...todo es Mezquino

(Pota socavado y variado de Joan Salvat-Papasseit, el poeta vanguardista catalán)

Nada no es mezquino,
ni ninguna hora es la mala hora
ni es oscura la ventura de la noche
y el romerío es claro
que el sol salga nos prende el ojo sorprende.




Primavera de INVIERNO
PRIMAVERA de verano.
Y todo es primavera. Y toda hoja verde,
e t e r n a m e n t e .

Nada no es mezquino
ni rico como el vino
Y la ola del mar siempre nos sonríe
la ola del mar siempre ríe
la ola del mar siempre 
y siempre y siempre,
vuelve vuelve.

Nada no es mezquino,
puesto que ayer, mañana,
h o y, o triceversa se deshojará,
una rosa Y
a la virgen más
joven, le saldrá leche de un 

pecho .

...de cuando estuve Loco.

(Esto es un poema de Tito Muñoz, interpretado a menudo por Joan Manuel Serrat)

De cuando estuve loco
aún conservo
el carné de majara en la cartera,
un plano detallado del infierno,
un cielo con pirañas y goteras,
un prontuario en la comisaría,
un frasco con pastillas de colores,
la carta con la que te despedías,
remedios varios contra el mal de amores.

Ahora voy rumbo al sur a sentar plaza
desdeñando otros puntos cardinales
y el sol encarcelado en la terraza.
Voy rumbo al sur buscando
tus besos espirales.

Atrás dejo kilómetros de afueras,
aire por respirar, luces en rojo.
Hacia donde señalan tus pezones
voy a toda pastilla
dando gas a la moto.

De cuando estuve loco aún conservo
un par de gramos de delirio en rama,
por si atacan con su razón los cuerdos
y un viento fuerza seis de tramontana;
el vicio de escribir por las paredes
pareados de amor, y la manía
de buscarte entre todas las mujeres
que en horas bajas me hacen compañía.

Cuando rozo tus pétalos, nenúfar
que sobrevive en aguas estancadas
saltan chispas, los cables se me cruzan,
se me sube el mercurio
y me salta la alarma.

Mono de ti que me obliga a llevarte
en sobres rojos, liofilizada,
para tomarte cuando me apeteces
a sorbos cortos
donde duele la madrugada.

Te escribo desde un área de servicio
donde sólo me ofrecen gasolina.
Puedes llamarme a cobro revertido
desde la caracola de la esquina.

memorias (II) de una Escena


Aprovechadas o no, las oportunidades se suceden. Incasiablemente, una tras otra. El vivo recuerdo, no dista mucho del recuerdo muerto, o ese que nuncá fue y que sin embargo en un momento cualquiera pudiste llegar a hacer tan vivo. A veces uno sencillamente se deja atrapar por un sueño que lentamente se convierte en una pesadilla; un libro con las páginas tan vacías como la vida de uno mismo. Entonces hay que intervenir e intentar llenar esas páginas, porqué sinó se alcanza lo que nunca debería alcanzarse; la rutina condicionada.

La cuestión es, ¿Como puede uno pedir ser cuchillo y a la vez, que sangren por él? ¿Porqué sencillamente no nos dormimos cuando tenemos sueño? ¿Porqué sigue cantando el ruiseñor? Cuando todo el mundo lo sabe: ya no hay ruiseñores.

Al final somos esclavos de nuestros sueños

Escenas de una memoria (I)

Cierras los ojos y te relajas, ha sido un dia duro. Pisa el suelo crujiente del muelle, pone su mano a modo de visera, mira hacia el horiztonte; nubarrones oscuros, amenazantes de tormenta. Y aún así, abres la puerta y entras, buscas en tu memoria. Con un pie firme en tierra, pone uno en el bote, que lucha por mantenerse en equilibrio en el agua. Es entonces cuando te ves rodeado de un mar de rostros; estás en la mitad de una sala grande, ancha alta, en ella estás muy agobiado; la gente te empuja, de un lado a otro; cómo si estuvieran de paso y tu sólo fueras un estorbo. Lleva un buen rato navegando hacia el horizonte. Quieres encontrarla. Quiere encontrarlo. Está entre la gente. Está en las profundidades. Sólo es cuestión de aguantar entre tanta gente, entre tantos rostros conocidos, entre tanta experiencia viva, entre tantos cuerpos que se te interponen. Sólo es cuestión de que siga navegando hasta llegar allí donde el mar es tan profundo como la lejanía del horizonte lo perimte, de que lance sus redes, de que sea paciente. Oh, vaya allí está, la has econtrado, pero de nuevo, situaciones vividas a las que no te quieres enfrentar, te hacen frente. Hoy pican, pero las nubes se agolpan, una encima de otra y amenazan con descargar de un momento para otro, con furia. Y le hablas. Se desata la tormenta.

