómo era aquéllo posible? De repente se sentía lejos, muy lejos de sus queridos: queridos padres, querido hermano, querida família, queridos amigos, queridas personas. querida gente que formaban la matriz de su vida. En cuanto tomaba consciencia de aquella dimensión, ella, esa chica, se le hacían algo ajeno. No obstante y sin embargo, había anduvido a través de todo aquello buscándola. Así había vivido su vida, buscando y sin encontrar, aprendiendo y sin ejecutar, persiguiendo pero sin correr. Recordándose cosas que no vivirá y olvidándose de vivir. Olvidándose de que la vida no es un fin, un sinfín de fines, sinó un medio, un gran medio, en el que cada momento cuenta, sí. Pero cuenta para ser vivido. Sintió vergüenza, desagradecimiento, traición y algo ya olvidado: dolor de corazón. De repente y sin dilación: se abrió el telón.

Rostros y manos que los cubren, un llanto apagado. El medico lo había especificado: los músculos del abdomen flojean, la respiración és irregular, "algunos siguen adelante, uno nunca sabe" dijo el médico. Manos entre mandíbulas, mandíbulas estampadas en la carne. Llantos, generalizados. Y una voz ahogada "apenas hemos podido conocerlo". Así era, la gente vive tanto o más los volátiles años de la juventud, la universidad, que todos los años que forman infancia y pubertad, y el se había ido por aquél entonces, a hacer carrera.

"DIME, ¿QUÉ VAS A QUERER COMER EN TU ÚLTIMA CENA?" Pero él no estaba consternado, paralizado, estaba agarrado a la silla. El teatro era grandioso, tantas tribunas que la vista no alcanzaba a distinguirlas. El color rojo dominaba, el escenario estaba perfectamente iluminado, un foco encima de él que le impedía ver con claridad el rostro de los espectadores. La primera fila estaba vacía, en cada uno de los asientos había un cartel de "Reservado", el resto de las butacas: llenas. Amigos, parientes, conocidos. Todos estaban callados y le miraban. Una porfunda y apagada sonrisa, luego palabras: "LA VIDA ES COMO LA CAÍDA DE UN PÉNDULO, LA GENTE VIENE Y VA, LOS SENTIMIENTOS, TE SIENTES FUERTE, ESTAS LEJOS DE ELLO. TOMAS AIRE, RUEGAS A DIOS QUE TODO TERMINE Y LUEGO TOMAS EL AIRE SUFICIENTE PARA COMERTE LA VIDA. LAS COSAS BUENAS, LAS MALAS, NO TE PREOCUPUES, VOLVERÁN. PREGUNTATELO AHORA: ¿VALE LA PENA LA CAÍDA? Y RESPONDE, PUESTO QUE AQUELLOS DE ALLÍ AQUELLOS QUE NOS MIRAN, QUIEREN UNA RESPUESTA", "quiero madalenas, leche con madalenas". Aplauso generalizado, la gente se levanta, cae una rosa sobre el escenario, Muerte se levanta, le coge del brazo y se lo alza. Tímidamente, esboza una leve sonrisa, repite "leche con madalenas". Y estalla de nuevo el júbilo.
http://en.wikipedia.org/wiki/The_Human_Equation

La Ecuación Humana, dia último: Alborada

¡Sombras!, entonces es que hay luz, y la había. Venía de una ventana, y estaba una escalera, en espiral. Un hombre sentado al lado de la escalera. Dormía. Sentía un terrible dolor de cabeza, se incorporó como tantas otras. Reinaba un silencio total y de la luz que penetraba la estancia se podían ver suspendidas partículas de polvo, se acercó a la ventana. Miró a través de ella, no podía ver nada, sólo luz, no obstante una luz que no cegaba, era amarillenta, pero parecía provenir de todas partes cualesquiera que fueran las que estaban más allá de la ventana. no hiba a comprovarlo, en vez de ello, se dirigió hacia la escalera y la subió. Encontró una puerta y la atravesó.

Amanecía en el hospital, las ventanas de la habitación estaban entreabiertas. Su padre roncaba, con la cabeza colgando en una de las sillas, llegaron visitas, su padre despertó, no les conocía, gente joven.

Se encontró detrás de un cristal, muy ampio que daba a una calle, bañada de luz dorada, había gente paseando, puso sus manos encima del frío cristal. A su lada había un par de maniquís, vestidos de acuerdo a la temporada, miró hacia atrñas, la puerta había desaparecido. Empezaron a pasar personas conocidas delante de él, éstas se paraban, le miraban, comentaban y seguían. Pasaron por delante de él muchas personas que incluso había olvidado, otras que seguramente eran de su propia invenció, extraños por conocer, inconocidos, bellas del metro... De repente notó una mano fría en su espalda, "¿SABES A DÓNDE VAN TODOS?" la voz era grave y reberberaba, pero no en la sala, sinó en si misma. Él se asustó, pero el pequeño escaparate en el que se encontraba encerrado no daba lugar a tranquilizarse "¿Quién eres?". Sin duda no se trataba del hombre que había visto abajo al despertar.

