En caso de emergencia, tirar de la anilla

No hay nada tan fácil en la vida, un dia al levantarse todo dejó de tener sento, pero tardó en darse cuenta. El sentiminento llegó. Como una pequeña gota negra en sus venas y que poco a poco se extiende. Pero los sentimientos viene y se van. Uno está en la orilla, vienen y se van... claro, como las olas.

El nacimiento de una metáfora, una de las malas. Se trata de un mar de sensaciones, de sentidos, de estados de ánimo. Damos unos pasos hacia el mar como en cualquier punto de nuestras vidas. Demasiado tiempo esperando que dentro de nosotros mismos les encontremos a los otros pero distintos. Al tocar el agua retiramos el pié, al menos hasta que nos acostumbramos a la temperatura. Aquí está el amor, allí está el odio; todos iguales. Antes de seguir penetrando en el mar miramos arriba, hacia las alturas, a la altura de la cabeza donde nacen las acciones que nos llevan a buen puerto. Pero luego miramos al horizonte, hacia la altura del esternón dónde se junta cielo y mar. Y allí está; el faro que nos abduce. Ya tenemos el agua hasta la cintura, lo peor ha pasado. Y eso podemos decirlo puesto que jamás habíamos llegado tan adentro. Pero vaya, se nos está oscureciendo la piel. No palpamos el fondo con nuestros pies ¿Qué nos sucede? Es entonces cuando el agua nos llega ya al cuello (solo entonces). Una sirena. Por poner alguna causa. Tira de nosotros. Hacia abajo, hacia las profundidades y es entonces (solo entonces) cuando ya es demasiado tarde recordar lo de "En caso de emergencia, tirar de la anilla".

Dicen los viejos lobos de mar que de vez en cuando llegan unos botes hinchables amarillos a la orilla, sucede que la mayor parte de las veces llegan vacíos y llevan el agua ensuciada; como con tinta de calamar.

Vienen y van, no les dejes escapar.

De nuevo, en llamas

"¡Capitán! ¡Capitán M.! ¡El barco está en llamas!" sonaron las alarmas y toda la tripulación quedó alertada. ¿Dónde estaba el capitán?

El capitán llevaba ausente ciertos días, ninguno clave; el rumbo era fijo y claro y por supuesto sus hombres no se preocuparon por él, su ausencia les daba la plusvalía que tener que asumir sus responsabilidades a bordo. Todo parecía funcionar correctamente; los motores a toda máquina, carbón para cruzar los siete mares. Las chapas que recubrían la estructura del barco brillaban por su ausencia de grietas. Ni siquiera una sola mota de pintura oxidada. Los hombres estaban bien nutridos y la ociosidad de los hombres así como sus necesidades más fundamentales cubiertas. Entonces ¿Qué es lo que le sucede al barco?

El barco se hunde y el capitán no está. No hay que buscarle más explicaciones. Los polizones, los rasos, los marineros, los oficiales, removieron cielo y tierra hasta que se dieron cuenta que estaban en alta mar; entonces empezaron a remover todos los habitáculos del barco, todos los compartimentos todas las bodegas. Nada. ¿Y en su correspondencia? "Oh, ¡vaya!" No recordaban que el capitán no tiene nadie quien le escriba.

Finalmente a un hombre de confianza del capitán M. se le ocurrió la retoricidísma idea de mirar en el camarote del capitán. Ni siquiera tuvieron que forzar la puerta. Entraron. Allí estaba, sentado frente a su mesa, delante de una hoja en blanco, con la mano acariciando la barbilla y los ojos perdidos en algún punto de fuga del infinito. Una muchedumbre de hombres (vestidos de marineros) se agolpaban en la puerta del capitán y jadeantes, expectantes, por ver lo que les sentenciaba su líder.

-Capitán M., el barco se hunde, el barco está en llamas.
Y tardó veintiún años de su vida, seis meses y diecinueve días en sentirse seguro, convencido, calmado, íntegro para pronunciar las palabras adecuadas para la situación.
-¡Mierda!


Y sin embargo, se mueve

La leyenda cuenta que Galileo Galilei murmuró el Eppur si muove (o E pur si muove), que se traduce como "Y sin embargo se mueve", tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. Desde un punto de vista simbólico, sintetiza la tozudez de la evidencia científica frente a la censura de la fe, la quintaesencia de la rebeldía del científico ante las convenciones por autoridad.

