Castillos en el Aire, II

Ahora, ahora toca ser uno mismo. O uno otro, o todos a la vez, o nadie. Toca arremangarse e intentar justificar el porqué, el cómo, el cuándo y el cuánto. Porqué te conocí, Cómo te conocí, cuándo quise conocerte y quanto quiero conocerte.

Ser uno mismo, para al final volverse tan sincero, tan verdadero que de cansarte de verme, veas a través de mí. Convertirme en algo que no puedas abrazar, porqué sólo del misterio se alimenta la carne.

Ser uno otro, o uno mismo sin llegar a serlo del todo, es decir, ser un cobarde. Así se termino siendo transparente, pero no sólo transparente, sinó que hecho de vapor, de modo que a tu menor jadeo, me desvanezca

Ser todos a la vez, todos los hombres, y ser todo hombre, para ser sólo carne, no acercarme a tí sinó para intentar arrancarte las vestiduras y tenerte sólo en superfície, sólo en yema, uña y carne. Violentamente.

Ser nadie, y aceptar la derrota de la que parten todos los hombres: dormir contigo sin acostarme contigo, estar contigo sin vivir contigo, conversar contigo sin hablar contigo.

Todo conmigo pero sin .

No hay comentarios: