Jacques le Fataliste de Denis Diderot empieza rezando las siguientes palabras: “Comment s’étaient rencontrés? Par hasard, cómme tout le monde”. Que más o menos viene a contarnos como se conocieron los pintorescos Jacques, y su amo; por casualidad, como se conoce todo el mundo. Se trata entonces que realmente tenemos como muy aceptada: la casualidad. La hemos tomado como cualquier otra ordinariez (pues eso es lo que es) de nuestra vida. Una maravillosa ordinariez, ¿cuánto nos sucede por casualidad? Cuánto en nuestra vida sucede como en las malas novelas: una serie de eventos encadenados que nos hacen la vida más ligera, más risible, una serie de actos tan necesarios como extraño es que ocurran en el momento preciso en que los necesitamos, y sin embargo, ocurren. Andas por la calle pidiendo a gritos lo más inverosimil, lo más improbable y en la siguiente manzana lo encuentras pegado con celo en un árbol justo en el momento antes de que heche a volar.Αρχή κατά τύχη και αιτιότητα
Jacques le Fataliste de Denis Diderot empieza rezando las siguientes palabras: “Comment s’étaient rencontrés? Par hasard, cómme tout le monde”. Que más o menos viene a contarnos como se conocieron los pintorescos Jacques, y su amo; por casualidad, como se conoce todo el mundo. Se trata entonces que realmente tenemos como muy aceptada: la casualidad. La hemos tomado como cualquier otra ordinariez (pues eso es lo que es) de nuestra vida. Una maravillosa ordinariez, ¿cuánto nos sucede por casualidad? Cuánto en nuestra vida sucede como en las malas novelas: una serie de eventos encadenados que nos hacen la vida más ligera, más risible, una serie de actos tan necesarios como extraño es que ocurran en el momento preciso en que los necesitamos, y sin embargo, ocurren. Andas por la calle pidiendo a gritos lo más inverosimil, lo más improbable y en la siguiente manzana lo encuentras pegado con celo en un árbol justo en el momento antes de que heche a volar.
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