Y sin embargo se mueve, muy acertado el que compuso la leyenda, fíjense también en la pintura, Galileo firme, erguido, convencido, con un halo de luz a su alrededor sólo comparable al que irradia Jesús en la cruz y ellos, los insquisidores encorvados, oscuros, amenazantes. Pero cómo, cómo, cómo atreverse con la ayuda de algunas ojas y de la vaga observación de los astros a convencer al orden establecido de la creación, cómo hacerle reconocer al mismo Diós que nos ha ocultado que damos vueltas y que además es culpa suya.
Todo esto es culpa de algunas casualidades, vaya, no nos confundamos, el hecho de que esté este post escrito. La primera de ellas, y la más importante; una canción del grupo New Age Enigma cuyo nombre es por supuesto Eppur si muove yo ignorante consulté lo que significaba todo aquello y me encontré con un curioso "y sin embargo se mueve", y fue entonces cuando primero, le oí y luego por extensión, le oí.

Era un dia ya tarde de noche, cerca de la media, de la noche. Estábamos andando Carlos y yo mismo (M. lleva unos días de vacaciones ya), y de pronto oímos al cruzar un puente encima de una calle un saxofón, eso incluía la presencia del saxofonista. La melodía sonaba cercana pero al saxofonista se le veía distante, a pié de carretera, sólo unos poco metros alejado de un tímido vaivén de automóviles. Tocaba. Tocaba bien. Frío. hacía frió. Mucho frío, y en lo primero que pensamos fue en sus manos desnudas. Eppur si muove. Y sin embargo, se mueve. Y sin embargo, toca. Y sin embargo.

Encontrar la naturaleza de sus motivos no parece complicada; el saxofón es un instrumento de viento, se amplifica en un tubo metálico; los vecinos lo sufren y mucho. No se puede tocar a gusto en casa, no musicalmente hablando. Así que se hechó a la calle. Se nos podrían ocurrir motivos más románticos; escena de saxofonista trágico en puente colgante y fa menor. Quien sabe, lo que sí és que sin embargo y a pesar de todo se movía, se movía, quien lo diría.

¿Qué harías si fuera tu última noche en la Tierra?

Ante esa pregunta nos haremos los gallegos y responderemos con otra pregunta, ¿Adónde nos iremos? Surgen otras por supuesto ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Con quién? Pero la que más estragos causa es la de ¿Adónde nos iremos? No importa eso, nos responderan. La esencia de lo que busca el que pregunta se encuentra en otros sitios, sitios que están mucho más abajo, sitios que responden preguntas mucho más sencillas. ¿Cómo estás? seguro que preferimos que nos pregunten este tipo de cosas, nosotros decimos; bien tirando.

Sexo, seguramente se nos ocurría eso. En mi última noche en la tierra bien tendré que follar ¿no? Mira que llevo noches sin hacerlo, joder pero en la última... ¡Faltaría más! Respuesta incorrecta; está falta de emotividad, epicismo, sí el momento requiere de una respuesta épica, una respuesta trascendente, el sexo como todo el mundo sabe es algo muy bajo; hay que hacerlo en la cama, que suele ser baja e incluso puede prácticarse en el suelo, y todo el mundo sabe qué no hay nada más bajo que eso. El suelo. Drogas, alguno pensaría; alchol, algo más duro. Una fiesta. De despedida claro. Algo dionisíaco, para exaltar los sentidos, quién sabe lo que se puede disfrutar allí fuera, si es que llegamos después de la cogorza. Otros atribuirían el consumo de tales sustancias al que hace la pregunta. Hace bien. Es mejor ir pensando en lo que haremos, no fuera caso que el fin del mundo nos pillara rascándonos la cabeza.


Sea lo que fuere, seguramente si tuviésemos una pizca de idea acerca del cuadro de Dalí que ilustra este relatillo, entenderíamos mucho mejor la naturaleza de la pregunta y seguramente también de la respuesta, así como el temperamento de quien nos la pregunta.