Las visitas, múltiples, (parecían haberse puesto de acuerdo) se fueron todas, llegó su hermano, "Buenos días papá, venga, hora de desayunar". Se fueron.

"VAN A VERTE A TÍ", "¿A mí?", volvió a mirar hacia la calle, estaba desierta. "ASÍ ES, TODOS, VAN A VERTE", "Pero... ¿dónde?", una risa profunda, abismal, grave, se perpetró en su cabeza, la risa se recuperó "AL TEATRO DE TU VIDA POR SUPUESTO", "¿Quién eres?", se alejo de esa figura, se arrinconó contra el cristal. "VENGO DE FUERA POR ASÍ DECIRLO, NO HAS ESTADO HACIENDO MUCHO CASO A TUS VOCES, ASÍ QUE HA LLEGADO MI HORA", "respóndeme, ¡Quién eres!", "TRANQUILIZATE, PUEDO PARECER IMPONENTE EN UN PRINCIPIO, PERO CON EL TIEMPO ¡ME HE ACOSTUMBRADO A TRATAR CON LA GENTE! ME PRESENTO, SOY TU MUERTE, Y LA DE TODO EL MUNDO", "...¿la muerte?", "SI, BUENO, LO SERÍA SI TUVIERA SEXO, SI FUERA ALGUIEN, PERO NO LO SOY, Y COMO VES SOY COMO IMAGINABAS, ASÍ SOY PARA CADA UNO DE VOSOTROS LLEGADA LA HORA", "¿Quieres decir que ha llegado mi hora, que he muerto?", "O NO, PARA NADA, NO OLVIDES QUE TU Y YO SOMOS MÁS QUE NADA, DIGAMOS QUE SENCILLAMENTE VENGO A DECIRTE... MEMENTO MORI", el cristal del escaparate desapareció, muerte y él salieron a la calle. Efectivamente, al final de la calle había una glorieta y al final, un templo neogótico, del que colgaba un carel: "El teatro de la vida".

La habitación seguía vacía, un rayó de luz iluminaba la cama y todo restaba en silencio, sin embargo, latente, lenta y progresivamente un sonido empezó a escucharse en la sala.

La calle seguía vacía tan sólo las dos figuras, él y muerte, se dirigían al teatro, entraron por una puerta lateral, directamente llegaron tras las bambalinas. "VENGA SAL AL ESCENARIO, TRANQUILO EL TELÓN ESTÁ BAJADO". En el centro del escenario había dos sillas, se sentaron en ellas.

El sonido provenía de su cuerpo inherte, acompañaba su respiración, poco a poco se pudo distinguir: el mismo sonido que hacen aire y agua mezclados en un tubo cuando son soplados. Se abrió la puerta de la habitación, entraron su padre y su hermano, charlando tranquilamente, se habían acostumbrado a la situación. El padré mandó callar al hermano "¿oyes eso?", "No", "escucha bien", "¿Qué es eso?", "Es la agonía, el estertor de la muerte"
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La Ecuación Humana, dia siete: Irreversibilidades

Abre los ojos, la luz del sol le ciega. El cielo es muy azul, muy claro, se levanta. Vuelve a ser un niño, está en una playa y la recuerda. Esta llena de gente, llena de colores vivos, de ruido, de gritos, de sonrisas, no consigue ver a su padre, tiene apenas cuatro años. Piensa, siente, por primera vez en su vida, que ha perdido a alguien, a la persona más importante para siempre. Vuelve a ser él, los colores palidecen: el cielo se vuelve gris, el mar se vuelve gris, la arena se vuelve gris, se apagan los colores, las sonrisas, se ahogan los llantos. Las personas pierden el color, los rostros, las ropas. Se hace el silencio.

Ella sigue allí sentada, esta vez no está sola, un amigo de él está roncando profundamente a su lado, en la otra silla. Se encuentra muy incómoda con este individuo roncando, le parece algo tan ridículo que no merece suceder delante de una situación tan grave. A pesar de todo empieza a estar inquieta, se pregunta ella que es lo que la mantiene allí, ya lo ha aceptado. Es invierno y aún así hace un calor sofocante, incómodo en la habitación, hay un ventilador de aspas justo debajo de la luz y lo enciende, se vuelve a sentar, yo nisiquiera puede mirarlo. Empieza a sentirse ridícula, ha perdido el sentido que siga allí.

Quietud, silencio, total silencio. Mira a su alrededor, en uno de los extremos de la playa hay un acantilado, con un faro. No recuerda que hubiera estado allí. Se oye a lo lejos un ruido seco. Se enciende el faro.

Es noche cerrada, la luz de la habitación que apenas ilumina la cama está abierta, el ventilador gira debajo de ella.
Vuelve a estar sola, lo ha estado pensando largo y tendido y ha tomado una decisión.

Intermitentemente le ciega, en cuanto le alcanza la luz, tiene que pararse. Anda patéticamente entre el sliencio y las estatuas de su alrededor, la arena no le facilita las cosas. Pero ya se está acercando. Hay alguien arriba en la cima de la torre. Echa a correr... ¿es posible? Es ella.

Repira hondo, irse es como abandonar una lucha, la lucha que ella ha mantenido contra la lógica, contra la evidencia, contra la cordura. Le conoció hace apenas diez días, la noche antes que el tuviera que coger un avión para volver a casa y pasar allí las vacaciones. Fue por casualidad, como se conoce todo el mundo. Estaban los dos en el sitio correcto, la noche correcta y con la predisposición correcta. Ella termino en su casa. Lector, ¿has visto "Largo domingo de noviazgo"?, pues despertaron así. Poco después él se tuvo que ir corriendo, había confundido la hora del vuelo y tuvo que irse, se dieron el teléfono, habían pasado unas pocas horas juntos: No obstante y sin embargo ella estaba ahora aquí, en el hospital. Era una locura y había que ponerle fín.

Corría, corría, corría, hacia el acantilado, hacia el faro, la veía a lo lejos, de repente, lanzó un pañuelo blanco al mar, el ñuelo frágil, tremuloso, voló y se perdió. Ella entró en el faro y desapareció de su vista. Al fin, la encontraría.

No esperaría a que llegara el primo de él, en estos patéticos cambios de turno que se había montado la família en un inmenso y orgigástico acto de hipocresia colectiva. Se levantó, cogió su bolsa, recogió todas sus cosas del baño, no llevaba nada más con ella. Le dedicó una leve mirada, casi vergonzosa, nunca se le había dado muy bien el vals de la despedida. Se acordó, de lo único que tenía de él. Esa noche que se conocieron hacía realmente mucho frío, ella estaba un poco resfriada y no tenía pañuelo, él si. Pensando que aún tenía que estar en su bolsa, lo cogió, y lo dejó caer al suelo. Se fué hacia la puerta, le dedicó otra mirada, una última. Y salió.

Llegó al faro, la puerta estaba abierta, pensó que sería cuestión de momentos, ella estaría bajando las escaleras, seguramente le habría visto venir. Empezó a subir las escaleras de caracol, corriendo, subía subía y subía, hasta que llegó a la cima del faro, salió fuera. Ella no estaba, había desaparecido. Miró hacia el horizonte, mar y cielo seguían grises, allí al lado del inmenso foco la luz era de hecho muy potente y cuando pasaba por delante de él podía incluso sentir su calor. Hacía viento. Y ella había desaparecido, se había esfumado, ¿en qué clase de infierno estaba encerrado?

El pasillo estaba oscuro, muy oscuro, apenas había actividad, eran las tres de la madrugada, empezó a llorar de nuevo, creía que ya lo tenía superado pero no. Bajó por las escaleras, firmó en recepción, salió a la calle, el viento, el frío eran hirientes. Y ya dejó de pertenecer a nuestra historia. Un médico para hacer una revisión entró en su habitación, se extraño: era la primera vez que habían dejado sólo al pobre joven en coma de la 243. Empezó a revisar sus lecturas. Vaya, ¡el joven tenía los ojos abiertos! Una rareza y nada bueno para quién está en coma, pueden dañarse por la falta de humedad y el médico se los cerró.

Se apagó entonces el faro, el suelo empezó a temblar, se rompió el cristal, todo temblaba cada vez más fuerte, él se agarró a la varandilla para no caer: faro y colina, colapsaron.

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La Ecuación Humana, dia seis: La causalidad

Ahora esta en casa de sus abuelos; el mismo esta sentado en esa mesa cuadrada de aquel frio comedor que durante el invierno se calentaba con una rudimentaria estufa. Recuerda ese dia; operaban a su madre y su padre estaba de viaje; el en casa de sus abuelos. Su abuelo estaba en la cocina fregando los platos y su ahora difunto abuelo miraba la television en el salon. Se acerco a si mismo, y miro por el hombro de ese ninyo que un dia habia sido; castillos, el siempre dibujaba castillos, decia que queria construirse un castillo y tener una armadura, y tener una espada y un escudo por supuesto. Queria tenerlo porque si, y por supuesto, era un ninyo: ni siquera se planteba que haria cuando tuviera todo aquello. Y en ese momento se dio cuenta... se sentia exactamente igual antes del accidente, antes de salir de su casa: se sentia como un caballero armado sin nada que defender: habia acabado sus estudios y ahora? Ahora todo lo relacionado con ellos parecia haber dejado de tener sentido. Entonces se dirigio hacia el pasillo de la casa de sus abuelos, ese era el que conducia al salon, pero antes se detuvo, una de las puertas de ese pasillo conducia a la habitacion de sus abuelos, entro en ella. Dentro habia una caja de musica, la abrio y vio una de aquellas bailarinas que al son de un tambor de musica daba vueltas y vueltas, que tenian los tambores de musica que no tuviera un Nocturno de Chopin? De pequenyo esa melodia le hacia sentir sumamente triste. Un ninyo triste? Si, constantemente. Pero la caja de musica no sono. A su derecha tenia el armario: lo abrio. Era uno de esos armarios con espejos en ambas puertas, de pequenyo le encantaba abrir ese armario y verse multiplicado infinitas veces en ambas puertas. Asi hizo. Pero en vez de verse multiplicado infinitas veces, se vio a si mismo, de ninyo al adulto en camino que era ahora. Una mano se poso en su hombro, era su abuelo "Vete nieto". Entonces una luz le cego.

Se desperto, se levanto del suelo y alli estaba ella, S. la recordaba muy bien, con ella perdio la virginidad, estaban en su casa ese dia, como ahora. Entonces ella lo tomo de la mano, pero en lugar de sentir su mano y seguirla, otro si mismo, surgio de el y la siguio. Se quedo alli plantado, vio como la pareja cerraba la puerta y se acordo de ese dia que de pequenyo escucho a sus padres jadeando. No pudo soportarlo, cuantas mujeres habian pasado por su vida? cuantas habian merecido la pena? Cuantas habia querido a su lado para siempre? En caso de que asi hubiera sido, ninguna se quedo en su vida: fue incapaz de retenerlas, de aguatnarlas, de ser aguantado, todas se esfurmaron. Todas?
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La Ecuación Humana, dia cinco: Desesperanza

Hay alguien sentado en una de las dos sillas de la habitacion y espera. Ya no siente nada sencillamente espera. Esa persona sentada, contemplando a un cuerpo que solo esta en cuerpo; hace apenas unas horas los medicos se lo han comunicado: Las posibilidades que abandone el estado de coma en las proximas semanas son infimas, y segun pase el tiempo mas improbable sera un despertar. En ese momento esa persona era la unica en la habitacion del hospital, se alejo de los medicos, se fue al banyo, se mojo el rostro, se acerco a una ventana y miro al infinito. Ahora esta sentada enfrente de la cama. Y espera.

Sin embargo ha dejado de ser consciente de a quien espera, le da por... muerto? Si asi es, lo ha aceptado. Ha pasado las 5 ultimas horas viendo como poco a poco cada trazo de su cuerpo se adaptaba a la nueva situacion: la de su ausencia. Ni siquiera se atrevia a acercarse a ese cuerpo vivo al que ya tomaba por muerto. Habia notado como el ritmo de su corazon se deceleraba, como cesaban las lagrimas, como se calmaba esos golpes constantes en su cabeza. Y aun asi espera.

Aun no ha llegao nadie para el relieve, es decir, solo Ella conoce la verdad. Teme el momento en que tenga que comunicarselo a alguien de la familia. Ella no lo es. Ha tardado en llegar puesto que tardaron en decirle nada sobre el accidente. En su familia apenas se la conocia. Y ahora insite en quedarse largo y tendido. Y espera.

La habitacion esta oscura, llueve fuera, ella esta delante de la ventana, contempla la ciudad y a lo lejos las montanyas, mentira, contempla un reflejo en el cristal: el reflejo de una cama blanca, sabanas blancas, y un cuerpo muerto pero vivo. Antes conocido: de la punta de los labios hasta lo mas profundo de su alma. Un pesazo de carne bien puesto, en constante bombeo que poco a poco vicia el aire de la habitacion; desliza en la mojada ventana su mano, se dirige hacia la puerta, la abre; la luz la ciega, ve enfermeras y enfermos en el pasillo, y a lo lejos las ve: la madre y la hermana. Menos mal, son dos mujeres. Traga saliva.
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