C'est la vie

El formato de nuestras vidas ha cambiado y los símbolos ya no son, lo que eran. La muerte ya no existe. La muerte ya no existe. Antes llegaba cuál espectro empuñando una guadañana y se sentaba en un tabuerte en el umral rellano, fijandonos su vista mientras, acostados balbucéabamos las útlimas palabras a quiénes eran de trascendencia, a quiénes queríamos. Pero morir ya no es lo que era. Ahora una maleta nos aguarda en el umbral del rellano, una maleta con la etiqueta de alguna compañía low cost a poder ser. La escena en la cama es la misma.

Ahora que ya no existe el Reino de los Cielos, ahora que ya no hay reposo eterno, ahora que sabemos que el universo se expande y que eventualmente moriremos abrasados por el Sol sin excepción. Ahora ya sabemos que no vale la pena que nos despidamos de algo que perece con la esperanza de volver a verlo. Ya-no-más. Sin embargo cuando sentidos mueren, sentidos nacen.

Turistas no ha habido siempre, por ello no es lo mismo vivir en Greendwich que en trópico de Cáncer o Capricornio; una forma de llegar a ello es ver que le gente que se-quería vivía a menos de tres pueblos. Pero el mundo cambió. Se esfumaron las fronteras. Dando esto por hecho es hora de volcarse hacia dentro de uno mismo.

La muerte de ahora se compra por internet, un correo es responsable de decirnos lo que antes el doctor: "Será como muy tarde el mes que viene". Él seguramente añadiría lo de "lo siento". La muerte nos lleva juntos a centenares por los aires. La muerte nos mata una vida. La muerte nos la hacemos nosotros plegando camisas y encajándolas, menos de veinte quilos por favor en una maleta. Aquella que luego nos aguarda en el umbral. Y lágrimas y lamentos. Me muero. Pero ahora la gente somos cómo los gatos, tenemos otras vidas (aunque no tantas). La muerte ya no nos espera; vamos hacia ella. Y esta muerte de la que hablo es una muerte hecha a la antigua: es aquella muerte con la que sabes de que a pesar de que esa persona se vaya, en un tiempo, en otro sitio, vovlerás a encontrarte con ella. La muerte se ha reinventado. El funeral ya no se oficia en la catedral; por ello vamos al aeropuerto. Y de allí al cielo. Pañuelo en mano, llanto llorado, pensamos: volveremos a vernos. Y esta vez, no cómo antes, si lo sabemos: es cierto.

Au revoire, Paris.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Marc! Paso para decirte que te he dejado un premio en mi blog, puedes pasar a recogerlo...

Saludos!!!!! ;)

José Luis Díaz dijo...

muy buenas señor!! La muerte, la contradicción de nuestra existencia, y dónde morir más adrede que en la gran ciudad?. Me ha gustado este artículo!

1 abrazo!!

marcsit dijo...

Una amiga mía alemana me ha pedido una traducción del último párrafo, lo he pasado al inglés a ver que os parece:

"Death is not waiting for us anymore; we embrace it. And this death I am talking about is an out-dated death: is the kind of death which you know that even the person is gone, in a while, in another place, another time, you will meet again. Death has been reinvented. The funeral takes no place in a cathedral anymore; for that we go to the airport. From there, to heaven[in spanish heaven=sky]. Handkerchief in hand, tear stains in teared face, we think: we will meet again. And this time, not like before, we do know it: it is for real. "

José Luis Díaz dijo...

Queda mejor en nuestro querido castellano jajajja! La verdad es que la traducción está muy bien. Ya veo que el blog tiene tambien proyección internacional, me alegro!!

Eduard Castany dijo...

Muy buen post Marc!

Me ha gustado mucho 10/10 ;)