Nadie rezará un kitsch por Weinstein


Me permito desviariar a tijerazos un trozo de un relato de Woody Allen;

Weinstein acabó de afeitarse y se metió bajo la ducha. Se enjabonó, mientras el agua humeante caía por su voluminosa espalda. Aquí estoy yo en un determinado momento del espacio y del tiempo, pensó, yo, Isaac Weinstein. Una de las criaturas de Diós. Y entonces, al pisar el jabón, resbaló sobre las baldosas y se dio de cabeza con el toallero. La semana había sido aciaga, y dejó de estar allí para el resto de la eternidad. El día anterior le habían cortado el pelo y aún le atormentaba en el momento de su muerte la angustia que le causó este incidente. Al principio el barbero se lo había recortado don discertimiento pero Weinstein pronto se dió cuenta que había ido demasiado lejos.

-¡Vuélveme a poner un poco! -gritó irracionalmente
-No puedo -replicó el barbero-. Se le caerá.
-¡Bueno devuélvemelo entonces Dominic! ¡Quiero llevármelo!
-En cuanto el pelo se cae en el suelo de mi peluquería es mío señor Weinstein.
-¡Y un cuerno quiero mi cabello!
Tras proferir gritos y amenazas, finalmente se sintió avergonzado y decidió marcharse. Malditos barberos, pensó. De una manera u otra siempre te la juegan. Al salir de la peluquería se dirigió al apartamento de Harriet para hacerle el pago de su asignación.

-Hola Harriet -saludó
-Oh Ike -contestó ella-. No tienes porque ser tan hipócrita.
Tenía razón qué falta de tácto en sus palabras. Se lo echó en cara amargamente.
-¿Cómo están los niños, Harriet?
-Nunca hemos tenido niños, Ike.
-Es que yo creí que cuatrocientos a la semana eran para el mantenimiento de los niños.
Ella se mordió los labios. Weinstein se mordió el suyo. Luego mordió el de ella.
-Harriet -murmuró-. Estoy... estoy arruinado. Los huevos están bajando.
Weinstein sintió un repentino deseo de besarla, sinó a ella a alguien.
-Harriet ¿cuál ha sido nuestro error?
-Jamás nos enfrentamos con la realidad.
-No fue culpa mía. Dijiste que estaba al norte.
-La realidad está al norte, Ike.
-No, Harriet, los sueños están al norte. La realidad esta en el oeste, las falasas esperanzas en el este y creo, creo que la existencia está en el sur.

Harriet poseía aún la facultad de excitarle sexualmente. Intentó tocarla,a ella se apartó y la mano de Weinman fue a parar sobre un plato de crema agria. Era inútil.. Rien a dire, rien a faire, Weinsten salió se encaminó hacia el centro. Se le saltaron de pronto las lágrimas, cálidas, saladas, contenidas durante años recorrían un impúdico exceso de emoción. El problema es que le brotaban de las orejas. Fijaos en eso, pensó ni siquera puedo llorar como es debido. Rien de rien.

Pongamos que hablo de vivir

En mayor o menor medida todo el mundo conoce Casablanca se trata de una de esas películas, algunas escenas de la cual están gravadas en nuestro subconsciente resultando clichés de la vida moderna. Todo el mundo entiendo además que conoce al menos tres frases de esta película. Seguramente además pensamos que cada una de estas frases por separado consituye un final distinto para esta película. Me explico.

"tócala otra vez, Sam" y entonces suena esa melodía de piano que todos conocemos. Bien, ese no es el final. Mira por dónde tuve que ver una genial película protagonizada por Woody Allen para darme cuenta de eso, "Sueños de un seductor", película en la que a Allen se le aparece Bogard para aconsejarle sobre las mujeres. Es fantástico ver a un estereotipo actuar en situaciones eminentemente cómicas. Lo siento pero me chifla Allen.

"Siempre nos quedará París" otra de las frases que algún día pienso hacer mía, a pesar de que ahora tiene por coletilla otra ciudad que poco a poco voy queriendo más y que la ligera amargura que se perfila en nuestra despedida hace que nuestra relación sea cada vez más especial. Madrid, así se llama ella. Nuestra relación es ya madura, no ha madurado bien; empezamos con mal pié, yo era muy joven, ella tenía mucha experiencia. Yo no encontraba mi sitio en ella y sin embargo ella me contenía en todo mi ser. Tuve que tener otras amantes para valorar el sentido que tenía en mi vida; Bruselas, Barcelona... por poner algunas. Y ahora veo que día a día la quiero más y más y sin embargo no hay vuelta atrás; lo nuestro acabará en pocos meses. Pero bien, por ahora me la hago propia, siempre me quedará Madrid.