Las aguas se enfuerecen y las olas provocan que el bote se vuelque, es inútil, el agua es fría y el bote ha desaparecido entre las oscuras aguas. Hay algo que tira de él hacia ellas. Le fallan las fuerzas. Se sumerge en el agua; sólo ve burbujas y negrura, algo lo tiene agarrado del tobillo, algo le mata.




Y de repente, abres los ojos.

Enteléquia por autonomasia


TIEMPO
TIEMP
TIEM
TIE
TI
T
.

Cuànto nos hemos pronunciado ya acerca del tiempo? Tempus fugit, y todo lo que uno quiera y màs entiendo. Es por asi decirlo, el paràmetro fundamental de todo lo humano. Paràametro, asi és. El tiempo es una enteléquia, un ente terriblemente humano que nos hemos sacado de la mano, para medir nuestros latidos, hasta el ùltimo, nuestros pasos, hasta el ùltimo. Nuestra caducidad. El tiempo empieza siendo algo intrascendente para nosotros, crecemos y gozamos con ello. Conocemos nuevas experiencias y cada dia se antoja como una larga aventura donde las horas muertas son tortuosamente largas y la unidad fundamental de tiempo humana; la hora, se sucede como algo realmente provechoso. Hay mucho de biològico en todo esto; el cerebro esta atento, toma al tiempo en mayùsculas y con todas sus letras, todo se vive intensa y larga mente, la sensacion es que los dias son largos, llenos de aventuras y de quehaceres que recordamos para el resto de nuestras temporales vidas: Nos sentimos inmortales, perennes, el tiempo no existe. Y a la vez es completo y mayùusculo, puesto que no nos da miedo pronunciarlo, invocarlo, alto y claro. Luego la cosa cambia.

Sentimos pànico, vértigo. Las horas vuelan, los dias se suceden y de ellos apenas retenemos nada. Ya hemos aprendido a vivir y nuestro cerebro deja de retener tanto para nada. Ahora si, no hay tiempo, què hago con mi vida? Quièn soy? De donde vengo?

No, no! No tengo tiempo!

Castillos en el Aire, III


Y al final, castillos en el aire. No lo hice. No me acerqué. No me hice descubrir. No. Me quedé conmigo mismo. Qué fáciles se antojan las cosas en sueños, qué fácil es también despertar de ellos y no poder volver a inmersarse en ellos porque ya no se tiene sueño. Lo mismo pasa en vida, se pierde el sueño, los sueños.

La ves, la dejas pasar. La ves, la dejas de mirar. La ves, la dejas de desear. La ves, la dejas de pensar. No la ves.

Perdiste tu oportunidad: no supiste tocar la nota para emocionar, cambiarla para hacer llorar. No supiste actuar en tu última actuación; te quedaste tras las cortinas. Y ahora sólo eres una sombra, en principio reflejo de algo en vida. Hasta que pasas a ser un juego de la China; son sus finas manos las que ella usa para evocarte en su muro de las lamentaciones, hasta que un día una de tres:


La única vela que tenemos se consume.

Las finas manos se cansan de hacer vivo nuestro contorno.

Los ojos se aburren de nuestros juegos murales.

Hubo un día en el que pudiste evitar pasar por todo esto, hubo otro día (este ya más próximo) en el que pudiste cambiar el final del relato. Hoy, sólo puedes cambiarte a ti mismo. Empezando por entender porqué los perros de Goya, se hunden en el desierto. El que quiera entender que entienda.

Castillos en el Aire, II

Ahora, ahora toca ser uno mismo. O uno otro, o todos a la vez, o nadie. Toca arremangarse e intentar justificar el porqué, el cómo, el cuándo y el cuánto. Porqué te conocí, Cómo te conocí, cuándo quise conocerte y quanto quiero conocerte.

Ser uno mismo, para al final volverse tan sincero, tan verdadero que de cansarte de verme, veas a través de mí. Convertirme en algo que no puedas abrazar, porqué sólo del misterio se alimenta la carne.

Ser uno otro, o uno mismo sin llegar a serlo del todo, es decir, ser un cobarde. Así se termino siendo transparente, pero no sólo transparente, sinó que hecho de vapor, de modo que a tu menor jadeo, me desvanezca

Ser todos a la vez, todos los hombres, y ser todo hombre, para ser sólo carne, no acercarme a tí sinó para intentar arrancarte las vestiduras y tenerte sólo en superfície, sólo en yema, uña y carne. Violentamente.

Ser nadie, y aceptar la derrota de la que parten todos los hombres: dormir contigo sin acostarme contigo, estar contigo sin vivir contigo, conversar contigo sin hablar contigo.

Todo conmigo pero sin .

Un poema inacabado cualquiera

Tiritante esperanza, vana,
que perpetua se contagia.
Quiero vivir de tu enfermedad.
¡Oh! Tu que alargas mi yo decadente
Empuja al astro candente
Tu eres la semilla rota de la tierra quemada
Tu eres fuego fatuo en la oscuridad
Viento en la claridad
Siempre atendiendo más nunca complaciendo
Curate, de ella,
Y si no me dejara vivir la desesperacion
entonces, ¿para quién escribiría yo?

Castillos en el Aire, I

Se presenta un dilema terrible; ¿debo conocerla? ¿Qué derecho tengo? A mirarla, a acercarme a ella, a hablarle... acaso... ¿a acariciarla? No tengo ningún derecho.

¿Cómo podría hacerlo? Haciendo el ridículo supongo "Hola, perdona, sin pretexto alguno he notado lo bonita que eras y he decidido venir y conocerte". No, eso no puede hacerse, sinó este mundo estaría condenado con sinceridad. Hay que esperar que ocurra, que se pongan en marcha los mecanismos de la casulidad, único órgano regulador y ejecutador de las relaciones humanas. Él único por derecho.

Oh vaya, no, no puedo aceptarlo, ¿por casualidad entonces? ¿Es así como pretendes que la conozca? Y dime... ¿Qué tiene de digno la casualidad? ¿Qué tiene de noble? ¡Nada! ¡Castillos en el aire! Dejame, deja que me abra paso, dejame andar a grandes zancadas, para alcanzarla a lo pronto. Deja que choque contra su armadura de cristal en la que se reflejarán en el último momento todos mis temores, despojándome de todas mis armas excepto con la del ridículo, que pocas veces es mortal.

Ya lo has hecho, ya has vencido, estas más allá de la casualidad y la causalidad, ya la conces. Ya ha entrado en tu vida, ¿y ahora qué?

Pesadillas Recurrentes

De vez en cuando M. oye melodías, lejanas muy lejanas, suelen aparecersele en sueños y cantan algo así:

"El tiempo ha pasado ¿verdad?"
"Hemos cambiado"
"Tu has cambiado, yo he cambiado, pero nosotros no hemos cambiado, nos seguimos necesitando"
"He amanecido con otras y ni siquiera tu sonrisa se asomaba en el horizonte"
"Sí, nunca llegaba para montarme con Apolo en su carro"
"¿Entonces?"
"Entonces aún te quiero, ¿volvemos?"
"Naturalmente".

Entonces despierta, y sigue cantandolas mientras mantiene su rima en la cabeza. La naturaleza de dichas melodías aún le es un tanto extraña a decir verdad, a pesar de que es inegable que conoce su origen, "¡Oh!, no es más que una vieja relación", luego suelen preguntarle "¿Entonces?", "Mmm... lo que sucede es que no hay ninguna nueva", "ah vaya entonces no es nada digno", "exactamente, nada digno". Así es, aparecen porqué dichas melodías se antojan insustituibles, hasta que alguien dé el golpe.

Es como un grupo de música, jamás es capaz de reconstruir "ese" disco, que les hizo triumfar en la vida, ni siquiera se les antoja intentarlo, puesto que es algo ciertamente muy difil, en vez de ello intentar crear algo nuevo, distinto, que en otro plano, en otra realidad, frente a otro público, se redescubra como el nuevo gran dsico de la banda. Y entonces se pueda olvidar al último disco exitoso, tal y como se olvida a la banda que hizo ese disco, y se cree en una nueva.

¿Cuál es el problema de M.? La falta de sueño. No hay lugar a duda.