La Ventana Rota

Es duro cuando las gotas de agua, de la lluvia, no pueden resbalarse por una ventana, si ya es duro para la ventana, más duro es para los vecinos del 1 del Boulevard Picpus, en el 12ème Arrondisment, en París.

Corrían varios-pintos-muchos meses atrás cuando por primera vez subió esa YA fría escalera, cinco pisos para coronar esa puta, si deja que llene la pluma y corra toda la tinta, Puta habitación. Demasiado calor, demasiado frío, demasiado polvo, demasiadas cenizas. Unos días después todo fue mucho a peor; alguien había roto esa parte de la ventana, y por ella ya no podía resbalar la lluvía. A partir de ese día a N. las cosas le fueron de mal en peor.


Las hojas cayeron, el Sol se intimidó con la llegada del invierno, las calles se helaron, y de repente con una mañana llegó el invierno. La ventana seguía rota; se convirtió en su condena, no le imortaban una mierda esos cinco pisos, ni ese calor, ese frío, ese polvo, esas cenizas, pues la ventana, seguía rota. ¿Porqué nadie arreglaba la ventana?


La ventana, no daba a la calle, daba a un patio interior. Es una de esas ventanas opacas, que no quieren mostrar de lo que nos salvaguardan, ni siquiera dejan opción, no hay cortina, no hay persiana, sólo ventana y su única desdicha, mostrar crudamente lo que esconde, es que se esté rota. Hasta que llegó el día.


El día en que nevó, y el mundo quedó blanco, ¿todo el mundo? No, el que mostraba la ventana no. N. lo comprovó; tenía la costumbre de que cuando bajaba de su quinto, todas las mañanas al despuntar el alba, contemplaba el patio interior, desde esa ventana rota en la escalera, si el patio estaba mojado, mierda: llovía. Esa mañana el patio no estaba nevado, así que sólo supo sorprenderse ante un mundo blanco, nevado, un mundo que la ventana rota, no le había mostrado. Así que no se extrañó el día siguiente.


N., tenía la costumbre de salir a correr, cómo hace la gente responsable, es un ritual, son los domingos de su religión, tantos como su semana le permite. Mallas. Camisa térmica. Cascos. Guantes. Gorro. A correr.


Peldaño a peldaño, con fuerza, con ímpetu, con espíritu. Bajando la escalera sin notar que son cinco pisos, cuando uno baja, cae. Alto. Alto. La ventana que no da al mundo, está arreglada. Vuelve a estar allí, pero no sólo está; es mucho más joven que las otras, mucho más limpia. Uno. Uno. Suben las pulsaciones, sube la adredalina, ruge la música. Cómo adora N. a su señor, el que le libera. El mundo es blanco, el lago, alrededor que córre es blanco, nieve en la tierra, hielo en el agua, niños, famílias en la felicidad, perros, patos, cisnes, en la naturaleza, crepúsculo en el cielo, cometas en el aire. Uno, uno. Una a una las gentes, cortan las vallas que prohíben pisar el lago helado. El lago se inunda de helada felicidad, niños, perros, adultos, todos juegan, todos aman, todos son felices, encima del hielo, encima de una muerte helada. N. se detiene, observa; hay un, un sólo círculo líquido en todo el lago; allí estan los cisnes, quietos, expentantes, no creen lo que ven sus ojos de príncipes; su reino, su lago, sus aguas, invadidas por aquellos que sólo se atreven a admirarles des de la orilla; la curiosidad mató al gato.


N. pone un pié en el hielo, dos piés, y corre, corre. Corre encima de una de esas ventanas del mundo, que sólo la gélida naturaleza, en su muerte anual y cíclica, es capaz de reparar, y rejuvenecer,


la ventana que da a un mundo que no queremos ver.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enigmático como siempre, jejeje.

Te hago una propuesta:

¿Qué te parecería publicar alguna de tus historias en forma de podcast? (Contada por ti, claro...)

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

@Marc, mi buen amigo, que tal, acabo de leer el comentario que te hace @iontxu, suena interesante, si te animas me gustaría colocar tus podcasts en mi blog, cualquier cosa me avisas... por cierto, ¿has pensando en lanzar un libro recopilando todo lo que hay en tu blog?, o es que ya lo has publicado, y no me he enterado, jeje

Saludos!!!! ;)