"Este es el principio de una gran amistad" Finalmente, la última de las frases, la menos sutil, la menos dulce, la menos amarga; la más común. Es esta, en una escena recogida en el fotograma de arriba, la que concluye la película. La frase cierra una escena final sublime, increïble, irrepetible (a no ser que seas Allen por supuesto). Y no es por ser Kundera por lo que tiene que ser verdad, pero uno de sus amores ridícules dice tal que así "Lo único eterno que he encontrado en esta vida es la amistad de un hombre; no está salpicada por las estupideces del erotismo"

En qualquier caso cierro con una cita de Sabina que tanto ha dado vueltas últimamente por aquí si bien, metamorfoseado:

Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid.

Sabina te ha escrito un Blues

Lo-Li-Ta, Lolita, así empieza el Libro de Navokov, describiendo el placer que supone pronunciar ese nombre, como la lengua recorre el paladar en tres movimientos. A mí sinceramente la lectura de dicho libro se me hizo ardua, al final Vladimir consiguió meterme en la cabeza de un enfermo y consiguió que una muchacha de la edad de mi hermana me provocara, aunque yo al leer el libró evocara a una chica mucho mayor, seguramente eso es lo que sentiría el perturbado, también está publicado el Hechicero, una especie de borrador de Lolita, pero este ya pierde toda la gracia, por un gran motivo. El gran motivo, es que Navokov es natural de Rusia ergo habla y escribe Ruso, Lolita es original en Inglés, en un inglés brillante, el fin era situar el libro en EEUU, el medio; aprender inglés. El Hechicero es original en Ruso. Y sin embargo ¡cuán equivocados estamos todos acerca de Lolita!

Mucho cuidado con el usarlo como adjetivo, no es de uso gratuito. No es tan caro como el “te quiero” pero se le asemeja; la cultura popular se lo ha adquirido para describir a una muchacha joven, iniciada de forma temprana en la sensualidad y poco después en la sexualidad. Se las suele reconocer por la calle por aquello que desprenden que hace que todos nos giremos, algunas incluidas. Ellas no dan crédito a la patología que padecen, pero sólo se quejan de ella a sus mejores amigos, para que comprendan el porqué jamás se acostarán con ellos. Pero están enfermas, ¡Oh si! Y lo peor es que contagian, sí, de una enfermedad que ellas no parecen (y digo parecen) padecer; la del corazón. ¡Bien saben de qué hablo aquellos pobres que van con ellos a restaurantes! “¡Maldito camarero!, ¡Madito crucigrama!”. Y saltan de tejado en tejado, como gatas en celo. Sus amantes se suelen (dependiendo de su naturaleza) ahogarse en el pañuelo de amargura, ¡Si hay Dios espero que me libre de toparme con alguna de ellas en el marco de mi ventana! ¡En mi alcoba!

¡Y cuán equivocados estamos! Vladimir no quiso construir la fèmme fatale preadolescente, no quiso crear un molde de cera para crear una mujer de mármol, fría incapaz de entrar en calor salvo con el roce de centenares de cuerpos. De ninguna manera, Vladimir nos metió en la cabeza de un perturbado; y nos esbozó una chica joven, inocente, víctima, consciente de su belleza, que la aprovecha (¿Quién no lo hace en este mundo en el que todo es imagen?), que descubre la sexualidad, es reprimida por un padrastro que la viola de forma indirecta, que se construye la idea de violarla, de amarla. Pero eso nunca sucede. ¡Nunca! Y ella termina embarazada de un hombre ordinario, sencillo; aquél que tanto gusta, y fin de la historia.

Esa es Lo-Li-Ta, Lolita. Lolita no es un nombre, es el médium que en un libro y dos películas nos vuelve a todos unos pervertidos, es un adjetivo con el que es mejor no toparse.

Vade retro alter ego

Suena el teléfono, un tono, dos tonos, tres tonos… “¿Hola?” ¿Sabes quien soy? “¿Diga?” ¿No me reconoces? “Espera, oh… no puede ser” Oui mon amour, c’est moi “Pero, dime algo, te lo ruego” silencio “¿Aún no me has perdonado?” silencio “¿Eres tú?”. Se cuelga el teléfono. Llueve fuera y hace frío fuera, también dentro. Está sentado, al lado del teléfono. Caen gotas encima de la mesa. Ya no puede más.

Se concieron como se conoce todo el mundo; por casualidad. Compartieron una noche: palabras, risas, vino, poemas, canciones. La mañana siguiente despertó sólo pero con una determinación. Se quisieron al poco tiempo. No se volvió a despertar sólo durante mucho tiempo. Todo el mundo sabe que sólo ese tipo de noches conducen a perder a esa amante inoportuna llamada Soledad, todo el mundo sabe que se vuelven a hacer difíciles las noches cuando vuelve. Y volvió. Volvió porqué ella se había ido con otro. Y los tiempos pasados nunca murieron, y las verdades no se conviertieron en mentiras.

Él lo sabe bien, se le hace difícil vivir sin ella, colma los sentimientos: lleno de llanto, lleno de amor, se le hace difícil quererse a sí mismo. Proyecta su culpa en ella. Sus fracasos, sus desengaños, y se dice que el amor puede crecer hasta en la última llúvia. Y entonces empezó… Cada día que pasaba la necesitaba menos. Empezaron a aparecer las cursivas en su vida, fragmentos de sus pensamientos con los que no contaba, una parte de sí que despertó, una parte oscura, incontrolable, irrazonable; la necesitaba ¡menos y menos! Entonces empezó a llamarla. Al principio no se atrevía a articular palabra. Y es ahora cuando se empieza a narrar en presente, en primera persona:

Caen gotas también en la ventana. Acaba de colgar el teléfono, se dice que jamás, jamás ha deseado tu muerte ¡Aún! Sale de su casa, coge el coche. Conduce. Aparca, se baja del coche, las gotas caen fuerte sobre su chaqueta, mira su casa, da unos pasos, se detiene. ¡Aún! ¡Detente! ¡Ahora! ¡Te dí mi tiempo, mi vida! Me dijeron que sería un crimen. Avanza, cruza el jardín, llama a su puerta:

Soy yo, tu luz, tu candil, sí la vela encendida condenada a apagarse. Todo lo que quise, lo que he querido: estar contigo y sí sufrir dia tras dia. ¿Quién decidió un día que yo sólo me reiría de esta vida? Creo que tolero tu odio mucho más de lo que temes. Dime que las mentiras se perdonan De nuevo mi sombra… ¡entrará en tu vida! Abre tus ojos azúles ¡dímelo!: “¡Te quiero con todo mi ser!” Haz que me lo crea…¡Sé que mientes! Supongo que la vida a veces no es como queremos. ¡Llorarás por este infierno! Dime que no murieron esos días ¡O te matarán! Tendrás ahora todas las cosas que pueda darte, sólo tienes que abrir esta puerta ¡C’est moi!

Y entonces en el lago, el cisne negro abatió sus alas. Las había mantenido plegadas para la noche más oscura. Y levantó el vuelo.

Variación Tercera

Idea para un cuento: Un hombre llega a un circo por una oferta de trabajo, él debe mostrarle al director del circo sus habilidades. Idea para una fábula: Un hombre llega a un circo por una oferta de trabajo, él debe mostrarle al director del circo sus habilidades el director se ríe de él cuando este le dice que su habilidad es volar. Idea para una novela: Un hombre llega a un circo por una oferta de trabajo, él debe mostrarle al director del circo sus habilidades el director se ríe de él cuando este le dice que su habilidad es volar entonces él se va volando. Idea para una variación: La Levitación.

Asiduo lector, ¿cuántas líneas innecesarias te has saltado? Levitar; siempre es bonito levitar, ser levitado, ya sea por la propinación de una ostia bien dada o un susto mayor; sobretodo lo primero, que eso, que lo primero es más bonito. Eso fue lo que sucedió des de aquella noche. Se levantó, y ¿saben aquello que dicen? Sí, que uno se levanta con uno de los dos pies, pues el pobre hombre no pudo experimentarlo ya de nuevo y jamás tuvo nueva excusa para justificar su mal humor heredado de un desengaño matutino. Resulta que en sueños alguien le contó cuales instrucciones de uso, más o menos, lo que sigue:

Deberá usted comprobar y entender en primer lugar si quiere levitar, que la pluma pesa. Pesa más un kilo de plumas que un kilo de hierro. La levedad debe ser insoportable, y lo pesado ligero. Esa es la clave, porqué en principio es usted pesado y usted en principio, exento de estupefacientes no flota, sin embargo si flota la pluma, debe usted permitirse una licencia léxica; crease que la levedad de la pluma es insoportable y que su peso es fácilmente soportable. Y ¡zas! Se acabaron las excusas matutinas.

Lo peor fue comprobar que no podría hacer esquí de fondo con sus alpargatas por la mañana, con lo que le gustaba emular a los fondistas a tempranas horas mañaneras por el pasillo de su pisito alquilado. Y con esos escudos que tenían… él no tenía medallas, las únicas en las alpargatas…ese precioso escudo medieval que jamás podría clavarse en la solapa. Qué pena. La siguiente experiencia inquietante en la que cayó fue al bajar en ascensor del cuarto piso en el que vivía. El ascensor no notaba su peso, notaba su levedad, y por lo tanto esa etiqueta en el ascensor “cuantos quilos pesa”, “cuantos quilos aguanta” dejaba de tener sentido. Y hay, cuantas cosas dejarían de tener sentido en su vida. Levitar dejó de ser irremediablemente alegre.

Al menos eso le serviría para ligar, por eso de parecer más alto. Y el diá pasó, sí, como las cosas leves que no tienen mucho sentido. Le despidieron del trabajo: era bailarín de claqué en un importante espectáculo en la gran vía: El Claquetista de la Principal, antaño conocida como Ciudadano Claquero, y en futuro en su estreno en Barcelona como No es país para Claqueteros. Le echaron y cuál ángel caído del infierno erró por las calles del centro de Madrid, ni siquiera le quisieron para vendedor de alfombras: no logró convencer a los de la tienda de que eso de levitar y no pisar las alfombras era una gran ventaja. Fue entonces cuando se convenció a si mismo que debía solucionar aquello. Como era un tipo ingenioso, visitó a un amigo suyo zapatero que no se sorprendió nada de su recién adquirida habilidad puesto que él esa misma noche había recibido las “Instrucciones sobre como darle cuerda a un reloj” y a un amigo suyo cuando fueron a hacer el cortado le habían indicado en sueños también las “Instrucciones para bajar un peldaño de escalera”. Total que su amigo el zapatero en un periquete le hizo unos zapatos con una suela de acero inoxidable del bueno, para poder andar sin ir levitando, como hace la gente normal, porqué todo el mundo sabe que sólo levitan los bohemios. Más tarde, casi al final del día pegado en una farola llegó la solución.

“Casting para artistas de Circo. Abstenerse artistas que hayan actuado en La Rambla de Barcelona”. Ese último detalle se lo ponía fácil. Se presentó después de levitar algunas calles, zapatos en mano, andando otras i encontrando finalmente el circo. Entró, en la mitad de la pista, acompañado de un tigre albino se encontraba el director de circo, un hombre bajito, moreno con bigote y con traje y sombrero de copa.

DIRECTOR: Hola, bien entonces cual es tu nombre.
ÉL: Eso no es difícil de contestar, aunque un tanto vergonzoso, me llamo Eustaquio.
DIRECTOR: ¿Como el de la trompa?
ÉL: Oh venga… por favor, no haga como todos,. ¡Estúpida broma! Entonces dígame ¿que tengo que hacer para trabajar aquí?
DIRECTOR: Todo se rige en función de sus habilidades únicas, si nos gustan le contratamos, si no nos gustan le largamos. Dígame, ¿cuál es su habilidad?
ÉL: Pues mire, yo vuelo.
DIRECTOR: ¿Cómo?
ÉL: Pues eso, bien en verdad más que volar, levito.
DIRECTOR: ¿Qué pasa acaso se ha tomado tres latas de fabada?
ÉL: No se ría usted, es algo problemático, de veras, por ello quiero entrar en el circo.
DIRECTOR: Mire oiga, tengo ahí en la cola a gente capaz de cosas coherentes tales como escupir fuego, hacerse el sueco y hasta tengo a hombres camaleón, y usted viene y me suelta que vuela. ¿Qué se cree que es esto? ¿Un circo? ¡Ande y lárguese, váyase por ahí con sus estupefacientes!
ÉL: Está bien… ¡adiós!

Se levanta de la silla, sale levitando del circo, cruza la calle se dirige hacia el centro. Mira hacía la Gran Vía, hay un tumulto de gente, la carretera está cortada y la gente baja hacia La Cibeles donde hay un espectáculo pirotécnico.

Tanta gente, le dolió.

Variación Segunda

Habitar; siempre es triste habitar, ser habitado; sobretodo lo segundo. Eso fue lo que sucedió des de aquella noche. Se presentó desdoblado, voces en su cabeza, a sabiendas de la oportunidad que tenía; una mujer apasionada, reprimida, terriblemente atractiva cuya feminidad había estado en letargo durante los últimos tres años a razón de una relación que ya había terminado. Ellos eran amigos, buenos amigos. Evitando detalles todo terminó en la puerta de su casa; se abrazaron. Y sin embargo ella no se quedó sola.

Parecía como si él se hubiera sugerido conociendo la naturaleza de ella; lo intento por todas las direcciones y terminó siendo consciente de que ya formaba parte de la mitad de su consciencia, ella lo tenía en su cabeza, y allí se quedó, era ella quien daba las órdenes pero el quien las elegía. Luego quien sabe, la reacción de ella podía ser cualquiera. El verbo empezó a jugar: “empuja a aquella asquerosa vieja”, y ella lo hacía, no podía evitarlo y así sucesivamente, hasta que no pudo salir de su casa. Esquizofrenia. Un hombre encerrado en su mente que le ordenaba a ella. Y ese hombre en ella quería matarle a él. El pensamiento a la persona a quién representaba. “Yo te he hecho daño, te he dejado, ahora merezco que me mates”, ella se retorcía, se arrancaba los cabellos, se golpeaba en la cabeza, pero él seguía allí. Y él quería que ella le matase. Fue fácil: quedaron, con promesas sexuales se dirigieron al piso de ella; esperando en el metro ella oyó su voz “ahora, ¡empujale!”. Y así fue. La detuvieron. La encerraron. Y antes de llevarla a juicio trajeron a otro, un psiquiatra especializado, su juicio decidiría:

Él se sienta en su silla: una habitación acolchada blanca, una mesa entre él y entre ella, pálida, con ojeras, con una bata blanca y con las piernas cruzadas.

ELLA: Hola, Oye lo siento pero él me dice que te mate.
ÉL: No eso es difícil, ¡sabes cuanta seguridad tengo conmigo
ELLA: No vamos a poder quedar hoy tampoco… ya no aguantaba más te lo dije… eso me decía el hijo de puta. Sabes…él me lo ha dicho: dentro de poco sonarán tres alarmas, entonces será el cambió de guardia, durante pocos segundos los guardias estarán distraídos y entonces te ahogaré con mis manillas, te desgarraré el cuello, morirás asfixiado. Y sabes… nos da igual, ya estamos aquí dentro.

El rostro de él se tornó pálido, empezó a sudar y se quedó sin voz.

ELLA: Oh venga… por favor, no te pongas así. ¡Era broma! Entonces dime… ¿que tenemos que hacer para salir de aquí?
ÉL: Lo sé, lo sé, sin embargo tu también sabías…
ELLA: De veras lo siento, quiero curarme y echarle de mi cabeza.
ÉL: Claro, claro, si, eso, seguiremos la siguiente sesión, sí en la siguiente. Adiós.
ELLA: Adiós.

Se levanta de la silla, sale de la comisaría, cruza la calle se dirige hacia el centro. Mira hacía la Gran Vía, hay un tumulto de gente, la carretera está cortada y la gente baja hacia La Cibeles donde hay un espectáculo pirotécnico.

Tanta gente, le dolió.

Variación Primera

Evitar; siempre es triste evitar, ser evitado; sobretodo lo segundo. Eso fue lo que sucedió des de aquella noche. Se presentó disfrazado, con pretensiones, a sabiendas de la oportunidad que tenía; una mujer apasionada, reprimida, terriblemente atractiva cuya feminidad había estado en letargo durante los últimos tres años a razón de una relación que ya había terminado. Ellos eran amigos, buenos amigos. Evitando detalles todo terminó en la puerta de su casa; se abrazaron. Y sin embargo ella no llevaba sujetador.

Él se había sugerido conociendo la naturaleza de ella; lo intento por todas las direcciones y terminó siendo consciente de que ya formaba parte de la mitad de los amigos tontos, a los que no se había tirado, y allí se quedó, plantado en la puerta con la volátil promesa que saldrían el día siguiente y se emborracharían y luego. Luego quien sabe. Pero el lo sabía bien, el verbo empezó a jugar: evitar, primera conjugación como esfumar. Pasó otro día y siguió la promesa, endulzada esta vez por una excusa como otra cualquiera otra obra de teatro. Tuvieron que pasar una, dos, tres. Dos comedias y un drama. Y el que se avecinaba para su feudo interior.

Llegó una nueva promesa, una nueva insistencia, una nueva esperanza pero su cabeza estaba ya llena de humo. Y esa vez la esperanza no se esfumó hasta el último momento.

Él se levanta de la silla, se excusa de entre sus amigos que apunto están de empezar a cenar. Llama por el móvil, suena un tono, dos, tres…

ELLA: ¡Hola! Oye lo siento me vas a matar.
ÉL: No eso no es difícil, ¡sabes cuanta paciencia tengo contigo!
ELLA: No vamos a poder quedar hoy tampoco… ya no aguantaba más te lo dije… estoy lejos en un pueblo perdido con un amigo. Necesitaba estar lejos de todo esto. Necesitaba…
ÉL: Lo sé, tranquila, lo sé, ¿estás mejor entonces?
ELLA: Oh venga… por favor, no te pongas así. Te mandare uno en los que te digo que te estimo. Sabes que lo necesitaba.
ÉL: Lo sé, lo sé, sin embargo tu también sabías…
ELLA: De veras lo siento, quiero conservar nuestra amistad.
ÉL: Claro, claro, si, eso, disfruta. Disfruta. Adiós.
ELLA: Adiós.

Cuelga el teléfono, sus últimas palabras han sido duras. Mira hacía la Gran Vía, hay un tumulto de gente, la carretera está cortada y la gente baja hacia La Cibeles donde hay un espectáculo pirotécnico.

Tanta gente, le dolió.

Introducción a una variación

Todo el mundo conoce muchas de aquellas verdades llamadas inútiles, como por ejemplo que somos mortales o que el mundo está podrido. Y allí va otro ejemplo: que todo se repite. Historias de amor, cada uno de nosotros cree que escribe con fuego una nueva en cada lío que tenemos cuando en el fondo no es así, todo está canonizado e inventado; una visión triste del mundo a decir verdad. Todo se repite y todo es círculo y da vueltas. No obstante podríamos darle una vuelta de tuerca. No hay nada nuevo bajo el Sol, es cierto pero, incluso el menos purista se lo pregunta; y sin embargo no hay dos personas iguales, planteémonos pues reformularnos el problema; todo se varía, todo es variación. Las cosas no se repiten, si no que vivimos variaciones de vidas ya vividas; cambiamos el círculo por la espiral, el triskelion, bendita sabiduría celta. Todo da vueltas pero nunca por el mismo sitio, además en todo hay un génesis, hubo un primer Romeo, un primer Curial, un primer Quijote, un primer Jacques; que tuvieron sus primera Julieta, su primera Güelfa, su primer Sancho, su primer Amo. Y el resto fueron ya variaciones, y la espiral aumenta y aumenta.

De eso básicamente y de muchas otras cosas versa el núcleo de este bendito més de Abril; la obra de teatro que hemos representado bajo el Festival de Teatro de la UPM, Jacques y su amo, un homenaje en tres actos a Denis Diderot. Lo que sigue es una humilde variación, un divertimiento, un juego de palabras; la vida misma.

Los domingos por la mañana, sobretodo si uno tiene visitas, se pasan en el rastro. El rastro es para mi una de las esencias de esa fragancia llamada Madrid. Un sitio inspirador, poético y a la vez eminetemente práctico, estando un dia M. con N. en éste: “Habla de un hombre que levita” “¿Cómo que alguien evita a Woody Allen en persona?” y de eso encontramos tres variaciones de una misma palabra, que en catalán: Levita el homónimo en castellano. L`evita en castellano le evita i L`habita,es decir le habita, a fonética cierta, en catalán suenan exactamente igual y es aquí donde empieza el juego de las variaciones.